Una de las estrellas más controvertidas de Hollywood es Mickey Rourke (Nueva York, 1952). El que fuera uno de los galanes de moda a finales de los 80, es ahora un ejemplo de cómo los excesos y la adicción al bisturí pueden convertirte en todo lo contrario.
Rourke saltó a la fama a finales de la década de los 80 tras protagonizar películas como Nueve semanas y media o El Corazón del Ángel. Pero una vida de excesos transformaron el físico y la apariencia del actor.
Tras el hundimiento de su carrera cinematográfica, Rourke retomó en los 90 su carrera de boxeador, ya que en su juventud había practicado este deporte. En estos combates sufrió dos fracturas nasales y una de pómulo, lo que le llevó a pasar por el quirófano para arreglar el desaguisado. La nariz se la operó cinco veces, más otra operación en el rostro. En una de las intervenciones, se le extrajo cartílago de una oreja para reconstruirle la nariz. El actor admitió que había acudido al cirujano equivocado.
La carrera cinematográfica de Rourke resurgió gracias a El Luchador (2008), de Darren Aronofsky, y ahora ha vuelto a la luz pública Tras este filme, engordó hasta los 113 kilos, pero ahora ha recurrido a la natación y al gimnasio para bajar peso: "Un poco de esto, un poco de depresión, y después eres como un Elvis gordo", dijo recientemente.
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