Coleccionar videoarte: mucho más que una extravagancia y una fuerte tendencia en España

  • El Museo Lázaro Galdiano acoge hasta el 11 de mayo la exposición 'Video Régimen. Coleccionistas en la era audiovisual'.
  • "La densidad de coleccionismo de videoarte en España es sorprendente".
  • "Siempre tengo dos vídeos proyectados en casa", dice Teresa Sapei.
Pieza de videoarte de William Doherty, en el Museo Lázaro Galdiano
Pieza de videoarte de William Doherty, en el Museo Lázaro Galdiano
ELENA BUENAVISTA
Pieza de videoarte de William Doherty, en el Museo Lázaro Galdiano

¿Por qué hay quien paga elevadas cifras, hasta 300.000 euros, por un vídeo que puede verse en muchas ocasiones en Internet? Es una pregunta a la que están acostumbrados los coleccionistas de videoarte de nuestro país, donde el mercado es bastante fuerte. "La densidad de coleccionismo en España es sorprendente", cuenta a 20 Minutos el comisario de la exposición de videoarte que actualmente ocupa el Museo Lázaro Galdiano y director de Loop Barcelona (primera feria exclusivamente de videoarte) Carles Guerra.

La respuesta, o al menos una de las que mejor ilustran el motivo por el que hay quienes invierten en este tipo de arte considerables cifras, la da Guerra: "Es como coleccionar fotografía. También se pueden tener copias, pero la original es la original. Es cierto que es un coleccionismo algo paradójico porque se difunden incluso por el espacio público y sin embargo esas piezas se compran igual".

Hay quienes además quieren ejercer una labor de mecenazgo, como Alicia Aza, activa coleccionista de videoarte sobre todo con aquel que tenga que ver con temas que atañen a la mujer: "Quiero estar ahí, apoyarlo, y pagar por ello es una manera de formar parte". Una de sus piezas, expuesta en esta exposición, muestra a diferentes personas orinando en espacios públicos y privados para mostrar cómo un mismo gesto cambia radicalmente en función del lugar.

La muestra que ocupa el Museo Lázaro Galdiano, Vídeo Régimen. Coleccionistas en la era audiovisual ((hasta el 11 de mayo), tiene piezas de videoarte, además de la citada Aza, de otros coleccionistas españoles como la arquitecta Teresa Sapey, que quiere a través de sus piezas crear el museo más grande del mundo, Joan Bonet, Estefanía Meana, Enrique Ordóñez, Emilio Pi (dueño de una de las colecciones más extensas) o Ignasi Aballí.

Un medio de medios

La exhibición, proyecto de Loop Barcelona, tiene la intención de restarle extrañeza al asunto y poner en valor la labor del coleccionismo privado y el compromiso cultural que conlleva por parte de algunos coleccionistas que son en buena medida productores de algunas piezas.

Además de la exhibición de las diversas piezas cedidas por los coleccionistas para la ocasión y que establecen intencionados diálogos con el museo, el visitante podrá 'entender' mejor el porqué de este tipo de coleccionismo gracias a las grabaciones de interesantes conversaciones entre coleccionistas.

Las obras de Ignasi Aballí, Francis Alÿs (de quien se expone uno de sus más llamativos vídeos:un zorro caminando por la noche solo por el National Portrait Gallery de Londres), Patricia Dauder, William Doherty, Douglas Gordon o Paul McCarthy muestran las diferentes maneras de 'hablar' que tiene el videoarte: desde los documentales hasta las acciones puramente artísticas o de denuncia.

Una de las más poéticas es propiedad de Meana (y está expuesta en la exhibición del Lázaro Galdiano), creada por William Doherty, y muestra a una mujer caminando. El interés está en su rostro, en su expresión. No hay mucho más para explicar con palabras, pero sí para ver. Hipnótica grabación que lleva incluso a la identificación de quien mira con la mujer grabada.

"Queremos retratar con la muestra este género de coleccionismo, que viene a ser, con sus diferencias, el mismo que el de fotografía en su día", explica Guerra, "aunque el vídeo es tal vez más cercano a nuestro momento actual de vida. Y también mostramos la evolución desde sus primeros usos en el 68. Quizá una de las claves de su éxito resida en que permite todo tipo de enfoques. Ocurre como con Internet, es un medio de medios".

"No entenderlo del todo es parte del reto"

Para la coleccionista Alicia Aza el vídeo es parte de su casa: "Algunos los tengo fijos en algunas partes, como en el salón, y otros están guardados y los saco cuando viene gente a casa". Asegura que a nadie le resulta extraño: "Los que vienen a verme ya me conocen y lo entienden y les gusta".

Reconoce no obstante que ella misma tuvo que vencer ciertas fronteras de incomprensión: "Ha tenido algo de reto. Al no entenderlo del todo, quise afrontarlo. Las primeras veces que ves videoarte no lo entiendes, por eso después, al hacerle frente, tiene tanto de liberador. Ya no me pasa y a mis hijos, que han crecido con ello, no les ocurrirá".

Uno de los puntos que más le atrae a esta coleccionista es la parte que requiere de tiempo por parte de quien lo ve: "Es una manera de parar en este ir tan rápido en el que vivimos. El vídeo te exige un tiempo. No es como un cuadro que igual pasas de largo. El vídeo es una llamada de atención". Confiesa que no le importa en absoluto la rentabilidad: lo suyo tiene más que ver con apostar por este medio y ejercer una labor de mecenazgo.

"En cuanto empecé a ganar dinero invertí en fotografía", dice Teresa Sapei, "y un amigo me dijo: de fotografía nunca podrás hacer una gran colección, pero de vídeo, sí. Y es arte, arte con movimiento", así es como empezó a coleccionar Sapei, que cuenta cómo convive con algunas de las piezas: "Tengo dos proyectadas en mi casa, una en el salón y la otra en el comedor; y tres, en el estudio. Y no las cambio nunca, son como cuadros. El vídeo que a mí me interesa no es como narración, me gusta lo estético y hedonista. Y quiero hacer el primer museo del mundo de arte con movimiento".

No es sin embargo lo más habitual que los coleccionistas convivan con los vídeos: "Lo normal es que los tengan archivados, pero hay gente que las tiene proyectados también como manera de militancia", explica Carles Guerra.

Las cifras, la pregunta que no pocos se hacen al ver los vídeos, van desde los 250 euros hasta los vertiginosos 300.000 euros. "Pero de todos modos para coleccionar hay que tener un pasado, un antes: yo de pequeña ya coleccionaba postales y sellos", dice Aza, "eso genera una huella que puede llevarte a ser coleccionista de arte".

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