Artes

El escritor de novela negra James Ellroy comenta fotos policiales 'depravadas y oscuras' de 1953

Víctima de un homicidio tras intentar un atraco a mano armada. Fotografía tomada por la Policía de Los Ángeles en 1953
Photographs © 2015 Los Angeles Police Museum - Text © 2015 James Ellroy. From 'LAPD '53', by James Ellroy and Glynn Martin of the Los Angeles Police Museum - Published by Abrams Image

Cuando presenta un libro ante un auditorio, suele pronunciar este discurso de bienvenida: "Buenas tardes, mirones, merodeadores, pederastas, oledores de bragas, canallas y proxenetas. Soy James Ellroy, el perro diabólico, el búho loco, la voz gutural de la muerte, el caballero blanco de la extrema derecha... Soy el autor de 16 libros, todos obras maestras que preceden a todas mis futuras obras maestras. Mis libros te dejarán con la piel escariada y secada al vapor, con la corbata tiesa. Son libros para toda la puta familia, sobre todo si eres de la familia Manson".

Entregado a tomarse muy en serio, al menos en público, la etiqueta que le ha colgado la crítica, que le considera "the 'Demon Dog' of american crime fiction" ("el Perro Diabólico de la literatura policíaca de los Estados Unidos"), Ellroy, nacido en 1948 en Los Ángeles (EE UU), es un escritor de novela negra que trasciende el género y lo desempolva de artificios, clichés y lugares comunes para dar con un lenguaje que tiene el mismo ritmo que el bebop del jazz: dominado por los stacattos, las notas separadas entre sí por silencios que dicen tanto como la nota en sí misma, y estructurado también sobre las muy musicales aliteraciones.

Destripa la crueldad y el compadreo de Los Ángeles

Autor de novelas y ensayos de gran éxito —entre ellos L.A. Confidential (1990), La Dalia Negra (1987), ambos adaptados al cine en sendos taquillazos, y la reciente Perfidia (2014)— en los que destripa la crueldad, la forma de vida, la política, el compadreo y los sucesos más trágicos de su ciudad natal desde mediados del siglo XX.

Quizá la obra más reveladora, cruda y valiente del escritor sea Mis rincones oscuros(1996), donde hace las paces con el crimen que marcó su vida, el asesinato, cuando Ellroy tenía 10 años, de su madre, cuyo cadáver fue encontrado por unos niños en un descampado. Aunque el autor nunca fue detenido, el libro es una investigación en profundidad del crimen, un descenso a las profundidades del recuerdo para, como dice en la obra, "encontrar el amor que nunca tuvimos y explicarlo en tu nombre (...), hacer públicos tus secretos (...), borrar la distancia que nos separa (...), darte aliento".

A la cabeza en brutalidad, corrupción y racismo

Ellroy publica ahora otro ensayo, LAPD ' 53. El título hace referencia a las siglas en inglés del Departamento de Policía de Los Ángeles, uno de los cuerpos locales de seguridad de los EE UU con más efectivos —ahora más de 13.000—, mayor presupuesto —1.200 millones de euros al año— y mayores índices de brutalidad, corrupción y racismo. El libro es un análisis de fotos del Museo del LAPD durante 1953, una época especialmente "depravada y oscura" para la metrópoli de Hollywood.

Haciendo honor a su promesa pública de que dedicará lo que le queda de vida a seguir escribiendo, pese a que la considera "espeluznante, licenciosa y solitaria", sobre su ciudad natal —ya le ha dedicado un primer cuarteto de novelas y Perfidia es la primera entrega del segundo—, LAPD ' 53, editado por Abrams and Chronicle [224 páginas], reúne 85 fotografías policiales explícitas de asesinatos  a sangre fría, ataques irracionales, venganzas, extraños suicidios e indiscriminada violencia.

Ellroy dice que se trata de una "colección de retratos de problemas en el paraíso" en una época de gran riqueza, extensión de los grupos mafiosos y propensión al vicio. Los editores añaden que las 25.000 palabras que el autor ha escrito para acompañar las fotos "iluminan los crímenes, los autores, las víctimas y las controvertidas prácticas de los agentes de Policía de aquel momento".

'L.A. es una cadena perpetua sin libertad condicional posible'

Con un prólogo de Glynn Martin, expolicía en la ciudad y exdirector del museo del cuerpo, el volumen, escribe Ellroy, está dedicado a "los hijos de puta de L.A., los residentes de L.A., los académicos de L.A., los detractores de L.A., los aficionados a L.A., los nativos de L.A., las multitudes que componen el gran L.A.", porque "no es posible vivir en ningún otro lugar" y "L.A. es una cadena perpetua sin libertad condicional posible, sin cláusula de escape: tú no puedes salir y yo no quiero salir. Debes conformarte con el hacinamiento, la contaminación, la omnipresente suciedad, el enjambre de dudosas personas".

Una de las primeras fotos que el lector encuentra resume el contenido, en ocasiones dolorosamente cómico, retratado por los fotógrafos de la policía de la ciudad en escenarios de crímenes y violencia: un suicida cuelga en el salón de su casa de un sistema de poleas, contrapesos y cadenas, con la cara cubierta por una máscara y vestido con un bañador de mujer y botas blancas. Sucedió en Laurel Canyon, "la zona más pervertida del área pervertida de Hollywood de la gran pervertida zona metropolitana de Los Ángeles", dice Ellroy. En la imagen, los agentes, de civil y paisano, que componen una coreografía de sorpresa y curiosidad, parecen ser para el fotógrafo más importantes que el cadáver.

'El Jefe' y sus 'titánicas paradojas'

El gran protagonista del libro, aunque desde la sombra, es William H Parker, nombrado jefe de la LAPD en 1950 —le llamaban El Jefe, en castellano—. Para Ellroy se trata de un hombre marcado por "titánicas paradojas": aunque logró reducir la corrupción en el cuerpo, fue también el responsable de la creación de unidades secretas encargadas de hacer trabajos sucios, a veces en connivencia con grupos mafiosos, que Ellroy retrata en L.A. Confidential.

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