Artes

Cuando Léger liberó la pintura de los límites del caballete y el lienzo para dedicarse al muralismo

El mural 'Los buzos' de Léger en casa del arquitecto Harrison
Fotograf unbekannt, Courtesy Galerie Gmurzynska © VG Bild-Kunst, Bonn 2016

Fernand Léger (1881-1955) fue un artista que, sobre todo, hizo gala de un voraz curiosidad. Hermanó el arte con las máquinas adelantándose al futurismo, narró plásticamente, con formas geométricas claras y colores brillantes, el nuevo funcionamiento del mundo en las primeras décadas del siglo XX, tanteó con el cine, la escenografía teatral, el diseño gráfico y de vestuario y la fotografía y siempre pensó que los límites eran el producto de mentes pobres.

La exposición Fernand Léger: Malerei im Raum (Fernand Léger: pintando en el espacio) es una invitación inédita a comprobar cómo el creador francés buscaba desahogar su obra de los límites del caballete y el lienzo y decidió proyectarla hacia la arquitectura, convirtiéndose en un consumado muralista. Organizada por el Museo Ludwig de Colonia (Alemania), pinacoteca que este año celebra su décimo aniversario, la muestra es la primera dedicada a las piezas que colocó como parte de edificios, viviendas y hasta trasatlánticos.

Se ofrecía a los arquitectos

Empeñado en la idea de que era posible una síntesis de las artes, Léger fue amigo y colaborador de algunos de los arquitectos más notables de su tiempo, entre ellos el padre del brutalismo, Le Corbusier, el encargado de revisar el proyecto de éste para sede de la ONU, Wallace K. Harrison, y Paul Nelson —el autor de las casas en suspensión—. A todos les ofreció "llevar el color a las paredes blancas" para lograr un amento del "impacto psicológico" del interior de las construcciones.

La retrospectiva de Colonia, que estará en cartel entre el 9 de abril y el 3 de julio, presenta 170 obras de Léger relacionadas directa o indirectamente con los murales y el muralismo. Hay fotografías, bocetos de proyectos realizados o que nunca fueron ejecutados, dibujos, escritos teóricos sobre el diálogo entre pintura y espacio y, como pieza clave, Les plongeurs (Los buzos), que Léger pintó en 1942 para la casa neyorquina del arquitecto Harrison y que el museo Ludwig compró cuando la pinacoteca fue inaugurada.

Fascinado con la idea de "integrar la pintura en el espacio social", dicen los organizadores, Léger "se ofreció como aliado a los arquitectos" y, cuando trabajaba para ellos, se ponía a sus órdenes, proclamándose como "pareja artística" pero teniendo claro qué función debería desarrollar como muralista, "traer color y vida" a los espacios vacíos y neutros.

Edificios públicos, viviendas, iglesias...

Además de exhibir los frutos del diálogo, la muestra reconsidera la pintura de Léger, un precursor del cubismo y, por lo tanto, del formalismo y la geometría más estrictos. La exposición pone de relieve intervenciones pictóricas, tanto temporales como permanentes, que el artista ejecutó en edificios públicos, viviendas particulares, iglesias, ferias e incluso un barco de cruceros, el Lucania, en el que pintó un mural abstracto en 1953.

Es la primera vez que los proyectos se hermanan con pinturas relacionadas, dibujos, diseños, estudios preliminares, materiales de archivo, fotografías, correspondencia y publicaciones que ilustran el contexto. Se expone una selección de los murales más importantes que sobreviven, entre ellos el que Léger creó para el Palais de la Découverte en la Feria Mundial de 1937 y un segundo que hizo por encargo de la Trienal de Milán de 1951.

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