Costanza, fruto de una violación sin castigo en 'La ilustre fregona'
- En una de sus 'Novelas ejemplares' el autor del 'Quijote' habla de la violencia de género en la atribulada España del siglo XVI.
- En esta moralizante novela sobre la bondad, el violador narra en primera persona.
- Las grandes personalidades del genio: don Quijote | Sancho Panza | Dulcinea | Sansón Carrasco | Los galeotes | Los duques | Preciosa | Rinconete | Costanza | Ruy Pérez de Viedma | Persiles | Castilla
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Dos pícaros con posibles, la virtud innata del alma noble, el mundo parásito de la atribulada España del XVI... En medio de la madeja, una muchacha de 15 años, cuya belleza "parecía cosa del cielo", protagoniza La ilustre fregona, una de las Novelas ejemplares, con la perturbadora crónica de una violación sin castigo.
Dos hijos de la casta dominante, Carriazo y Avendaño, escapan de la universidad y gozan de la picardía y la «vida andariega». Van a dar a la posada del Sevillano, no muy lejos de Toledo.
Al tiempo que el primero se concentra en las partidas de naipes, Avendaño resulta herido por la belleza de Costanza, de 15 años, prohijada por los venteros.
Mientras su amigo le acusa de ser víctima de una "amorosa pestilencia", el galán intenta cortejar a la hacendosa y recogida muchacha, que Cervantes describe con sensualidad y detenido regocijo en el vestuario –"una gargantilla de estrellas de azabache sobre un pedazo de una columna de alabastro: que no era menos blanca su garganta [...] ; pendianle de las orejas dos calabacillas de vidrio, que parecían perlas; los mismos cabellos le servían de garbin y de tocas"–.
Esta moralizante novela sobre la bondad esencial, con matrimonio final incluido, contiene una desacostumbrada crónica de la violación no castigada que engendró a Costanza, cuya madre viuda había sido víctima del padre de Carriazo.
El violador cuenta en primera persona: "Llegándome a ella la desperté, y teniéndola asida fuertemente, le dije: [...] 'no grite, que las voces serán pregoneras de su deshonra' [...], yo la gocé contra su voluntad y a pura fuerza mía [...] y, dejándola como atontada y suspensa, me volví a salir".