Hace mucho tiempo que el pintor Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) protege con gran pasión y celo un pequeño tesoro. Nada tiene que ver este tesoro con sus propias obras, esas que ahora lucen en el MoMA de Nueva York, el Pompidou de París o el Reina Sofía de Madrid. Para nada.

La suya es una afición casi compulsiva, trabajada durante años con la complicidad de su colaboradora habitual, Fabienne Di Rocco, y construida gracias a recortes de periódicos y revistas, mercadillos e, incluso, viejos álbumes familiares.

Todo ello ha dado lugar a un espectacular y curiosísimo archivo fotográfico que el artista ha decidido compartir ahora con el gran público con motivo del veinte aniversario del festival PHotoEspaña. Su faceta como coleccionista cobra vida en la exposición A la pata coja. Colección de Eduardo Arroyo, que podrá verse en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid hasta el próximo 27 de agosto.

De los cientos de imágenes que el artista madrileño ha ido guardando se han seleccionado 92 con un denominador común, al que hace un guiño el propio título de la exposición: en todas ellas los retratados nunca tienen los dos pies en el suelo. O bien levantan una pierna o saltan en el aire o hacen equilibrios.

"Yo francamente estoy contento porque creo que esto de 'a la pata coja' es una cosa rara. Creo que las fotografías son magníficas. Y lo digo porque no las he hecho yo", bromeaba el propio Arroyo el día de la presentación.

La selección reúne imágenes de fotógrafos anónimos y otras de prestigiosos profesionales como Ramón Masats, Cano, Gyenes o los hermanos Mayo. Y entre los retratados, podemos encontrar rostros conocidos como el del boxeador King Lewinsky, el actor gigante Jack Earle o el tenista David Ferrer fotografiado por Gorka Postigo.

Arroyo admite que "esto es literatura en realidad" e invita a cada espectador a que vea cada fotografía como "un pequeño relato, se podría escribir sobre cada una de las fotos, sobre todo las que son anónimas". Por esta misma razón en la exposición no hay carteles ni información sobre las fotografías con el objetivo de que cada persona pueda interpretar a su manera lo que le transmiten las imágenes. Los interesados tienen, además, a su disposición el catálogo A un centímetro del suelo, editado por La Fábrica con las fotos de la muestra.

Pintor vinculado al pop art, clave de la figuración narrativa y la nueva figuración española, la obra de Arroyo cobró fuerza a partir de los años 80 tras dos décadas en el exilio por causa de su antifranquismo. Ha realizado también escenografías de teatro e ilustración para libros y en el año 2000 recibió la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes.