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Gustavo Suárez Pertierra, presidente de Unicef: "Al alto comisionado de pobreza le pediría ponerse en la piel de los niños"

Gustavo Suárez Pertierra.
UNICEF

Gustavo Suárez Pertierra, exministro de Felipe González, es presidente del comité español de Unicef, cree importante proteger a la infancia más empobrecida. "Invertir en infancia es la mejor receta para un futuro mejor y más sostenible para todos", dice sobre el alto comisionado contra la pobreza infantil.

¿Cómo es un niño/niña pobre hoy en España?

Es una pregunta que hay relativizar. Por eso hablamos de pobreza relativa en nuestros informes. Un niño o niña pobre en España seguramente no pase hambre, pero sí tiene muchas más posibilidades de no tener una dieta adecuada y estar malnutrido; va al colegio, pero sus padres tienen dificultades para afrontar los gastos escolares (libros y materiales), lo que aumenta la probabilidad de abandonar los estudios; un niño pobre en España tiene un techo bajo en el que guarecerse, pero suele ser una casa hacinada sin espacios adecuados para el estudio o la intimidad, o sin calefacción porque sus padres no la puedan pagar. Un niño pobre tiene cubierta la asistencia sanitaria, pero tiene serios problemas para pagar algunos tratamientos y acceder a prestaciones no contempladas en la sanidad pública. Es una pobreza que puede afectar gravemente a sus relaciones familiares y sociales, que les sitúa en un mayor riesgo de desprotección y, a su vez, hace más complicadas las relaciones sociales del niño o la niña con sus compañeros; aparecen sentimientos de vergüenza e inferioridad. Puede, incluso, exponerle a la burla de algunos compañeros por la ropa u otras pertenencias, o por la carencia de ellas.

¿Qué le hace falta? ¿Qué necesita?

Yo diría que necesitan, sobre todo, oportunidades. Cada caso es especial y concreto, es complicado generalizar: en unos casos necesitarán apoyo escolar, recursos económicos, ayudas para la vivienda, etc. Pero en todos los casos siempre encontramos una pérdida de oportunidades: económicas, educativas, sociales... Estas carencias se transforman en una falta de oportunidades que afectan al pleno desarrollo de las capacidades y a la realización de sus derechos, y puede tener consecuencias a lo largo de toda la vida. La infancia es una ventana de oportunidad, si se cierra esa ventana puede ser tarde, y marcar una vida entera.

¿Qué prioridades le marca usted al alto comisionado?

Creo que hay que empezar por el diálogo y por el diagnóstico de la situación. Hay mucho trabajo ya hecho y sobre el que se puede empezar a trabajar desde hoy mismo, pero lo primero es hacer un análisis del impacto de la políticas públicas en los niños, dotarle de la capacidad de coordinación con los ministerios, comunidades autónomas y el sector social, que son los que aplican y implementan las medidas. Pero, sobre todo, creo que, a las personas que se encarguen de gestionar este Alto Comisionado, les pediría capacidad para ponerse en la piel de los afectados por este problema. Y por último, aunque no menos importante, tiene que dotarse de los recursos necesarios que permitan acometer con éxito el ingente trabajo que tienen por delante.

Y si usted fuera el alto comisionado lo primero que haría...

Después de estos primeros meses de "aprendizaje" en UNICEF, lo tengo muy claro, lo primero que haría sería escuchar a los niños, niñas y sus familias. También contaría desde el principio con la experiencia del sector social, otras administraciones e incluso algunas empresas. Es necesario, así mismo, fraguar un consenso sobre las acciones necesarias para acabar con la pobreza infantil; consenso con la sociedad civil y el sector, aunque con estos ese consenso es amplio, y, sobre todo, trabajarlo en el ámbito político. Si yo fuera ese Alto Comisionado me pondría en marcha ya mismo; teniendo en cuenta que en España hay muchos niñas y niñas que solo conocen una vida sumidos en la crisis creo sinceramente que no podemos esperar, hay que actuar ya.

Estudios apuntan a que la crisis estropeó el ascensor social, ¿cómo lo reparamos?

Hay dos herramientas para arreglarlo: la protección social y la educación inclusiva, son las claves en ese ascensor social. Además, son los ejes de la propuesta de UNICEF y la Plataforma de Infancia para alcanzar un Pacto de Estado por la Infancia que mejore la calidad de vida, la protección y las oportunidades de la infancia, especialmente la más vulnerable. Tenemos que apostar por nuestra infancia y por sus derechos, se lo debemos y, a la vez, tenemos que tener claro que dejar a muchos niños y niñas atrás es un problema para el desarrollo e incluso la economía del país. Invertir en infancia es la mejor receta para un futuro mejor y más sostenible para todos.

¿Escuchamos poco a los niños y a los adolescentes?

Sí, y ellos mismos lo reclaman en cada uno de los foros en los que tienen la oportunidad de hacerlo. Como organización y como sociedad estamos aprendiendo (por ejemplo a través de los consejos infantiles del programa Ciudades Amigas de la Infancia, en las sesiones anuales en el Congreso y en las de otros parlamentos autonómicos), pero queda mucho por hacer en todos los ámbitos, en el educativo, en la protección de menores o en el ámbito familiar. No se pueden abordar los problemas de la infancia sin contar con los protagonistas, no solo escuchándolos, también asumiendo sus propuestas en el diseño de la soluciones.

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