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Los 'puntos violetas' contra agresiones machistas en las fiestas populares se extienden este verano por toda España

Servilletas contra las agresiones sexistas, en Madrid.
AYUNTAMIENTO DE MADRID

Vecinas autoorganizadas de barrios como Lavapiés, en Madrid, o el Poble-sec, en Barcelona, y las mujeres de asociaciones feministas de Bilbao, San Sebastián y Pamplona fueron las primeras en darse cuenta de que algo había que hacer para poner freno a los abusos sexuales que sufren las mujeres en las fiestas.

Unas influenciadas por otras, hace cuatro años se pusieron a redactar guías y protocolos sobre cómo prevenir ataques machistas en entornos de diversión y cómo ayudar a las mujeres que, pese a todo, se enfrentaran al acoso, al abuso o incluso a la violación.

Juntas, salieron a la calle con brazaletes morados y desplegaron puestos improvisados en las verbenas para defender barrios libres de violencia de género. Pretendían expandir el mensaje de que cualquier agresión sexista —incluso los comentarios ofensivos, piropos no consentidos, tocamientos no deseados— debía empezar a entenderse como un abuso y no como un malentendido.

La idea caló y los ayuntamientos empezaron a tomar nota de lo que las vecinas estaban pidiendo: ayuda para dejar de sentir miedo en las calles por la noche y poder divertirse libremente en las fiestas.

El consistorio de Pamplona fue de los primeros en montar una caseta para dar información sobre agresiones sexuales. Fue en los Sanfermines de 2015. Progresivamente otros consistorios, como el de Bilbao, el de San Sebastián, el de Barcelona y el de Madrid, comenzaron a instalar en sus fiestas más concurridas unos stands que ya son conocidos como 'puntos violetas'.  Ahora, cuatro años después de las precursoras vascas, madrileñas y catalanas, los puestos contra la violencia machista se extienden a las fiestas populares de toda la geografía española, desde Pamplona a Málaga, así como a bares, discotecas y festivales.

Caseta contra las agresiones sexistas.

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Las pioneras de los espacios seguros para las mujeres en las fiestas entraron en escena porque los organizadores miraban para otro lado de manera intencionada por no dar una imagen negativa de las fiestas. El auge de la reivindicación del derecho a la libertad y seguridad de las mujeres, con el #MeToo o en campañas contra el acoso callejero, ha cambiado el paradigma, y ahora buena parte de la sociedad asume como una necesidad visibilizar todas las violencias sexuales para erradicarlas.

Bárbara Tardón, doctora en estudios de género y experta en violencia hacia las mujeres, aplaude la proliferación de puntos violetas en las fiestas. Cree que son "iniciativas estupendas para proteger los derechos de las chicas que pueden ser víctimas de abusos sexuales". Recuerda que hace cuatro años "no había nada de esto, ni en las fiestas ni en ningún lugar". Tardón pide que su expansión no desvirtúe la acción, por ello reclama formación experta para las personas que atienden al público en los puntos violeta y, sobre todo, protocolos y dispositivos especializados en la atención integral a las víctimas. "La mayor parte de las comunidades no tienen centros de atención integral a las víctimas de violencia sexual".

El Ayuntamiento de Pamplona, en plenos Sanfermines, reserva desde hace dos años un espacio fijo para la caseta de la campaña "Pamplona, libre de agresiones sexistas" (en la foto, arriba). Las trabajadoras son especialistas en violencia machista. La mayoría de los que se acercan a ellas buscan información. Sin embargo, pocos saben que allí mismo se activa directamente el protocolo de atención a las víctimas de agresiones sexuales, sin requisitos de denuncia policial o judicial previa.

En Madrid capital, las fiestas más multitudinarias de los 21 distritos estrenaron hace un año la campaña "Madrid, libre de violencias machistas" y este verano repiten. El consistorio prevé la instalación de 55 casetas o pérgolas donde centralizar la información sobre violencia sexual. El año pasado las vecinas, voluntarias de cada barrio y formadas por el Ayuntamiento, dispensaron atención, información y hasta 200.000 pegatinas, 60.000 chapas y 700.000 servilletas con el lema "No es no".

Celia Mayer, la delegada del área de políticas de género, explica que la iniciativa surge por el ejemplo de muchas mujeres de barrios como Lavapiés o Prosperidad, y que el Ayuntamiento ha conseguido llevar el mensaje a más de tres millones de vecinos y visitantes. "El esfuerzo ha sido llevarlo a todos los barrios, formar a las voluntarias y sensibilizar a la Policía Municipal que realiza el acompañamiento a las víctimas".

La delegada de Ahora Madrid defiende que solo con su existencia los puntos violetas tienen "efecto disuasorio" y "consiguen prevenir las agresiones". Mayer destaca otra virtud, que favorecen el empoderamiento de las voluntarias. "Los atienden vecinas que se unen para eso y reflexionan sobre las violencias machistas y nos trasladan que esta iniciativa también les ha ayudado a ellas". Prueba del éxito del programa piloto del año pasado es su reedición en 2018. Toda verbena, desde San Isidro en mayo hasta el Pilar de octubre, contará con su caseta de voluntarias por unas fiestas sin actitudes machistas.

Los festivales de música también los incorporan: del Viñarock al Sónar

Los 'puntos violetas' han aparecido también este año por primera vez en las hogueras de San Juan de Alicante, lo harán en el recinto ferial de Estepona, donde se llama 'punto morado', así como en toda fiesta multitudinaria de Murcia. El reclamo de fiestas basadas en el respeto y libres de agresiones se extiende por multitud de municipios.

"Ni el alcohol ni la fiesta en sí misma son excusa para que las relaciones entre mujeres y hombres, entre chicos y chicas no sean igualitarias y respetuosas, para que las mujeres sean tratadas como meros objetos sexuales, o se sientan inseguras o intimidadas en ciertos lugares y a partir de ciertas horas", reivindican las administraciones públicas impulsoras.

En algunas ciudades como San Sebastián, Barcelona o Ciudad Real las autoridades han llevado estas campañas contra la violencia sexual hasta los bares y las discotecas, para que la prevención dure todo el año. En la capital guipuzcoana muchos establecimientos disponen de protocolos con pautas sencillas para poner límites a los agresores e información con los teléfonos de urgencias para las víctimas. En la capital catalana lo han llamado "No callem", y al proyecto se han adherido ya más de una veintena de locales y discotecas, así como los festivales Primavera Sound y Sónar, que este año han estrenado sendos puntos violetas.

Otros festivales como el Womad, de Cáceres, el Viñarock, de Albacete, y Les Arts en València también contaron este año por primera vez con una caseta informativa contra el acoso sexista. Como lo hará el Mad Cool del 12 al 14 de julio. La prevención, sensibilización y formación a los empleados de bares ha sido una apuesta novedosa en Ciudad Real, ayuntamiento que colocará en los bares que se acojan a la campaña un distintivo en el que muestran su rechazo a las violencias machistas.

Violencia sexual en entornos de ocio: persecuciones, presión y toqueteos

Una reciente investigación de la Universidad de Granada y la de Castilla-La Mancha considera necesario "intensificar las estrategias preventivas y la educación cívica, y llevar las campañas anti agresiones sexistas —que se están realizando en las fiestas más populares— a más espacios habituales de ocio".

Las investigadoras piden, además, la revisión de la respuesta jurídico-penal en los delitos sexuales y la práctica judicial, porque han constatado que muchos comportamientos que les han referido los chicos y chicas que han entrevistado —jóvenes de entre 16 y 22 años de Granada, Sevilla y Albacete— son "conductas reprochables en nuestro Código Penal".

Las jóvenes del estudio han relatado "episodios en los que son perseguidas en espacios públicos y tienen que aguantar comentarios obscenos que les provocan miedo. También dicen que sufren muchos toqueteos en los bares, e intentos más serios de abusar sexualmente de ellas, sobre todo, si están solas. Así, intentan ir siempre acompañadas, ya sea si van al baño o de vuelta a casa por la noche. Todo ello se agrava si han consumido alcohol, pues en tal situación pueden 'ceder' a la presión que ejercen los chicos y mantener relaciones sexuales no deseadas de las que luego se arrepienten, surgiendo problemas en torno a la definición del consentimiento", dice el informe.

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