Cuando el sexo es la barrera inaccesible para las personas con discapacidad

Antonio, en su silla de ruedas, sostiene sobre sus rodillas a Estel, una de las acompañantes sexuales que colabora con el colectivo Tandem Team.
Antonio, en su silla de ruedas, sostiene sobre sus rodillas a Estel, una de las acompañantes sexuales que colabora con el colectivo Tandem Team.
MIQUEL TAVERNA
Antonio, en su silla de ruedas, sostiene sobre sus rodillas a Estel, una de las acompañantes sexuales que colabora con el colectivo Tandem Team.

Atender a las necesidades de las personas con discapacidad es algo natural en el seno de las familias y de las sociedades modernas. Garantizar que tengan cubiertas sus necesidades no sorprende a nadie. Ayuda para vestirse, asearse, salir a pasear, llegar al centro ocupacional o comer son de lo más normal. Pero la cosa cambia cuando las necesidades al descubierto son de carácter sexual. ¿Cómo se responde al deseo sexual de las personas con discapacidad?

"Los médicos me han tratado únicamente a nivel físico, nunca me preguntaban cómo estaba a nivel emocional y mucho menos sexual". Así resume Antonio Castillejo (44 años) toda una vida luchando contra la distrofia muscular degenerativa, una enfermedad que le fue limitando desde la niñez y que a los 30 años lo dejó atado a una silla de ruedas, aunque no acabó con su deseo sexual. "Hasta los 18 años mi vida sexual había sido inexistente y a partir de ahí mi deseo era incontrolable, La única salida que me quedó fue la prostitución", cuenta sin sonrojarse.

"Yo era muy tímido, me costaba abrirme a los demás y me lo llegué a creer. Pensé que jamás iba a quererme nadie", relata Antonio, que reconoce que jamás ha tenido "pareja estable" y asegura que la prostitución "no es una cosa que te plantees de salida. Me hubiera gustado que las cosas fueran de otra manera, haber conocido a una persona...", reflexiona.

Su discapacidad no solo le impedía una vida sexual plena, sino que, en su caso, le dificultó las relaciones sociales hasta el punto de pasar amplios periodos de su juventud recluido en casa. Cuando bajar a la calle con la silla le provocaba "miedo".

Entre los 18 y los 28 años, Antonio fue usuario frecuente de los servicios de prostitución, una década que él mismo califica como "frustrante". "Era un mero desahogo sexual, unas dos veces al mes, pero el sexo sin afectividad ni emotividad te va creando un vacío", admite. Cuando en 2007 se queda definitivamente anclado a su silla de ruedas, "los contactos con prostitutas son a domicilio y muy esporádicos", momento en el que pasa por otra época de reclusión.

Descubre la terapia sexual

Cuando en 2010 recupera su vida normal e intenta integrar la silla de ruedas en su día a día, Antonio retoma sus contactos sexuales "esporádicos". Y así hasta que en 2014 descubre por internet a Tandem Team, una ONG especializada en la atención a la sexualidad en la discapacidad. "No sabía de qué iban, si era prostitución especializada para discapacitados", explica. Y probó. "Lo cambió todo", resume de su experiencia. "Hay una transferencia a nivel emocional desde ellas hacia ti, que es lo que lo diferencia. La prostitución es un servicio, algo que te dan y que dura lo que dura", dice.

"Las citas (con las acompañantes sexuales) pueden desembocar o no en un encuentro sexual", aclara Antonio, que destaca las "caricias, besos y la afectividad" que hay en esas quedadas.

Pero lo cierto es que el acompañamiento íntimo no está carente de polémica. Principalmente porque en el mismo hay -la mayor parte de las veces- una contraprestación económica. "Todos tenemos una sexualidad única e irrepetible, sea la que sea, y hay que ampliar la mirada", argumenta el presidente de Tandem Team, Francesc Granja, autor del libro El hombre que aprendió a vibrar, donde narra el redescubrimiento de su propia sexualidad tras sufrir un accidente de tráfico. "Ves que la sexualidad no está, porque no tienes erecciones y te autodescartas", recuerda de los primeros malos momentos.

Luego, explica, "conocí a una mujer que me descubrió que cada gesto es el fin en sí mismo, que no hay que cumplir, no hay que llegar al orgasmo... no hay finalidad, cada manifestacion es en sí misma sexual y erótica". Ese es el germen de su iniciativa del acompañamiento íntimo y erótico. "Buscamos una sexualidad abierta e inclusiva, no solo genital", aclara. "Para algunas personas los preliminares lo son todo".

Pero a pesar de su decálogo, no puede, por menos, que tener que aclarar qué pasa con la contraprestación económica y detenerse en la polémica de si el acompañamiento íntimo a personas con discapacidad es o no prostitución: "Nosotros no estamos en contra de la contraprestación, pero somos solo mediadores entre el acompañante y el discapacitado, les ponemos en contacto tras un estudio de nuestros psicólogos y el resto es un contrato privado. Puede haber contraprestación económica o no, ellos deciden", explica el presidente de Tandem cuando detalla cómo se fragua el encuentro entre las partes.

Siete "encuentros"

Una de esas partes es Estel (nombre ficticio), una de las terapeutas que colaboran con Tandem y que en la imagen aparece de espaldas para preservar su intimidad. "Me enamoró el proyecto de los derechos sexuales de los discapacitados cuando entré en contacto con ellos", cuenta esta profesional que tiene un trabajo estable, de alta capacitación y vinculado al mundo de la discapacidad.

Esta acompañante, que se sumó al proyecto hace seis meses (después de su divorcio), ha mantenido "encuentros" con siete usuarios, entre ellos una persona con autismo profundo, un síndrome de Asperger, una persona con sordera adquirida, un enfermo mental.... "Son episodios variados. No sabes lo que te vas a encontrar. Hay componentes orgánicos de medicación, de ausencia de erecciones, personas vírgenes, desentrenados... Es una dinámica única y yo me convierto en su mundo en ese momento", explica. "Quiero entregar el amor que tengo guardado a estas personas porque tienen carencias afectivas importantes", resume.

A la pregunta sobre si se siente una prostituta, aclara: "La experiencia es muy enriquecedora a nivel personal y profesional. No me hace daño que lo digan, para mí no es prostitución. Entiendo perfectamente que no lo es. Si no tuviera la profesión que tengo ni las habilidades profesionales, no podría hacerlo", explica.

"El intercambio económico es simbólico. Todas las acompañantes vivimos de otra cosa. La tarifa es muy inferior al servicio profesional, te cubre el desplazamiento hasta donde ellos están", matiza Estel, que cuenta que los "encuentros" no están exentos de "dificultades" por las patologías que arrastran los discapacitados.

Aunque le cuesta dar una cifra, admite que la horquilla de lo que percibe oscila entre los 40 y 60 euros. "Aunque hay quien no me ha dado nada, por error o desconocimiento". Y el tiempo del encuentro también es aproximado: "He llegado a pasar el día entero, me han invitado a comer y hemos estado horas charlando", cuenta. Aunque lo habitual es que no sea de menos de 90 miutos.

Uno de los casos que relata es el de un hombre autista profundo con el que mantuvo un encuentro gestionado por los profesionales del centro al que acude esta persona. "No verbalizaba nada, se estaba quieto y receptivo, su mensaje era: tócame, que yo me dejo". recuerda. Aunque admite que inició la cita con miedo, "ya que los autistas no se dejan tocar, no sabía cómo iba a reaccionar esta persona".

Y hasta la fecha el balance es muy positivo: "Me he sentido respetada y no me ha pasado nada desagradable. Hago una lectura de lo que el otro necesita y en esa medida entrego. Si hay genitalidad, perfecto, si no la hay, no pasa nada. Es un tiempo de besos, acaricias y afectos compartidos", zanja.

De la misma opinión es la sexóloga y psicóloga clínica Carmen Bermejo Romero, quien no duda en hablar abiertamente sobre el acompañamiento íntimo. "Es una buena alternativa para quienes no tienen pareja. Se requieren personas que, tras capacitarse, puedan transmitir contacto sexual, afectivo y erótico. En Suiza está considerado como terapia", explica. En EE UU, también es una práctica normalizada que ha sido llevada incluso al cine con notable éxito en películas como Las sesiones (2012), con John Howkes y Helent Hunt.

Sobre si este acompañamiento es o no prostitución, Bermejo señala: "No lo veo como tal. La formación, predisposición positiva y delicadeza que tienen que transmitir los acompañantes íntimos no sería equiparable a esa figura...", explica la sexóloga.

Susana Gozalo
Jefa de cierre '20minutos'

Siempre creí en la función social del periodismo y en la necesidad de que alguien controle cómo los poderes públicos trabajan, o no, por el interés general. Por eso me licencié en Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid. Al tiempo comencé en la UNED la carrera de Ciencias Políticas, que acabé en 2012. Hace pocó inicé mis estudios de Criminología, también en la UNED. Entre medias fui añadiendo formación y conocimientos: un máster en locución y presentación de televisión por el Imefe; el curso de Community Management de la Fundación UNED y un grado superior de FP en Diagnóstico por Imagen. He trabajado en muchos y variados medios de comunicación: Onda Cero; La Verdad de Murcia y el Faro de Cartagena; La Prensa de la provincia de Alicante y Las Provincias hasta recalar en 2004 en la edición alicantina de 20minutos, desde donde salté a Madrid. También he trabajado en gabinetes políticos y diseñado campañas electorales, mi otra gran pasión. Tengo publicados dos libros de poesías (Chicolibro) y dos libros de divulgación (Libsa).

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