El autor de 'El club de la lucha', Chuck Palahniuk, retuerce la realidad con su propio 'Black Mirror'

  • El autor de 'El club de la lucha' publica 'Invéntate algo', 23 relatos en los que profana la corrección política.
  • En librerías desde hace un mes, sus 352 páginas harán las delicias de sus seguidores: historias perturbadoras, reales, cómicas y terroríficas.
El escritor estadounidense Chuck Palahniuk.
El escritor estadounidense Chuck Palahniuk.
GTRES
El escritor estadounidense Chuck Palahniuk.

Hay que ser muy visceral para no dejarse ninguna entraña escribiendo. Cuando se analiza la sociedad con pequeños bisturíes (tan diminutos como una palabra), quizá aquello que posea más utilidad sean esos espejos deformantes, circenses, que dejen entrever la caricatura que somos, lo absurdo de lo cotidiano, lo más grotesco de ser humano.

Chuck Palahniuk ha escrito durante dos décadas su primer libro de relatos casi como una apuesta, una demostración o un reto. Entre medias publicó el coral Fantasmas, en 2005. Se llama Invéntate algo y lo edita Literatura Random House. Lo traduce Javier Calvo.

Las 23 historias que pueblan sus páginas tienen perfil de temporada de Black Mirror. La esperanza sobrevive, pero qué victoria pírrica. Lo mal llamado políticamente incorrecto se vuelve entre su sarcasmo seco y su bilis muy húmeda en incorrectamente político. Es decir, aterradoramente actual.

El autor de Asfixia, Pigmeo o El Club de la Lucha –de la que ha anunciado que en 2019 saldrá una tercera parte en forma de novela gráfica, como ya hizo con el segundo título en 2016– desgrana la realidad con microscopio y telenovela, a medio camino entre la arcada y el mordisco, un capítulo realmente largo de BoJack Horseman o la anatomía de las mentes que juegan a enfrentarte con la piel demasiado fina de los que ofenden pero no pueden ser ofendidos. Relatos que no te podrás sacar de la cabeza, reza el subtítulo del libro.

Estos relatos son épicas odiseas de don nadies, protagonizadas por polichinelas de trampa y cartón, a veces animalizados en los nombres por esa fauna de zoológico urbano (Coyote, Cerdo Hormiguero, Mona), o subvertidos al día a día del asco publicitario (Hello Kitty, Azote, Arcoíris).

Orbitar entre el humor y el terror

En la época de Trump & Co, Palahniuk no argumenta ni hace apología de nada. Plantea. Que ya es. Y con la dificultad que eso atañe. Escribe: "Con su último aliento, el marinero preguntaría '¿quién es?', y con eso bastaría para destruir un paraíso". Eso basta. Y con el mismo impedimento con el que buscamos un rostro en un reflejo, el escritor de Pasco, Washington, tira otra piedra al charco cuando estaba a punto de quedarse calmo.

Se abre el telón es el primero de todos, de cómo un hijo sueña con contarle a su padre moribundo un chiste de mal gusto. De ahí en adelante, todo orbita como en los tentetiesos.

Zombis narra la rapidez con la que se extiende entre las mejores mentes de los más jóvenes la moda de shocks eléctricos con los que quedarse en estado vegetativo; en Televenta, ídem; en Humo, la cárcel que puede llegar a ser el idioma, con tufo a casa cerrada; en Festivaleros, una especie de Señor Lobo tarantiniano es el conejillo de Indias de ese lobby que pueden llegar a ser los microcosmos de los certámenes musicales veraniegos; en Perdedor, los concursos de televisión como distopía; en Expedición, Palahniuk se atreve a emular al Sábato de Informe sobre ciegos; o en El Grandullón de Sultán Rojo, la pornografía zoofílica y el amor paternofilial. Sí, a la vez.

Luego, el sexo inexplicable, malformaciones, eutanasias con masaje, los celos y la prostitución, plagas virales, drogas de andar por casa, la vida de oficina con su monotonía de teclas con letras cada vez más borradas, el acoso despojado del supuesto romanticismo que algunos todavía le citan o la pérfida homeopatía que resuelve la nula enfermedad del colectivo LGTBIQA+. Y los regalos navideños, ese complot.

Atrocidad y delirio, desilusión salvaje. Palahniuk sabe de lo que habla porque este mismo año anunció que estaba al borde de la bancarrota por culpa de un contable de su agencia. Pero él mira el mundo y pone la firma. Lo interpreta al desnudo, que es como ya no se puede pedir perdón.

Eso es Invéntate algo, una macabra partida de ajedrez contra la sociedad actual, que tiene más del segundo término que del primero. Peones creyéndose reyes y reinas que se salen del tablero. Caballos saltándose las leyes de la incorrección política, torres derribando lo opuesto. Un jaque mate tremebundo o fatídico. Parar el contador del reloj, volverlo a cero, mirar al oponente. Vamos, invéntate algo. Y luego di si puedes distinguirlo de la realidad.

Portada de 'Invéntate algo', de Chuck Palahniuk.
Portada de 'Invéntate algo', de Chuck Palahniuk.
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