Pilar Albarracín, la artista que se apropió de 'lo cañí' para reivindicar la igualdad de la mujer

  • La creadora sevillana celebra con 'Que me quiten lo bailao' sus 25 años en el mundo del arte.
  • Se trata de su primera retrospectiva en Madrid y puede verse en Tabacalera hasta el 27 de enero.

La historiadora del arte Pia Ogea recuerda como en 1997 la artista Pilar Albarracín (Sevilla, 1968) empapelaba las calles de su ciudad natal con fotocopias en las que aparecía ella misma retratada, vestida con un abrigo de pieles sintéticas, y acompañadas de la socarrona frase: "Soy Pilar Albarracín, me he perdido. Si me encuentras llama al 954...".

Veinte años después y ahora que se ha convertido en la comisaria de Que me quiten lo bailao -título de la primera retrospectiva de la artista sevillana en Madrid- Ogea insiste en que Albarracín "continúa con esa incesante y obsesiva búsqueda que pone en cuestión y rechaza los cánones sociales, culturales o de género".

Y así es, porque desde su particularísimo universo repleto de lunares, flamenco, toros o iconografía de Semana Santa, la creadora ha dejado claro que las tradiciones puede ser compatibles con la modernidad y el arte contemporáneo; y una manera, tan buena como otra cualquiera, para abordar la crítica y la lucha por la igualdad.

A través de cerca de 60 trabajos - que podrán verse en el madrileño centro Tabacalera. Promoción del Arte hasta el 27 de enero- se ponen sobre la mesa los principales temas que han tocado la fibra a la artista desde que arrancó su andadura en los años 90: la violencia de género, las desigualdades entre hombres y mujeres pero también las que existen entre el mundo urbano y el mundo rural, las ideas preconcebidas que siguen rodeando las costumbres y tradiciones de este país o el debate sobre la identidad nacional, que ahora mismo, por cierto, se encuentra en el ojo del huracán. "Mi trabajo parte de una necesidad de comunicar situaciones o problemáticas que vivo personalmente o que vive gente de mi entorno", señalaba la artista hace ya unos años.

"A partir de las tradiciones culturales y artísticas populares, la artista defiende la modernidad entendida a través de la libertad de pensamiento, despojada de prejuicios geográficos, culturales, sociales, económicos, de género o religión. Este proceso se alcanza mediante una labor de introspección y revisión de nuestra historia, liberando nuestras tradiciones y rituales, de clichés establecidos en otras épocas por cuestiones políticas e históricas", explican desde Tabacalera. Se trata de recuperar lo cañí -a través de mantillas, bordado, trajes de torero, cabezas de toro o vestidos de gitana- para desmontar los estereotipos que durante tantos años se han dado por hechos. Defiende la tradición pero no sus maniqueísmos ni prejuicios.

Para conseguirlo, Albarracín trabaja con registros muy diversos: dibujos, bordados (como sus populares Pañuelos para llorar de 1997), mandalas hechas con bragas de colores y fotografías, además de vídeos, instalaciones o performances, todos ellos presentes en esta muestra. De hecho, la exposición se inauguró con la performance En la piel del otro, en la que decenas de mujeres viajaron en AVE desde Sevilla a Madrid vestidas con el típico vestido de faralaes para trasladarse luego desde la estación de tren de Atocha y formar, a su llegada al centro, un manto de color y reivindicación con sus cuerpos tumbados en el vestíbulo.

Como también reivindican desde el surrealismo, la sátira, el folclore y el feminismo otras acciones incluidas en la muestra como Viva España, en la que la propia Albarracín cruzaba las calles de Madrid acosada por una banda musical que interpretaba esa canción; la coreografía sobre la lucha de sexos Bailaré sobre tu tumba, o Lunares, en el que aparece la artista con un traje de sevillanas blanco que va convirtiéndose en rojo a medida que se pincha con alfileres.

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