Música

Rayden: "El mejor ataque es tener la cabeza bien amueblada"

Tras un cristal que lo separa y comunica con las calles del barrio madrileño de Malasaña, Rayden (Alcalá de Henares, Madrid, 1985) toma té negro y habla. Poco a poco sorbe y se comunica; su forma de hablar se parece mucho a su forma de hacer música: tiene ritmo, cadencia, una especie de cantinela que incita al trance. Sobre la mesa, al lado de la cucharilla para remover el azúcar, descansa una pila de discos que llevan el siguiente nombre: Sinónimo (Warner). Se trata de su nuevo disco, que salió a la calle el pasado 18 de enero y que muchos ya consideran su mejor trabajo.

¿Qué concepto buscaba crear con Sinónimo?

Uno bastante cerrado, una obra redonda en sí misma, pero que guardase relación con la trilogía que estoy haciendo. La empecé con Antónimo y va a proseguir con Homónimo (que ya será para finales de 2020 o principios de 2021). Quería hacerlo así: una trilogía en torno a la palabra. Indagando vi que lo primero que se buscó para construir el idioma fue la contraposición [Antónimo]. Luego, la equivalencia, la semejanza, el equilibrio; que es donde estamos ahora: en Sinónimo. Más tarde, la propia identidad, que será Homónimo.

¿Su nuevo trabajo, Sinónimo, es lo contrario del anterior, Antónimo?

No, sigue una lógica, una progresión. Incluso quise que Sinónimo, morfológicamente, tuviese sentido: si despojas a la palabra de -nimo, se queda como sino, que viene a decir camino, destino, la línea que se sigue. Quería que este disco siguiese una línea a nivel temático; como si sumerges a alguien que parece que se va ahogar y, justo cuando va a tocar fondo, consigue salir a flote.

Lo primero, la bondad / Lo segundo, el talento y si tuviera que poner un tercero a los versos de Gloria Fuertes?

Y se acabó el cuento, que es como lo hace ella, es el aforismo. Me di cuenta de que hay muchas películas que están basadas en videojuegos, en series, en libros… Que el arte se nutre del arte para crear otros conceptos. Pero que nadie, o por lo menos nadie que yo haya conocido, había hecho una obra musical a partir de un aforismo. Soy un seguidor acérrimo de los aforismos, son como exhibiciones de francotiradores.

Gloria Fuertes era increíble. Es una pena que no haya podido hablar con ella, es una de las espinitas que tengo. Cuando leí este aforismo, dije: "Vale, el disco lo voy a construir en torno a esto". Y me parece muy interesante que, en los tiempos que corren (en los que la música ni se oye ni se escucha, solo se ve, y parece que va por fascículos como los cromos), haya propuestas así: más sesudas, con más contenido; que tengan muchas capas entre sí, muchas lecturas.

¿Cómo quería que sonase?

Buscaba un sonido propio. Cuando me reúno con amigos, como Kase O., Iván Ferreiro o Andrés Suárez, todos recalan en algo (es por eso contesto así, si no, no lo diría): “Tú tienes un estilo propio, suenas a muchas cosas pero, sobre todo, si alguien escucha dos segundos de una canción tuya, sabe que es tuya”. Y eso es lo que buscaba: mostrar mis inquietudes musicales, que para eso he producido yo el disco. Quería hacer una exhibición de lo que puedo hacer.

Si tecleas "Sinónimo de Rayden" en Google te sale una etiqueta que dice "música indie". ¿Está de acuerdo con ella? ¿Cree en las etiquetas?

No creo en las etiquetas, pero a ver… ¿Es música independiente? Sí. Si alguien dice que es música pop…. Sí, porque cada vez es más popular. Antes de la entrevista, con toda la que está cayendo, estaba siendo trendic topic. Pero no pierdo el tiempo, las etiquetas se las dejo a la gente. Si yo pusiese una etiqueta a mi música estaría intentando limitarme y yo aspiro a lo que decía antes: a que alguien, con que escuche dos segundos de una canción, sepa que es mía.

¿Por qué eligió colaborar con Andrés Suárez, Iván Ferreiro o Bely Basarte? ¿Qué le aportaban?

Porque soy una persona que escribe bien, pero hay veces en que no sé cerrar las canciones y eso, también, es un fiel reflejo de la humildad y la sinceridad para pedir ayuda. Cuando creo que, por mí mismo, no puedo lleva una canción al punto que quiero, intento reunirme del máximo exponente. Este disco es eso: canciones que por mí mismo no podría llevar adelante, o que no tendrían tanta identidad, si no hubiese contado con ellos y con ella, con Bely.

¿Por qué creyó que tenía que hablar de la violencia contra las mujeres en Caza de pañuelos?

Es algo que me nació, pero si me preguntas ahora si hubiese escrito esta canción, no lo hubiese hecho; porque yo no tengo que tener la voz, tengo que tener los oídos en función de lo que me toque a mí y utilizar el altavoz que tengo para rebotar información. Aún así, hay mucha gente que me agradece haber puesto en la palestra ese tipo de cosas. Creo que es un fiel reflejo de lo que está ocurriendo: que todos (bueno, todos los que lo intentamos) estamos haciendo un ejercicio de deconstrucción, de reaprender cosas y, sobre todo, de reconocer los errores.

¿Por qué no lo haría hoy en día?

Porque yo, como hombre, no tengo que decir: “Yo, hombre”. Creo que está mal. Y que, de pronto, todos los titulares sean: “Rayden saca una canción [contra la violencia machista]”, cuando debería haber sido una mujer... Y no porque no haya propuestas, porque hay mil millones de mujeres diciendo eso en el mundo del arte y hay veces en que no llenan tantos titulares por el mero hecho de ser mujeres.

En Habla bajito dice que la mejor defensa es un buen ataque, ¿de qué cree que tenemos que defendernos?

Nos tenemos que defender de que intenten sacar rentabilidad y hacer dinero de nuestras emociones. Solo tienes que ver en Estados Unidos con Trump, en Brasil… Han conseguido sacar rentabilidad del odio. Ellos van basculando entre blanco o negro, provocando que la gente de abajo nos posicionemos en los extremos y nos peleemos entre nosotros. El odio es una fuente de recursos inagotable, porque solo hacen falta dos idiotas. Por eso, es un buen ataque tener la cabeza bien amueblada para no caer en ciertos discursos.

Los dioses también sangran incluye una reflexión sobre la peor parte de usted mismo. ¿Cómo logra lidiar con ella?

Pues como lo he hecho, haciendo una canción sobre ella, abrazando esa parte. [Sorbe té] Voy a hacer dieciocho años en la música y siempre tomé una aptitud optimista, pero una aptitud que rozaba lo tóxico (aunque no me gusta decir tóxico, porque es una palabra tan manida y denostada...) y me he dado cuenta de que si solo estás así [Se tapa un ojo] y solo intentas ver lo bueno, pierdes profundidad de campo. El optimismo coherente está muy hermanado con el pesimismo heroico y creo que tenemos que abrazar esa oscuridad. Tampoco anclarse a ella o fustigarse, pero creo que también debemos palpar las humedades que tenemos dentro.

¿Cómo se ve el mundo desde el asteroide Beseiscientosdoce desde que es padre?

Muy bonito y, sobre todo, pensaba que en el momento en el que tienes un hijo o una hija, los padres y las madres son niños y niñas que se vuelven padres y madres; pero, en mi caso, es al revés: mi hijo es el que me está enseñando a mí. Sobre todo, la capacidad de sorprenderme, de emocionarme, de reimpresionarme, de no pasar por alto cosas, de vivir a flor de piel. Por eso quise hacer este homenaje al cuento infantil de El principito. Curiosamente lo escribí el día de su 75 aniversario. Siempre intento releer este libro y me quedo con otra cosa diferente, con otro personaje. Esta vez me quedé con el farolero porque es uno de los pocos que sirven a los demás, que no están intentando saciar su ego.

Ahora que está tan de moda el #10YearsChallenge y que se ha sumado en Twitter…

Yo estoy igual [Risas]

¿Qué cree que diferencia al Rayden de 2009 del Rayden de 2019?

Creo que era el esbozo de lo que soy ahora. Ahora estoy más formado, a nivel musical, intelectual, emocional... Por fuera no he cambiado tanto, pero por dentro… ¿A mejor? Sí, a mejor, porque las cosas que tenía que pulir poco a poco se van aprendiendo.

¿Qué destacaría de lo que ha cambiado?

La capacidad de empatía y, sobre todo, he aprendido a decir: "No lo sé".

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