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La atmósfera del 28-A: el PP se reivindica como el "voto útil" y la izquierda buscará rearmarse

La polarización política española, a modo de puzzle.
CARLOS G. KINDELÁN

España irá a las urnas el 28 de abril para votar en unas elecciones generales. En un esquema de locura electoral, con las autonómicas y municipales en mayo, los principales partidos políticos buscarán posicionarse lo mejor posible dentro de la polarización política del país. El efímero paso de Pedro Sánchez por el Gobierno ha servido a todas las formaciones para intentar dejar claras sus premisas, y con ellas, afrontar una campaña decisiva.

De esta forma, se puede dibujar un panorama con dos espectros políticos: en la izquierda, Podemos y el PSOE, en la derecha, el PP y con Ciudadanos pululando entre ambos. Pablo Casado ha insistido en el discurso del rearme de su partido, mientras que Albert Rivera considera que Cs es la única salida ante el bipartidismo. En frente de ellos, un PSOE que apelará a su mensaje más social y un Podemos que antes de erigirse como alternativa tendrá que resolver sus crisis internas.

Con todo esto, hay argumentos que juegan a favor y en contra de cada partido en este escenario de adelanto electoral:

PSOE: el espíritu de la moción

El adelanto electoral tiene como una de sus claves medir el desgaste sufrido por los socialistas al frente del Gobierno. En este sentido, es el partido que maneja los tiempos y por tanto al que mejor le viene la fecha de los comicios. En favor de Pedro Sánchez juega el hecho de poder recurrir a los pasos dados desde el Ejecutivo durante los ocho meses que ha ocupado el cargo. También podrá apelar al llamado "espíritu de la moción de censura" para utilizarlo como argumento contra PP y Ciudadanos (y Vox, aunque estos sean una fuerza extraparlamentaria).

Del lado socialista está, además, el argumento de que han sido ellos quienes han marcado los tiempos. La negativa a los Presupuestos ha sido el detonante, y el rechazo de la derecha puede servir en campaña electoral para apuntar que las reformas no se han podido llevar a cabo porque los partidos de la oposición lo han impedido. Es más, tienen en la recamara la tesis de que independentistas y conservadores votaron juntos en contra de las cuentas.

Pero el PSOE se encontrará con piedras en el camino. La gestión del conflicto catalán ha situado al Ejecutivo bajo la lupa: la corrección sobre la figura del relator y una intención de diálogo quizás sobrexpuesta podría perjudicar a los socialistas en campaña. En términos internos, por otra parte, el recuerdo de las dimisiones de Máxim Huerta y Carmen Montón pueden restar credibilidad a Sánchez a la hora de elegir a su equipo. Asimismo, ocho meses en el poder no dan tiempo a desarrollar todas las reformas planteadas, y mucho menos en minoría.

PP: el rearme de Casado

Son quizás el partido mejor posicionado ante un horizonte electoral, pero tienen poco margen para encerrar más a los socialistas. Hay varios motivos para pensar así. Al menos de puertas hacia fuera, el Partido Popular parece haberse rearmado con Pablo Casado, sobre todo después de la Convención Nacional celebrada en enero. El relato del nuevo PP es "volver a las esencias", y ese escoramiento al aznarismo no busca sino recuperar el votante en la derecha. ¿Les puede salir bien? Podría. En este sentido juega un papel fundamental el hecho de seguir siendo la fuerza política más votada y el argumento de que la salida de Rajoy no se produjo en las urnas.

Por otro lado, Casado ha apostado por gente joven en su equipo (García Egea, González, Levy o Maroto, entre otros) por lo que su idea de regeneración interna parece creíble. Además, se ha anticipado al resto en el tono electoral: desde la propuesta de medidas concretas para ciudades -como la referida a la desokupación de pisos- hasta un discurso claramente político en el debate de los PGE. Pero sin duda hay un elemento que sostiene a Casado, y ese no es otro que haber conseguido poner fin a 36 años de Gobiernos del PSOE en Andalucía. Como se dice en el argot deportivo, uno de uno. Una prueba electoral, una prueba ganada, aunque fuera con un doble pacto con Cs y Vox.

Pero no es oro todo lo que reluce. Pablo Casado se ha encontrado con una derecha dividida en tres. Hacia el centro, Ciudadanos. Hacia la derecha, Vox. A pesar de sus intenciones por rearmar ese espacio político, parece que sus posibilidades de entrar en Moncloa solo pasan por un pacto a tres. Precisamente esa división del voto puede resultar prejudicial para las aspiraciones populares. Además, es esa disputa la que ha provocado que muchas voces vean una derechización en la formación conservadora, que ha estado tentada de reabrir debates como el del aborto, que ya provocó la dimisión en su momento de Alberto Ruiz Gallardón. Quizás dicho movimiento acabe jugando malas pasadas.

Ciudadanos: bajo el paraguas de Cataluña

El constante llamamiento a las urnas de los liberales dan a entender que están bien armados. Albert Rivera, como Casado, ha pedido elecciones desde prácticamente el éxito de la moción, pero en cambio les limita las posibilidades de seguir ejerciendo una dura oposición. La formación naranja juega un papel fundamental por ser la fuerza más votada en Cataluña, y sobre eso gira su discurso. Asimismo, recibió un espaldarazo entrando en el Gobierno andaluz, y tiene a su favor también todas las encuestas (algunas incluso les sitúan en segundo lugar).

La bandera europeísta enarbolada por Rivera le desmarca, para bien, del resto de contendientes. Eso podría jugar a su favor. Tiene en Emmanuel Macron a su espejo y es consciente de que esa puede ser la clave para que un discurso presumiblemente de centro pueda calar en el electorado español. El adelanto electoral alcanza a los liberales en una etapa de clara consolidación, pero falta por ver qué pasos pueden dar.

Precisamente por eso hay elementos que les podrían frenar. De nuevo, una atmósfera política muy dividida. Ciudadanos tiene que elegir si competir con PP y Vox en la derecha o escorarse a ese centro que predica. En manos de Rivera está el competir por el mismo perfil de votante que los partidos claramente de derechas o intentar 'pescar' entre los electores descontentos con el PSOE. Y de nuevo, corre el riesgo de quedar en la indeterminación. De todos modos, es el actor político que puede quedar en el medio de la polarización. Como dijo Rivera, la "tercera España".

Podemos: entre crisis internas y medallas presupuestarias

Podemos es el partido que baila sobre la cuerda floja, y por tanto el más perjudicado con esta convocatoria. Sus tensiones internas invitan a pensar que no están muy por la labor de ir a comicios. En cambio, cumplieron con un papel fundamental en la redacción de los Presupuestos, calificados por la formación como "los más sociales de la historia". Esto puede hacerles recuperar credibilidad entre sus votantes. Podemos, que actualmente es tercera fuerza política, es además el partido que más ha insistido en la necesidad de un "bloque de izquierdas". En este sentido, su empuje y su presión hacia el PSOE puede terminar por cohesionar ese sector.

"Les hemos arrancado los Presupuestos", insisten al Ejecutivo desde la formación morada. Y es que ese puede ser su gran argumento: dejar la sensación de que han sido ellos los que han 'gobernado' en la sombra. Asimismo, podrían recurrir al hecho de ser un partido que, con sus confluencias, ha alcanzado el sillón de mando tanto en Madrid como en Barcelona.

Pero es eso exactamente lo que se ha vuelto en su contra. Podemos está dividido y esa discusión puede conllevar un desgaste. En su seno no solo conviven varios bandos, sino que las diferencias entre ellos parecen insalvables, y lo que es peor para la formación, son conocidas por toda la opinión pública. Así, Pablo Iglesias puede pagar los platos rotos y dejar en bandeja al resto de fuerzas políticas la posibilidad de deteriorar sus aspiraciones en unas elecciones generales.

Vox: en subida constante

Son, probablemente, los más ansiosos por concurrir en unas elecciones. Y hay un motivo muy claro: irrumpir en el Parlamento con fuerza. De momento, son la única formación extraparlamentaria, pero para Santiago Abascal, todo juega a su favor. Valga como ejemplo lo sucedido en Andalucía. Y es que Vox se puede convertir en la llave de un Gobierno de derechas. Eso lo sabe su líder, pero también el resto de partidos.

Su discurso se ha llenado de propuestas excesivas en muchos temas, y de momento la jugada les ha salido bien. Pero más allá de eso, son una incógnita. El hecho de situarse a la derecha del PP puede, por un lado desgastar a los de Casado, y por otro absorver mucho voto que hasta ahora había sido abstencionista. Si nada cambia, su mensaje girará en torno a tres ejes: la inmigración, el rechazo a las autonomías y una defensa férrea de la unidad de España.

ERC y PDeCAT: todo o nada

El secesionismo catalán no ha encontrado grises y no afronta la convocatoria electoral en una buena posición. Están entre la espada y la pared. Para ellos todo ha sido blanco o negro durante estos meses. O autodeterminación o nada. Precisamente por eso están en una posición delicada. Son conscientes de que ni la derecha ni la izquierda aceptarían un referéndum, pero tanto Casado como Rivera ya han avisado de que son partidarios de aplicar el 155 "sin límite de tiempo".

Así, las formaciones independentistas no ha cedido en ninguna de sus peticiones, y aunque sus resultados electorales puedan ser positivos, sus planteamientos acabaran siendo rechazados gobierne quien gobierne. Han apostado al todo o nada, y parece que en un escenario de adelanto electoral no van a flaquear en sus demandas, con todo lo que eso conlleve.

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