"Sócrates y Séneca pudieron huir y no lo hicieron". Son palabras pronunciadas por Oriol Junqueras en una entrevista de finales de enero. Una simple comparación da pistas sobre cuál es la relación entre las principales voces del independentismo. El juicio del procés ha dejado claras algunas posturas respecto a la figura de Carles Puigdemont, que ha sido casi denostado por algunas de sus personas de confianza, ya sean miembros del PDeCAT o de Esquerra Republicana.

A medida que avanza la causa contra los políticos secesionistas presos, el expresidente de la Generalitat mira desde la distancia. Atiende al juicio y sus correspondientes declaraciones en su casa de Waterloo y valora en 240 caracteres a través de Twitter. Mientras, son varios los implicados y testigos que le colocan como único responsable de la vía escogida con el referéndum ilegal del 1 de octubre y la DUI.

Oriol Junqueras fue uno de los primeros juzgados en comparecer ante el Supremo, y su hilo argumental fue mucho más político que puramente técnico desde el punto de vista jurídico. "Que esto no se resuelve poniendo a la gente en la cárcel es clarísimo", defendió el de ERC ante el juez Marchena, insistiendo varias veces en que "nada" de lo que hicieron a lo largo esos meses "fue ilegal".

"Fui nombrado vicepresidente del Gobierno de Cataluña y fui cesado por el 155. Me considero un preso político", sentenció. De hecho, hizo especial hincapié en esta condición; puede tratarse de una clara muestra de desmarcarse del camino elegido por Puigdemont, que se refugió en Bélgica para eludir responsabilidades por las que otros están ahora en el banquillo.

Muchas perlas dejó también en su declaración Santi Vila. El más díscolo de los independentistas -considerado incluso un traidor por algunos compañeros de cuerda- aseguró que "todos podríamos haber sido más responsables" y crítico la unilateralidad, señalando directamente el papel del expresident. "Puigdemont tomó una decisión, una argucia, para desescalar en la tensión y en la presión: anunciar por sorpresa que iba a convocar un referéndum", soltó.

"Algunos tuvimos hasta el último segundo la convicción de que no se llevaría a cabo el 1-O. Se llevó a cabo. Fue muy desgraciado y triste", añadió, mostrando que él, que abandonó el Govern antes de la consulta, no estaba de acuerdo con las formas. Estaba, según sus propias palabras, "frustrado" con lo que estaba ocurriendo y con la ruta escogida.

Carles Puigdemont tampoco escuchó las peticiones de quienes eran partidarios de una convocatoria electoral en lugar de optar por la vía unilateral. Es el caso de Artur Mas. El precedesor de Puigdemont dijo ante el juez que él había avisado al presidente de que llevase el proceso "por un marco legal que pudiera controlar" y que no descartase "la opción electoral".

"El referéndum fue una alteración de la hoja de ruta por parte de Puigdemont", sentenció ante el Supremo, y aunque intentó aclarar que siempre quisieron optar por una votación "acordada" por el Gobierno de Rajoy, no se mostró convencido de los pasos dados por el Govern. "Yo analizaba diferentes escenarios del grupo de expertos con el mandato popular que teníamos y les preguntaba hasta qué punto había base legal para seguir con nuestros planteamientos", desveló.

Otra partidaria de comicios era Marta Pascal. La ex coordinadora general del PDeCAT reiteró que "entre la DUI y las elecciones" ella creía que la mejor opción era acudir a las urnas, y además sostuvo que esa visión era compartida "por otros compañeros" del partido.

"Le trasladé al presidente Puigdemont que era partidaria de convocar elecciones el 27-O", declaró Pascal en la Sala, desmarcándose así de los planteamientos escogidos por el Govern. "Defendí que otras vías eran mejores que la unilateral", concluyó.