Gastronomía

Cómo preparar un 'frosting' perfecto y muy sencillo

Suele ser el broche final de muchas tartas y, sobre todo, lo primero que llama la atención de un pastel o de un cupcake: el frosting. O cobertura, o glaseado o como queramos llamarlo si el término inglés nos parece una horterada.

Aunque algunas recetas son casi más complicadas que la propia tarta, la buena noticia es que preparar un frosting rico y casero no tiene ningún misterio y, además, será la base perfecta sobre la que elaborar diferentes versiones.

¿Qué necesitamos? Queso crema y azúcar glass, así de sencillo. Aunque en algunos se usa también mantequilla, en este caso vamos a simplificar al máximo para conseguir en 5 minutos una cobertura que siempre funciona.

Frosting de queso

De hecho, es tan sencillo que no podemos hablar ni de receta. En un bol ponemos unas cucharadas de queso crema -tipo Philadelphia- y añadirmos azúcar glass al gusto. ¿Cuánta cantidad? Dependerá de si queremos una cobertura más dulce u otra en la que el punto del queso predomine para, por ejemplo, un pastel de zanahoria.

En cualquier caso, tan solo tenemos que remover con una cuchara y listo. Ni siquiera hace falta batirlo. Es más, ojo con eso porque al batirlo el queso crema puede perder consistencia y acabar siendo demasiado líquido, complicándonos el trabajo a la hora de colocarlo encima de la tarta o el cupcake de turno. Queremos una textura bastante densa que, además, ganará consistencia si la dejamos unas horas en la nevera.

Frosting con colorante

A partir de esta sencillísima base podemos tunear el frosting a nuestro gusto. Algunas ideas: un poco de canela, cítricos rallados, unas virutas de chocolate, un toque de pimienta y nuez moscada -funciona muy bien en bizcochos con frutos secos o muy dulces- o, si queremos darle un toque de color, basta con añadir un poco de colorante alimenticio para conseguir diferentes acabados.

Así de sencillo y así de rápido. Ya no tienes excusa para que tus tartas no queden perfectas.

loading...