El pasado lunes no solo fue la resaca de las elecciones generales, también se celebraba el Día Internacional de la Danza –instaurado por la Unesco en 1982–. Lo que evidencia que, aunque la política cambie, el arte permanece.

Por eso, el coreógrafo y bailarín Víctor Ullate acudió al Teatro Real de Madrid para conmemorar esa fecha especial, que no solo es motivo de festejo sino "una señal inequívoca de que la danza es necesaria para un colectivo más numeroso de lo que piensan algunas minorías".

Aprovechó el foco para pedir a las administraciones un mayor apoyo para este arte. "No es suficiente la ayuda pública ni privada en nuestro país para sostener el mundo profesional de nuestro arte. Nuevos cambios fiscales y planteamientos culturales deberían suceder para menguar la enfermedad de este frágil sector cultural, que afortunadamente afecta ya a muchas personas, pues somos muchos los pacientes afectados por esta enfermedad que se llama pasión por la danza", aseguraba el bailarín en la lectura de un manifiesto.

Tras las reivindicaciones llegaron las sonrisas. Porque a este día se le sumaba una doble celebración: la clausura del 30.º aniversario del Víctor Ullate Ballet. Por esta razón, el Teatro Real acogerá el sábado el espectáculo 30 años de Danza, una gala en la que participarán bailarines como Filipa de Castro, Itziar Mendizábal, Katherine Currier, Keiko Oishi, Laura Rosillo o Joaquín de Luz, entre otros.

¿Qué nos espera en esta despedida de la gira?

Será una gala de felicidad, con la que se celebrarán estos 30 años que tanto han merecido la pena porque hemos hecho público.

Si echa la mirada hacia atrás, ¿qué han significado estos treinta años, para la danza y para usted?

Han sido años de lucha y también de éxitos. Desde 1988, cuando estrené la compañía, han sido éxitos tras éxitos, a pesar de los momentos difíciles que hemos pasado. Porque la compañía no tiene cubierto el presupuesto anual y tenemos que estar haciendo muchos espectáculos.

Pero estamos felices de poder estar aquí y, sobre todo, de haber hecho cantera, bailarines, escuela y ballet. También, de que la compañía (semiprivada) siga existiendo, porque que no ha sido fácil que dure tantos años.

¿Quién celebra el Día Mundial de la Danza?

Los que amamos este arte. No nos podemos olvidar de este día tan fantástico y maravilloso dedicado al arte de la danza.

¿Cuántos españoles cree que han visto alguna vez un ballet?

No sabría decirte una cifra, pero es cierto que cuando empecé con la Compañía Nacional de Danza [la formó y dirigió desde 1979] y fuimos a Sevilla, tuvimos dieciocho espectadores; en cambio, ahora llenamos las salas. Y, desde luego, tenemos nuestro público, porque a cualquier ciudad que vamos de nuestro país llenamos los teatros. Eso es un orgullo para mí y para todos los bailarines que han pertenecido a la compañía.

¿Con qué ojos hay que ver un ballet?

No necesitas gafas. Pienso que te tienes que relajar y disfrutar de lo que ves y, sobre todo, ir con esa sensación de felicidad que uno tiene al ver cualquier manifestación artística.

A diferencia del cine o del teatro, ¿es posible que la danza requiera de conocimiento para poder apreciar el espectáculo?

No necesariamente. Hay que tener una sensibilidad especial. También es importante que te guste la música, el movimiento y que lo sepas valorar.

Es curiosa la gran acogida que ha tenido el musical Billy Elliot. ¿Cree que la danza necesita de un relato?

Los musicales gustan mucho en España. Y más en este caso, que habla de un niño que quiere ser bailarín y que la familia se opone. Esto es lo que hasta ahora ha sucedido. La primera vez que lo vi me sentí muy vinculado a la historia.

Entonces, ¿se ha superado esa simpleza de que los niños no deben bailar?

Yo creo que está mas que claro. En la escuela tenemos muchos chicos que vienen a estudiar danza y eso hace unos años era impensable. Sin embargo, ahora sí los hay.

Ha logrado una gran proyección no solo a nivel nacional sino internacional. ¿Diría que el público tiene el mismo interés por la danza fuera de España?

Fuera de España se valora más el arte de la danza. Pero nosotros no nos podemos quejar, el público español se pone en pie después de cada espectáculo. Aquí hay gente que ama la danza igual que en otros países. Además, España es un país que no carece de nada y un bailarín puede formarse aquí, igual que lo han hecho alumnos míos que hoy en día trabajan en las principales compañías de baile de Europa y América.

¿Y por qué no se quedan aquí?

Eso es una cuestión política. ¿Por qué el Teatro Real, el Liceo o los teatros de provincia no tienen sus cuerpos de baile como en otros países?

¿Qué necesita la danza española para que se asegure su futuro?

El apoyo de los gobiernos: que piensen que el arte es el bálsamo para el espíritu. Es necesario que continúen apoyando la danza para que forme parte del arte del país. Esto es lo que pasa en lugares como Francia, Rusia, Alemania o América, para ellos sus compañías son lo más.

Hace un tiempo parecía que se retiraba, pero no ha sido así...

Siempre hay momentos en los que dices: "Me retiro". Pero desde el Festival de Mérida me pidieron que, antes de eso, hiciera algo para ellos y pensé: "¿Por qué no?". Podría ser una buena retirada con Antígona [la coreografía creada por él y Eduardo Lao que se estrenará mundialmente en la gala del sábado].