Nacho Duato, sobre su discurso LGTBI en 'Prodigios': "No culpo a mi padre, culpo a la dictadura"

El coreógrafo español más internacional, Nacho Duato.
El coreógrafo español más internacional, Nacho Duato.
JORGE PARÍS
El coreógrafo español más internacional, Nacho Duato.

Casi de manera inesperada, Nacho Duato se ha convertido para muchos en la voz del colectivo LGTBI+ después de impactar con sus palabras el pasado sábado 27 de abril durante la final de Prodigios, el programa de jóvenes talentos de TVE.

Yo empecé a bailar a los 13 años. En casa no me dejaban. Me tuve que ir a un estudio de ballet pero no había niños, todo eran niñas. Y cuando salía tenía que ponerme las mallas y las zapatillas a escondidas porque los niños de mi colegio me llamaban 'marica, eso es para nenas'", relató, recordando que su padre siempre le repetía "Nacho, habla como un hombre".

Tras recordar que su padre, en toda su carrera, habrá ido a verle bailar solo unas cuatro veces, Duato realizó un emocionante discurso final: "Cuando te veo bailar, pienso lo joven que eres, y lo que dijiste el otro día de que quieres ganar para reivindicar el puesto del hombre en la danza, y cuando el otro día vi a tu padre, cómo te apoyaba... Yo que siempre he pasado un poco de todo y decía: bueno, si no viene mi padre es porque está muy ocupado. Pero ahora pienso... qué cosa más grande me he perdido. Sigue adelante porque sé que lo vas a conseguir. Qué suerte que hayas nacido en una España libre, una España democrática, y no la que me tocó vivir a mí. Enhorabuena".

Días después, el bailarín ha querido profundizar en ese discurso y matizar lo que haga falta, si es que algo se entendió mal. "Yo no quería hablar de mi homosexualidad. Quería hablar de mi niñez", cuenta a El País.

"Lo peor es que tu padre se avergüence de ti", afirma, pero sin culpar a él o a su familia: "Culpo a la dictadura y a aquella España". "Mi padre era presidente de Acción Católica, fue gobernador civil, venía de una familia conservadora", recuerda. Así que, el "tener un hijo que quería ser bailarín" y además al que ya veía con aquel "ramalazo", provocaron el distanciamiento entre ambos.

"Era la España que era. Y yo era diferente, sí, a esa edad yo no sabía si era gay o no. Era de otra forma", relata el coreógrafo.

Sea como fuere, en 1990 fue de los primeros "en salir del armario". "Entonces me tiraban huevos por la calle. Pero aquel día había leído esta frase de Nietzsche: 'Si existe Dios seguro que es bailarín'. Salí a la calle, feliz", acaba.

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