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Valls y Rivera, un corto matrimonio que ha acabado en 'custodia compartida'... de concejales

Manuel Valls (izquierda) y Albert Rivera durante un acto de Ciudadanos.
EFE

Era la gran apuesta de Albert Rivera y el primero de los fichajes "independientes" de cara a las municipales y autonómicas. Con Manuel Valls, Ciudadanos veía asegurada la estrategia en la ciudad de Barcelona para desbancar a Ada Colau. Un catalán con experiencia en política, europeísta y con quien compartía su lucha contra el independentismo. Era la baza perfecta pese a que con su fichaje tuviera que sacrificar a su candidata en la ciudad condal, Carina Mejías.

Ahora, tras un corto matrimonio, la plataforma que pretendía tomar Barcelona en las urnas está formalizando tres semanas después de las elecciones la separación de bienes y la custodia de sus concejales: a los tres ediles de Ciudadanos se ha sumado el ex socialista Corbacho, dejando a Valls con solo dos concejales.

Las conversaciones entre Rivera y Valls comenzaron en 2017, pero no fue hasta el año pasado cuando se terminó de cerrar su incorporación y, desde el inicio, el político marcó perfil propio. Su anuncio en televisión sobre la posible incorporación en las filas naranjas fue solo el principio. Se saltaba el bombazo que debía anunciar el partido, que inmediatamente después tuvo que confirmar su fichaje como uno de los primeros "talentos" que aterrizarían más adelante.

Valls se incorporaba como independiente, sin afiliación al partido, aunque desde la formación consideraban que "lo ideal" era que en algún momento recibiera su carné. No solo no lo recibiría sino que rechazó presentarse bajo las siglas partido naranja a las elecciones. Su proyecto para conseguir Barcelona pasaba por liderar una plataforma de independientes y que integrara miembros de Ciudadanos. El resultado fue Barcelona pel canvi-Cs.

Distanciados por Vox

La historia de amor entre Albert Rivera y Manuel Valls comenzó en 2017. Entonces, el ex primer ministro francés, comprometido con la lucha contra el independentismo, participó en las manifestaciones por el constitucionalismo y las de Sociedad Civil Catalana e incluso asistió al acto de campaña de Ciudadanos días antes de las elecciones catalanas del 21-D. Entonces, ambos líderes empezaron a tantearse.

La relación se fue forjando con los meses hasta que en verano de 2018 se confirmaba la candidatura de Valls, que solo un mes después de su presentación marcaba las primeras distancias con el partido en cuanto a las relaciones con Vox, para quien pedía un cordón sanitario.

En el mes de diciembre, las elecciones en Andalucía dejaban un escenario inédito: el bloque de derechas podía gobernar en la Junta gracias sumando a PP, Ciudadanos y Vox, que cedería su apoyo sin reclamar puestos de gobierno. Un hecho que no gustó a Valls y que supuso solo el primer paso de la ruptura. "No todo vale", escribía en un comunicado en el que dejaba clara su independencia con respecto al partido.

Más tarde, la manifestación de Colón marcó un antes y un despuéss. Con Valls convencido de que no acudiría a la manifestación, la presión de Ciudadanos le obligó a presentarse pero evitó hacerse la instantánea con el resto de líderes, que posaban junto a los del PP y los de Vox en la ya famosa foto de Colón.

Ausente en la campaña de las generales

Con una marcada distancia entre ambos, Valls no participó en los actos de campaña de Ciudadanos antes de las generales y no dudó en mostrar su desacuerdo al cordón sanitario al PSOE. En las municipales, incluso, los líderes políticos siguieron los resultados por separado. En la sede electoral, los miembros de la plataforma independiente se informaban en una sala mientras que, en otra distinta, lo hacían los del partido de Rivera.

Incluso ambos dirigentes comparecieron por separado y con advertencia incluida: "Cualquier alianza para conquistar una comunidad autónoma o una gran ciudad, y pienso en la capital de España, sería una ruptura total y definitiva con un partido", amenazaba Valls la misma noche electoral sobre las consecuencias de un pacto con Vox.

El escenario de Barcelona en las municipales, con las únicas alternativas de gobierno de Colau o el líder de ERC Ernest Maragall, han terminado de romper una relación que estaba destinada al fracaso. La decisión de Valls de apoyar a los comunes a cambio de nada como única alternativa para evitar un gobierno independentista ha hecho saltar por los aires la plataforma en común, que ha acabado dividida en dos grupos propios: Ciudadanos, con cuatro concejales, y Barcelona pel canvi, con otros dos ediles tras la decisión del exsocialista Celestino Corbacho de sumarse a la bancada de Ciudadanos.

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