Alba Molina: "Ahora me doy cuenta de quiénes son mis padres"

Escueta en palabras, Alba Molina acude a una cafetería del centro de la capital española para presentar su tercer disco de homenaje a sus padres, el dúo flamenco Lole y Manolo, autores de éxitos como Tu mirá que traspasó nuestras fronteras hasta atrapar a figuras como Tarantino, que aprovechó la fuerza de este tema para darle ritmo a Kill Bill.

La artista es indolente en sus respuestas. Quizá porque aún no ha despertado, a pesar de que el reloj marca las 12:00 horas; porque se ha enfrentado a otras veinte entrevistas previas o, simplemente, le gusta ir al grano. En todo caso es sincera. No esconde sus emociones cuando habla de sus padres, incluso, descubre su tatuaje del brazo: un león que se grabó en honor a Manuel.

Hace cuatro años que se despidieron, pero ella sigue recordándole. Ejemplo de ello es su nuevo álbum Para Lole y Manuel (Universal Music), grabado en directo en su concierto en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. De nuevo junto a Joselito Acedo, desgrana el repertorio de estos artistas que ha ido acompañando a Alba durante toda su vida personal, y en los últimos años de su carrera profesional.

En una carta expresa que "hasta después de grabar las canciones" no fue "consciente" de lo que había hecho. ¿Qué ha sido? 

He tenido el valor de hacer las canciones que me sé desde pequeñita, pero que tienen una gran dificultad a la hora de ejecutarlas y, emocionalmente,a la hora de cantarlas.

¿Cree que con este tercer homenaje ha saldado una deuda?

No lo siento así. Siento que he completado una etapa. El primer disco lo grabé porque me empujó la muerte de mi padre [en 2015]; el segundo y el tercero, porque me salió del alma. No fue porque me pareció que tuviese que hacerlo, no tenía afán por llegar a ningún sitio.

Entonces, ¿podría ser esta trilogía la prueba de que es usted una mujer de ley?

Puede ser... No lo había pensado nunca. Simplemente he ido haciendo lo que iba sintiendo.

Abre el disco con Que nadie vaya a llorar, un tema de su padre sobre la muerte. ¿Ha sido duro o terapéutico?

Las dos cosas. Fuerte a la hora de cantarlo, escucharle y asumirlo.

¿Ha cambiado algo de esta canción?

No, no he cambiado nada de ninguna. Esta, en concreto, la venía cantando algunos meses antes para poder interpretarla en directo. El concierto entero fue emotivo, pero este tema fue un gran momento.

Claro, porque además el disco se grabó en directo. ¿Cómo vivió ese concierto?

Fue muy bonito, alucinante. El Teatro Lope de Vega es un sitio donde yo he estado desde chiquitita por millones de motivos y, además, está en Sevilla, que para mí es importante. Y, bueno, también fue muy emocionante porque acudieron mi madre, mi familiay mis amigos.

¿Qué hubo de especial que no podamos ver en el DVD?

Nada, todo está ahí. Aunque yo no lo he visto. De hecho, acaban de darme por primera vez el disco físico [se publicó esa misma mañana] y ni siquiera lo he ojeado. Aun así, creo que el álbum está bastante calentito.

¿Con qué mirá ve este disco su madre Lole?

No lo sé. Todavía no lo ha escuchado. Supongo que bien.

Bueno, de alguna manera reaccionaría en el concierto.

Estaba bastante llorona y sincera...

¿Le dio alguna pauta para interpretar sus canciones?

No, yo no soy de preguntar para que me den su opinión. Esas canciones están impregnás en mis huesos desde pequeñita y si me pongo a preguntarle no las canto, para eso ya está ella. La relación que llevo con mi madre es más espiritual, no necesitamos hablar mucho del proyecto; con que llore me vale.

De hecho, cuenta con su colaboración en la canción La mariposa, ¿subirse con ella al escenario le supuso un reto o fue más bien un reflejo o una sombra?

Lo viví con ilusión, miedo y vergüenza. Fue un reto también, pero no soy muy de eso. Con mi edad [40 años] me gusta vivir tranquila y aceptar las cosas.

¿Se considera impulsiva?

Sí, sí. Totalmente.

Artistas como Emilio Aragón o Estrella Morente han dedicado su año a trabajar en un disco de homenaje a su familia. ¿Es un rasgo de madurez?

Puede ser. Cuando eres más joven quizá tengas otras inquietudes,y cuando te haces mayor te gusta recordar de dónde vienes.

¿Le ha resultado fácil separar el vínculo familiar del profesional cuando ha cantado con sus padres?

No, porque no soy un robot. Ahora me doy cuenta de quiénes son. Para mí es un regalo. La palabra orgullo no me gusta mucho, prefiero regalo.

Hoy en día parece que si un artista no es polifacético no es artista...

¿Qué fuerte, no? Hoy en día es muy complicado todo, es horrible; no lo entiendo bien. A mí eso me da bastante igual, hago lo que siento todo el rato.

Ha colaborado con vocalistas muy diversos. ¿Qué une a Alejandro Sanz, Leiva y Vicky Luna?

Supongo que el corazón. Su estilo musical no tiene mucho que ver, pero son artistas.

Y, ¿qué es lo que le une a usted con ellos?

Fui pareja de Alejandro y de Leiva y les quiero muchísimo. Con Vicky no me he acostado todavía [se ríe], pero también la quiero mucho.

¿Dónde quedaron sus días de modelo?

No tengo ni idea, bastante lejitos.

¿Los echa de menos?

No, no es mi pasión. Fue un momento de mi vida que me hizo ganar dinero y divertirme, pero no tiene nada que ver con cómo me hace sentir la música.

¿Con Para Lole y Manuel acaban sus días de homenaje o continuará la saga con un cuarto álbum?

No creo que vaya a acabar. Seguiré cantándoles, lo que no sé es si grabaré otro disco.

Ahora comienza su gira por el mundo, ¿cómo suele acogerle el público internacional?

Con empatía y cariño. Los conciertos son distintos, pero también me encuentro con muchos españoles que viven fuera. Siempre hay un "¡olé!" entre los asistentes. Se siente a la gente española y, además, el público de fuera suele ser muy respetuoso.

Hija del dúo flamenco Lole y Manuel, nació en Sevilla en 1978. Comenzó su trayectoria como modelo a los 12 años, aunque fue la música lo que le dio fama. En 1997 editó su primer disco, Despasito. Fue nominada al Grammy Latino 2019 por su anterior álbum Caminando con Manuel.