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Silvio Berlusconi, el político de la lengua afilada, resurge a los 71 años

Silvio Berlusconi no promete milagros, sino trabajo duro en su tercer mandato en Italia. (Alessandro Garofalo / Reuters).
Alessandro Garofalo / Reuters

El líder conservador Silvio Berlusconi, gobernará a sus 71 años, por tercera vez, Italia, un país que atraviesa una fase de desilusión e incertidumbre económica, al que en esta ocasión no prometió milagros sino trabajo duro.

Tras dos años en oposición, para estas elecciones Berlusconi reinventó su formación y creó el Pueblo de la Libertad (en el que integró a su partido, Forza Italia, y la derechista Alianza Nacional), que ha ido en coalición con la federalista Liga Norte y el Movimiento por la Autonomía.

Berlusconi es el político más rico de Italia, con una fortuna que la revista Forbes cifra en 9.400 millones de euros y el tercero de todo el país. Hijo de un banquero de clase media, labró su capital en una meteórica carrera empresarial que comenzó muy joven, cuando con apenas 25 años fundó su primera constructora, Cantieri Riuniti Milanese.

A mediados de la década de los años setenta puso en marcha una televisión por cable que emitía en uno de los barrios milaneses que él mismo había construido, y luego adquirió parte del accionariado del diario Il Giornale antes de crear, en 1978, la televisión Canale 5. Una década después contaba con tres canales privados que acabaron con el monopolio de la televisión pública, RAI, mientras ampliaba sus intereses al mundo del fútbol con la adquisición del club AC Milan.

Su imperio se extendió entonces con firmas como el grupo editorial Mondadori, la cadena de vídeo-clubes Blockbuster y participaciones en la casa Olivetti, valores que agrupó en el conglomerado Fininvest.

Paso a la política

Culminado su proyecto empresarial, Berlusconi desembarcó en política con la creación, en diciembre de 1993, de Forza Italia, un partido que, apoyado en consignas populistas y el poder de sus televisiones, logró irrumpir de forma espectacular en la pugna por el Gobierno. En sólo dos meses y con una incisiva campaña en la que prometía administrar el Estado como si fuera una de sus prósperas empresas, obtuvo una aplastante victoria frente al centroizquierda en las elecciones de marzo de 1994.

Aquel Gobierno duró poco. Desestabilizado por los ataques de la oposición, por polémicos decretos de ley y, sobre todo, por diversos escollos judiciales, sus aliados de la Liga Norte le retiraron la confianza, lo que precipitó su dimisión a finales de ese mismo año. Al mismo tiempo que proliferaban sus empresas, también lo hacían los procesos en su contra, hasta el punto de que entre 1996 y 2000 tuvo abiertos hasta cinco juicios a la vez con cargos que iban de corrupción y soborno a falsedad en los balances.

Sin embargo, nunca pisó la cárcel, ya que todas las causas acabaron en absolución, prescripción del delito o una maraña de interminable burocracia judicial que prosigue aún.

Pese a los problemas con la Justicia, Berlusconi no descuidó el terreno político y lideró la oposición hasta las elecciones de 2001, cuando reconquistó el Gobierno con mayoría absoluta al frente de la coalición conservadora Casa de las Libertades. En los cinco años de mandato hizo correr ríos de tinta con sus encontronazos con la magistratura, las leyes promulgadas a medida de sus intereses, sus retoques estéticos y su lengua afilada, que dio más de un quebradero de cabeza a la diplomacia italiana.

En abril de 2006 perdió las elecciones contra Romano Prodi, lo que le alejó del primer plano informativo, nacional e internacional.

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