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Pilar Cernuda destapa a las espías españolas, grandes olvidadas, en su libro 'No sabes nada de mí'

La periodista y escritora Pilar Cernuda, en una entrevista con 20Minutos.
JORGE PARÍS

"Tenías una pastilla de cianuro. Si pasaba el peligro, la escupías. Si no, la tragabas. Es una muerte automática". No es la confesión de un personaje de ficción, al contrario: se trata de una declaración de Marina Vega (Torrelavega, 1923) a la periodista Natalia Junquera, hace once años, en una entrevista para El País. Esta fue la única mujer en la red española al servicio de la Resistencia Francesa, durante la Segunda Guerra Mundial. A la pronta edad de 17 años, inició su camino como espía, luchadora antifranquista y cazanazis.

Pilar Cernuda, periodista y escritora que acumula más de una decena de libros a sus espaldas –entre ellos, El síndrome de la Moncloa, 23-F: la conjura de los necios o Madres solas, recoge en su nuevo título No sabes nada de mí: quiénes son las espías españolas (La Esfera de los Libros), historias tan sorprendentes como la de la cántabra. En cada uno de los capítulos aborda un caso diferente, con el fin de "reivindicar el papel de las mujeres que trabajan por nuestra seguridad" o, lo que es lo mismo, "la profesionalidad de mujeres excepcionales, pero que nunca serán reconocidas".

Desde misiones con la mafia rusa, el terrorismo de ETA o el yihadista, hasta desafíos en el terreno de la ciberseguridad. Existen "más mujeres de las que se piensa" operando en estos casos pero, en cambio, "se cree que la espía es la que asoma la pierna y enseña la liga, para seducir a un señor y sacarle información" critica la autora, que se sentó con hombres y mujeres del CNI para evitar que el libro "quedase cojo".

Casi el 50% del CNI lo forman mujeres

"Desde la editorial me propusieron hacer un libro sobre este tema. Me costó muchísimo conseguir una autorización para hablar con el CNI, pero prometí que tomaría todas las precauciones del mundo", cuenta Cernuda. Y continúa: "La primera vez que entré todavía era el CESID, en la época de Manglano".

Emilio Alonso Manglano dirigió el Centro Superior de Información de la Defensa desde 1981 hasta 1995, cuando dimitió de su cargo por el escándalo mediático de las escuchas ilegales del CESID. Cernuda lo define como una persona "fuera de serie" que "fue tratada de manera injusta".

"En el CNI, aproximadamente el 50% son mujeres", recalca. Un hecho que es posible gracias a las aportaciones de Manglano. A partir del 16 de mayo de 1983, el CESID abrió la puerta a mujeres y civiles. Hasta el momento, estaba conformado, únicamente, por hombres militares "aún no había mujeres ni en la Guardia Civil ni en Defensa".

El CESID fue el primer espacio vinculado a la defensa del país al que las mujeres pudieron acceder. "Nadie sabe que las mujeres entraron antes al CNI que a las Fuerzas Armadas", aclara Cernuda sobre estas desconocidas.

Se para en este adjetivo, "desconocidas". "Estamos en un momento donde queremos reivindicar el papel de la mujer en todas partes. Hay profesionales importantísimas luchando por nosotros desde el anonimato, mujeres excepcionales que nunca estarán en un pedestal".

Normalmente, los méritos caen sobre la Policía Nacional y la Guardia Civil: "Ellos pueden detener". "El primer ministro de Interior que, en las ruedas de prensa sobre grandes operaciones, daba las gracias al CNI, fue Rubalcaba", recuerda.

¿Cómo es la verdadera espía española?

Lo dice el título: No sabes nada de mí. "En el CNI actúan con una discreción absoluta. Si alguien te dice que es uno de ellos, miente. Si ni siquiera sus familias saben dónde trabajan...", aclara, antes de puntualizar en las mujeres: "Para ellas, preservar esta intimidad es más dificil, sus maridos creen que son, por ejemplo, funcionarias".

El "fondo común" de estas "espías" "es un término muy amplio, pero todas tienen algo de espía, ya que investigan lo que hacen otros sin que se sepa", es su arte del "disfraz", la "capacidad de mentir" y de jugar "psicológicamente" con las personas "en función de su trabajo, formación y manera de ser".

Además, "tienen una capacidad asombrosa de manejar las tecnologías" y han superado "pruebas de formación en las que muchos se quedan por el camino. Nunca se quedan atrás de lo que pueden hacer los hombres, sus compañeros me lo han confirmado".

Antes de profundizar en el CNI (habla de personalidades como Elena Sánchez y Paz Esteban), Pilar Cernuda cuenta la historia de "las pioneras": "En la primera parte, hablo de mujeres que han sido espías pero que no lo sabíamos, porque no están en los archivos".

Entre ellas, Aline Griffith a finales de los ochenta desveló haber trabajado para la OSS y, después, se incorporó a la CIA o la protagonista del espeluznante caso de la mano cortada (1954), la marquesa de Villasante Margarita Ruiz de Lihory.

También Araceli González Carballo, esposa y "tapadera" de Juan Pujol Garbo. "Todo el mundo conoce el caso de Garbo, que era agente doble con los alemanes y con los británicos en la Segunda Guerra Mundial. Fue quien engañó a los alemanes sobre el desembarco en Normandía, que fue letal para Hitler. Pero nadie pensó en su mujer, que consiguió información muy valiosa", explica.

Sobre lo que las mueve a introducirse en este terreno, Cernuda destaca tres aspectos: "Su patriotismo, a pesar de que el concepto esté devaluado" y "su formación" para hacer "cualquier cosa dentro de la ley": "En el CNI trabajan un juez titular y un sustituto. No hay una sola operación que no se haga con autorización judicial pertinente", recalca.

Pilar Cernuda hace un alegato de una verdad que arrambla con los tópicos y que asegura la "confianza" en esas mujeres que, desde hace años, arriesgan su vida para probar que "estamos en buenas manos".

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