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"Una persona con discapacidad sin un empleo no va a dejar de ser dependiente"

Luis Natalio Royo Paz (2 izq.) y María Teresa Rodríguez Peco (c), junto a varios trabajadores del Grupo Social ONCE.
Fotógrafo ONCE

"El empleo no es un medio, es un fin. La mejor forma de que una persona pueda estar integrada en la sociedad es que pueda tener un salario digno". Con esta rotundidad, la Presidenta del Consejo Territorial en la Comunidad de Madrid de la ONCE, María Teresa Rodríguez Peco, presentó este miércoles, junto al delegado territorial Luis Natalio Royo Paz, el Informe de Valor Compartido 2018 con los datos de la actividad económica y social del Grupo Social ONCE a nivel estatal y las cifras de empleabilidad de la organización.

"Es posible que con trabajadores con discapacidad se llegue a una rentabilidad social, pero también a una rentabilidad económica", subrayó Royo Paz. En la línea de sus declaraciones, el Grupo Social ONCE —formado por Fundación ONCE, Ilunion y la propia ONCE—, que ya es el cuarto empleador del país y el primero en personas como discapacidad, impulsó durante el pasado año —en su ochenta aniversario— un puesto de trabajo para 11.937 personas en toda España, de las que un total de 11.571 tenían alguna discapacidad.

Y una de las bases para lograrlo es la educación: "Nuestro objetivo es la plena inclusión educativa y la plena inserción en las universidades", afirma Rodríguez Peco. Entre los nuevos empleados que han conseguido esa integración están María, Jonatan y Andrea, tres jóvenes que ya tienen un contrato indefinido.

"Es fundamental romper con los estereotipos"

Jonatan Ruiperez, persona con discapacidad y trabajador de Inserta Madrid.

Jonatan tiene una discapacidad física. A los 18 años, un virus causó a este joven asturiano una lesión medular que lo dejó postrado en una silla de ruedas. Ahora, a los 38 y tras haber estudiado la carrera de Psicología, orienta y forma en Inserta Empleo Madrid a otras personas con discapacidad para que encuentren un trabajo que les ayude a "romper con los estereotipos" de las empresas y que estas "adapten el puesto a sus necesidades". Así, lo que intenta lograr es "que se valore a las personas con discapacidad por su capacidad —valga la redundancia—a la hora del empleo".

Él es un ejemplo de superación. Con la ayuda de su familia tras la enfermedad, su objetivo "siempre fue trabajar por recuperar lo máximo posible y que me permitiera tener autonomía". A los 30 años comenzó una carrera pese a las barreras que se encontró en la universidad, sobre todo arquitectónicas. "Con 18 años, a la hora de valorar estudiar una carrera, me encontré con barreras que me impedían acceder a lo que quería estudiar. Por casualidades de la vida, cuando entré a la universidad ya tenía 30 años y afortunadamente en esos 12 años de diferencia se vio la evolución y entonces sí había medidas", cuenta.

Pero "la accesibilidad universal, como todos entendemos el concepto, todavía no existe", matiza y critica Rodríguez Peco, que añade que no solo no está implementada en las universidades, tampoco en las empresas. Jonatan la reclama "para que todo el mundo pueda acceder sin depender del tipo de discapacidad que tengas. Cuando yo fui a la oficina de la universidad pusieron unas adaptaciones que eran para mí, pero eso no hacía que otra persona con discapacidad pudiera acceder a lo mismo. Ahora las medidas van enfocadas para que favorezcan a todos los discapacitados, no solo a unos pocos".

"Sin un empleo no dejamos de ser dependientes"

María Rodríguez, discapacitada visual y vendedora de la ONCE.

No obstante, cada vez más jóvenes discapacitados se enfrentan a las trabas que puedan tener a la hora de estudiar y se deciden por ir a la universidad o realizar algún curso de Formación Profesional (FP) para poder tener un futuro mejor. María tiene una ceguera casi de nacimiento, a sus 25 años no ve "ni un hilo de luz" y compagina su trabajo como vendedora de la ONCE por las tardes con un FP de Comercio y Marketing que hace por las mañanas. E incluso se plantea hacer una carrera. Ella acaba de conseguir un trabajo indefinido tras tres años en su puesto. "Hay más trabajos, pero la venta la seguimos teniendo ahí y pase lo que pase siempre va a estar ahí. Además, es mucho más flexible para compaginar estudios y empleo", cuenta.

"En este trabajo te encuentras las mismas dificultades que en cualquier otro trabajo de cara al público: hay gente mal educada y tienes que seguir sonriendo a pesar de que te estén tratando fatal, también hay quien te intenta timar con billetes falsos...". No obstante, en 2018 se hicieron indefinidos 1.033 contratos de vendedores en toda España, y todos ellos a personas con discapacidad.

Gracias al sueldo como vendedora esta joven ha podido independizarse con su novio, también con discapacidad visual, y lleva una vida "normal". "Una persona discapacitada sin un empleo que le de una independencia no va a dejar de depender de su familia", asegura. "Así como aprendes a hablar y a caminar, aprendes a caminar sin ver. El bastón nos lo enseñan en la ONCE, pero yo en el momento en el que me independicé aprendí muchas otras cosas, a defenderme sola porque no puedo  llamar a mis padres para todo".

"Todo es adaptable"

Andrea Durán, discapacitada visual y trabajadora de Ilunion.

Andrea Durán es gallega, tiene 31 años y trabaja actualmente como técnico de Dirección de Personas y Desarrollo de Talento en Ilunion. Tras casi cuatro años en la empresa, durante los que ha pasado por varios de sus divisiones como Ilunion Hotels o Ilunion Facility Services, consiguió un contrato estable hace unos meses en el puesto en el que lleva casi un año. "Vine de fuera para este proyecto personal y profesional, somos un grupo de personas diferentes por lo que hacemos y por lo que somos, y la experiencia está siendo muy gratificante", relata.

Esta joven tiene una discapacidad visual que no le impide hacer su trabajo y su vida con total normalidad. "Todo es adaptable", asegura. En la compañía en la que trabaja —considerada como "la mayor empresa social del mundo"— ya son más de 35.800 personas en plantilla y el 41,3% de ellas tiene algún tipo de discapacidad, por lo que afirma: "Esa rentabilidad social y económica es totalmente compatible". Es más, Ilunion tiene 493 centros de trabajo repartidos por España, de los que el 55,4% son Centros Especiales de Empleo (CEE).

La mayoría, discapacitados físicos

Si bien es cierto, estos son solo tres ejemplos entre 111.327 empleos para personas con discapacidad que el Grupo Social ONCE ha impulsado en los últimos 18 años. "Son más de 111.000 historias de vida e inclusión real", afirma su presidente Miguel Carballeda. En cifras generales, la organización cerró el 2018 con 71.393 empleados y de ellos un 57,6% padecen alguna discapacidad: 22.036 tienen discapacidad física, 6.593 son personas ciegas afiliadas a la ONCE, 3.804 tienen alguna discapacidad psicosocial, 3.419 sensorial auditiva, 3.209 intelectual y, por último, 2.077 tienen algún otro tipo de discapacidad visual.

Además, ese mismo año superó por primera vez en su historia los 3.000 millones de euros en facturación, lo que supone afianzar un modelo socioeconómico que reinvierte su capacidad en inversión social.

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