Una obra de teatro (Alguien voló sobre el nido del cuco), un programa de televisión (Zapeando) y un libro a punto de salir (Sala de espera). Todo eso tiene entre manos Jesús Vidal, ganador de un Goya por Campeones. "Tengo la agenda de un actor", dice con naturalidad; es filólogo y periodista, pero interpretar es hoy "el centro" de su vida.

Su personaje en Alguien voló... (Teatro Calderón de Madrid, hasta el 29 de septiembre) es Scanlon, "un violador y una persona muy cínica". Está encerrado en el psiquiátrico que imaginó el escritor Ken Kesey en 1962 y que llevó después al cine Milos Forman (1975) con un Jack Nicholson en estado de gracia.

"Tiene una parte oscura bastante importante; me gusta ver cómo reacciona la gente ante un personaje así", explica al teléfono. En 2017, se enfrentó a un reto similar en Cáscaras vacías, que representó junto al Centro Dramático Nacional en el teatro María Guerrero. Vidal se dedica al teatro desde hace años. "Quizá el papel más bondadoso que he tenido hasta ahora es el de Campeones", reflexiona.

Sobre el escenario coinciden ahora 15 personas en total, lo que obliga a que todo esté "perfectamente ensamblado y sincronizado". El actor destaca que el trabajo de la dirección y de todo el elenco ha dado como resultado una función "muy intensa de vivir", según les ha transmitido el propio público.

El texto, "muy duro y muy dramático", habla de la lucha del individuo por la libertad y contra un sistema establecido que le controla de forma férrea. Además, la producción de La Dalia Films acerca la estética de la obra a la sociedad actual, en la que los móviles, las redes, las empresas y los medios forman parte de ese ecosistema hostil.

En él irrumpe McMurphy, el protagonista, un reo que pone patas arriba la existencia de los internos y la paciencia de la temida enfermera Ratched, cuya autoridad cuestiona hasta límites muy peligrosos. Sus provocaciones son un soplo de aire fresco para sus compañeros, a los que no trata como enfermos apestados, sino como amigos.

"Es totalmente adictivo, un torrente de vida y de locura. Es muy animal y eso engancha" relata Alejandro Tous, que se atreve una vez más con este difícil personaje. Alguien voló... ya se pudo disfrutar en la capital el año pasado en el teatro Fernán Gómez: entonces Tous hacía de Harding, pero tuvo que sustituir como  McMurphy a Pablo Chiapella "de un día para otro" cuando este sufrió un accidente de tráfico.

"He vivido el proceso de otra forma, ahora sí que he tenido tiempo de ensayar", afirma. Lo ha disfrutado más. Sin embargo, en cuanto supo que iba a formar parte de esta aventura decidió no ver más veces la premiada película (cinco oscars) de Forman; así no caería en la tentación de imitar al histriónico Nicholson en uno de los papeles que marcó su carrera.

En palabras de Tous, ha sido "liberador" meterse en la piel de este rebelde con causa. Su forma de ver el mundo es casi inevitable: "Siempre que haya injusticias habrá gente que se levante y que haga que los demás se levanten", asegura. Ambos intérpretes se echan flores mutuamente y señalan que trabajan muy bien juntos. Entre todo el reparto, asimismo, se ha creado "una complicidad única" a la hora de mostrar emociones y atrapar en la historia al patio de butacas.

Tous compatibiliza Alguien voló... con la gira nacional de La Telaraña, de Agatha Christie. Y también tiene previsto el rodaje de una película. Vidal, por su parte, lanzará en octubre su libro Sala de espera, en el que habla "con un tono literario" de la relación que tiene con su familia, pero también incluye otra parte de ficción y opiniones personales sobre varias cosas. La gente que lo lea "va a conocer muy bien a Jesús Vidal", avisa.