![El arquitecto español Santiago Calatrava posa junto a su nuevo puente colgante a la entrada de Jerusalén. (EFE)](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_360/uploads/imagenes/2008/06/26/838751a.jpg)
Precisamente, el carácter simbólico e histórico de la ciudad, que acoge los principales centros de peregrinación judíos y cristianos y algunos musulmanes, es el que ha desatado críticas hacia la obra arquitectónica, levantada con 4.200 toneladas de hormigón y acero de alta resistencia y de marcadísima modernidad.
"En esta ciudad, hacer un edificio cien por cien o, incluso, ciento veinte por cien moderno como éste, es algo muy especial y más aún dedicarlo a algo tan moderno como el transporte público y dentro de esto, a un tranvía", explicó Calatrava.
360 metros y 70 cables de acero blanco
Para él, la monumental obra, que traza una larga curva de 360 metros y está sostenida por 70 cables de acero blanco que cuelgan de un mástil de 118 metros de altura, "es un puente de hoy en contraste con el carácter histórico y cultural de la ciudad. El diálogo entre ambos es una parte importante del trabajo".
Calatrava entiende que Jerusalén tiene una imagen de ciudad amurallada, pero es también moderna, con un índice de crecimiento altísimo y cada vez con más turismo. Por eso, para él "es fundamental que tenga un carácter moderno. Es evidente que hay un contraste, pero (el puente) es un testimonio auténtico de nuestra época", añadió.
Un contraste que no ha gustado a buena parte de los jerosolimitanos, que lo critican por su ubicación, su gran tamaño, su "fealdad" y su modernidad y han llegado a calificarlo de una muestra de "ego municipal" del actual primer ministro, Ehud Olmert, que encargó el puente cuando estaba al frente de la Alcaldía (1993-2003).
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