Conocer la “verdadera historia” para crear un Valle de los Caídos sin Franco

Vista aérea del Valle de los Caídos.
Vista aérea del Valle de los Caídos.
SERVIMEDIA
Vista aérea del Valle de los Caídos.

La salida de Francisco Franco del Valle de los Caídos acaparó una atención masiva de todos los medios de comunicación nacionales e internacionales la pasada semana.

Se ha interpretado generalmente como un punto y final a la paradoja, irresuelta tras la Transición, de que una democracia mantuviera los restos de un dictador en un mausoleo que celebrase su vida y obra.

Sin embargo, la exhumación del que fuera jefe del Estado durante más de 40 años, solo supone un primer paso en la nueva etapa del megalómano monumento que ordenó construir en el Valle de Cuelgamuros, en la Sierra de Guadarrama.

En un momento idóneo, la editorial Tébar Flores ha recuperado una obra del difunto autor y periodista Daniel Sueiro que ha titulado como La verdadera historia del Valle de los Caídos.

Se trata de una extensa investigación sobre los orígenes y obra del monumento, que pasó desapercibida en el momento de su primera publicación en 1976, apenas unos meses después de la muerte de Franco.

Confidencias comprometedoras

Sueiro ya abogaba por dotar de una “utilización más amplia, artística o turística al Valle” en el programa de debate La clave de TVE en 1983, tres años antes de su fallecimiento.

Lo hacía desde el amplio conocimiento sobre el Valle que le daban las innumerables horas de entrevistas con decenas de personas que participaron en su construcción, desde presos políticos que habían trabajado en las obras hasta el arquitecto responsable de finalizar la obra, Diego Méndez.

Estas entrevistas, que quedaron plasmadas en las páginas del libro, son el principal aporte de la obra de Sueiro a la historiografía sobre el Valle, además de su tono riguroso y objetivo en un episodio histórico muy dado a un análisis sesgado y parcial.

“Lo que hizo fue buscar y localizar a todas las personas que hubieran estado vinculadas a la construcción del monumento”, explica la historiadora Susana Sueiro, hija del autor y autora ella misma del prólogo del libro.

“Lo más interesante de este libro es que están allí los testimonios de muchísimos personajes que hicieron a mi padre confidencias, algunas muy comprometedoras, que se habrían perdido”, declara Susana Sueiro.

José Antonio y su presencia en el Valle

Las páginas de La verdadera historia del Valle de los Caídos están cargadas de anécdotas y testimonios de gran utilidad en el debate que debería comenzar ahora sobre la resignificación del monumento.

“Se ha explicado que esto es un monumento de la reconciliación, pero este libro explica la razón primera de la obra, que era: construir un monumento faraónico a mayor gloria de Franco”, declara el editor Álvaro Tébar. “El conocer la razón por la que se construyó el Valle de los caídos ayudará también a darle un significado nuevo”.

Uno de los primeros dilemas que se deberán resolver en la nueva era del Valle será qué hacer con el sepulcro del fundador de La Falange, José Antonio Primo de Rivera, ubicado en una posición de honor de la Basílica, frente al altar mayor.

Ejecutado con el visto bueno de las autoridades republicanas durante el primer año de la Guerra Civil, José Antonio es, por tanto, una víctima del conflicto y no puede correr la misma suerte que Franco en virtud de la Ley de Memoria Histórica, a pesar de la utilización de su figura con fines propagandísticos por parte de la dictadura.

Sueiro describe en su obra cómo los propios falangistas más cercanos a las tesis de José Antonio se opusieron a su exhumación de El Escorial y su posterior inhumación en el Valle en 1959, en un monumento de exaltación al franquismo, una ideología que consideraban conservadora y más cercana a los monárquicos que al originario nacional-sindicalismo primorriveriano.

Visitas de Franco y lucha de egos

La faraónica obra fue acumulando retrasos y se acabó extendiendo durante dos décadas, hasta su inauguración en 1959.

La propia vocación del proyecto varió con los años y de la originario homenaje sin tapujos a los vencedores de la Guerra, terminó por hacer algunas concesiones reconciliadoras, plasmada en la inhumación de miles de soldados republicanos -siempre y cuando fueran católicos- junto a los caídos del bando franquista.

Lo que no cambió fue la obsesión de Franco por la obra, que le hacía desplazarse a menudo hasta Cuelgamuros, generalmente de incógnito y acompañado tan solo por un escolta.

En una de estas visitas de incógnito, según relata uno de los entrevistados por Sueiro, “un obrero casi lo tuvo que sacar a la fuerza” de la galería en la que estaban ya prendidas las mechas de los barrenos.

Pedro Muguruza, primer arquitecto de la obra e ideólogo de la arquitectura franquista de la inmediata posguerra y de otros proyectos megalómanos como el Arco del Triunfo de Moncloa o un proyecto de reconstrucción de la Puerta del Sol que nunca que se llevó a cabo, falleció sin ver terminado el proyecto.

Muguruza fue sustituido por el arquitecto Diego Méndez, que culminaría el proyecto en 1959 junto al escultor Juan de Ávalos, ambos entrevistados por el autor y protagonistas de una lucha de egos que ha quedado inmortalizada en la obra de Sueiro.

Pablo Rodero
Redactor 20minutos

Escribo reportajes sobre cuestiones sociales desde conflictividad laboral y desigualdad económica hasta tendencias y consumo, con el denominador común de ser historias contadas a través de vivencias personales de sus protagonistas. Anteriormente, he cubierto información local y economía en 20 Minutos y fui corresponsal freelance en Colombia y Reino Unido.

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