¿Cómo puedo moverme por la ciudad de una forma sostenible?

  • Los ciudadanos cuentan con varias alternativas de movilidad para restringir el uso del vehículo privado..
Tres jóvenes circulan en patinete, por una de las calles del centro de la capital.
Tres jóvenes circulan en patinete, por una de las calles del centro de la capital.
JORGE PARÍS
Tres jóvenes circulan en patinete, por una de las calles del centro de la capital.

Contribuir a mejorar la calidad del aire en nuestras ciudades no es una decisión exclusiva de los gobernantes. Los ciudadanos, que somos los responsables de la gran mayoría de las partículas contaminantes que forman parte de esa boina que cubre las grandes urbes debido al uso habitual del coche, también tenemos la oportunidad de cambiar las cosas y poder así respirar un aire más sano con pequeños gestos. Para lograrlo, basta con un reseteo –al que le haga falta– de nuestros hábitos de movilidad. En los últimos años, han proliferando en grandes capitales españolas como Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla nuevas formas de moverse por los entornos urbanos que son perfectamente compatibles con el uso del transporte público. Repasamos algunas de las alternativas actuales que existen para aparcar los vehículos contaminantes en el garaje por otras formas de movilidad sostenibles.

Bus y Metro

No son las alternativas más sostenibles de movilidad pero sí las más recomendables por sus características. Tanto el autobús como el Metro son medios de transporte capaces de desplazar grandes volúmenes de viajeros con rapidez, hecho que les convierte sin ninguna duda en actores clave de la lucha contra la contaminación. Su uso es vital en las grandes ciudades para minimizar el impacto de los atascos y aglomeraciones que se dan con relativa frecuencia en las horas punta. El Metro tiene la ventaja de ser más rápido al circular bajo tierra y no tener que parar en semáforos y convivir con el tráfico, mientras que la versatilidad del autobús le permite llegar a zonas donde no tiene presencia el suburbano. La demanda de ambos transportes sufrió bajadas durante la pasada crisis económica pero en la actualidad se ha recuperado. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, en 2018, el uso del transporte público creció un 3%.

Coche

Si quieres seguir usando el coche por los motivos que sean pero no contaminar, la alternativa es el coche eléctrico. Estos vehículos se mueven usando la energía eléctrica almacenada normalmente en baterías y no emiten por tanto gases contaminantes. Tienen la ventaja de que se pueden mover sin limitaciones en las ciudades en las que existen restricciones permanentes al tráfico privado -como ocurre en el centro de Madrid y desde 2020 en el Área Metropolitana de Barcelona- y que pueden aparcar en las zonas de aparcamiento limitado o solo para residentes de forma gratuita. En la actualidad, es relativamente sencillo acceder a estos vehículos, ya que en la mayoría de los grandes municipios españoles existen empresas que ofertan servicios de coches compartidos de alquiler eléctricos. Las marcas de automóviles también están destinando en los últimos tiempos más recursos para abaratar el coste de sus modelos eléctricos para las personas que prefieran la compra al alquiler.

Motocicleta

Para los amantes de las motocicletas también hay alternativas para seguir disfrutando de las dos ruedas sin emitir gases contaminantes. El uso de la moto eléctrica es cada vez más habitual entre los ciudadanos. De hecho, las motos eléctricas compartidas de alquiler están inundando las ciudades porque se trata de un medio de transporte rápido, manejable y sin restricciones de circulación en los episodios de alta contaminación que se aplican en ciudades como Madrid.

Bicicleta

La bicicleta siempre ha estado presente en la vida de los españoles, pero desde hace unos años su uso exclusivamente deportivo ha ido evolucionando hasta ser considerada como un medio de transporte más en ciudad. Hoy en día, muchos ayuntamientos están apostando fuerte por incentivar cada vez más su uso con la construcción de carriles ciclistas en las ciudades. Además, las personas que no deseen adquirir una bicicleta tienen la opción de alquilarla hasta por minutos, una modalidad que se está extendiendo y con la que se puede optar por una bicicleta eléctrica para que el trayecto sea más llevadero.

Patinete

Otra forma de moverse por la ciudad de forma ecológica que se ha instalado en la sociedad es mediante patinete eléctrico. Esta opción destaca por tratarse de aparatos ligeros y manejables que ofrecen además al ciudadano la posibilidad de simultanear su uso con el de cualquier otro medio de transporte, ya que el patinete se pliega con sencillez. Como ocurre con la bicicleta eléctrica, en muchas ciudades existe una amplia oferta para alquilarlos por minutos. Algunos modelos son capaces de alcanzar velocidades superiores a los 30 km/h.

Segway

Se trata de un vehículo de transporte eléctrico que se presenta como la alternativa a la bicicleta, el patinete o las motos pequeñas. Normalmente se usa en las ciudades para desplazamientos turísticos.

Ramón Tapias, usuario de coche eléctrico.
Ramón Tapias, usuario de coche eléctrico.
R. T.

Ramón Tapias: "Ahora ahorro 400 euros entre gasolina y parking"

Ramón vive en Torrelodones y trabaja en Gran Vía. La adquisición hace nueve meses de un coche eléctrico ha sido una bendición para él. "Antes tardaba más de una hora en llegar al trabajo y ahora solo 20 minutos porque con este vehículo puedo ir sin acompañante en el Bus-VAO", explica este Brand Manager de LOS40 Classic. "Entre gasolina y parking –los eléctricos no pagan en la zona azul– me ahorrro 400 euros", añade.

Alberto, usuario de patinete eléctrico
Alberto, usuario de patinete eléctrico
Jorge París

Alberto Bernardo: "Con el patinete ahorro tiempo y no contamino"

Alberto es usuario habitual de patinaje eléctrico, sobre todo "en primavera y verano". Lo utiliza mucho combinado con el transporte público, normalmente Cercanías y Metro. "Vivo en Villaverde y de mi casa a la Renfe tardo 20 minutos andando y con el patinete solo seis. Ahorro tiempo y no contamino", asegura este ingeniero de 37 años, que descarta el coche para ir a coger el tren "por la dificultad para aparcar".

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