¿Ha sido un parto difícil el de este álbum?
Ha sido el menos difícil, porque ha sido en el que más tiempo hemos tenido para grabar. Normalmente nos pilla el toro, y sólo tenemos cuatro o cinco meses para todo, grabar, masterizar, etc. Y con éste llevamos un año dándole vueltas a los temas.
¿No es el disco algo chocante?
¿A ti qué te parece? (risas). Algunas canciones sí, otras siguen la misma línea, pero hay una evolución hacia un disco más de rock. Por lo menos yo sé a dónde quiero ir, otra cosa es que la gente tarde más en entenderlo. A la gente que ha escuchado los discos anteriores, le va a encajar.
Si, hay tres o cuatro cancioncitas que llevan un poco de flamenquito.
Suele ser curiosa (risas). Llevo tres años con mi chica y nunca he tenido ningún problema, de hecho, ni siquiera le he visto la cara. Es como una metáfora, como soy un poco pintas... las apariencias suelen guiar. A lo mejor yo pecaré de eso en un futuro. Seguramente si mi hija aparece con 18 años con un
¿Sus rastas se han llevado consigo algún mal recuerdo?
Te refieres a lo del avión... No voy a decir que lo repetiría, pero me vino bien. Llevaba seis años en una vorágine de conciertos, de no saber ni dónde estaba. Me movía por inercia, no tuve ni un mes para pararme a reflexionar. Gracias al desafortunado incidente, llegué a mi casa y me planteé muchas cosas de mi vida.
Al que se sienta aludido. Se puede aplicar a varios ámbitos, sobre todo en este mundo de la música en el que es super sencillo hacer leña del árbol caído. Desde que yo saqué mi primer disco se han inventado cosas sobre mí, que he estado en la cárcel, que soy traficante, etc. Y después de lo del avión, la gente decía: ¿ves como era así?.
Es la evolución natural del canalla. Los primeros discos eran todo frescura, inocencia y decir lo que te sale sin pararte a pensar en las consecuencias. Aunque la esencia está ahí, intentas hacerlo de manera más madura.
Le encanta. Le gusta la faceta más rumbera. Los niños, además, son muy sinceros.
Por supuesto, y lo llevo en la sangre a muerte. Aunque nuestro equipo de fútbol no acompañe últimamente.
No, pero es que tengo familia de Jaén, de La Carolina. De ahí me viene la venilla.
Pero hay dos vertientes. Por un lado está más al alcance de todo el mundo que nunca, se consume muchísimo, otra cosa es que se pague (tose). Y eso es bueno, porque la música está viva, pero el soporte físico desaparecerá. Aunque eso no es problema del chaval que sólo tiene 20 euros para gastarse, es cosa de las discográficas, y nosotros tenemos que adaptarnos a los tiempos.
¿Qué disco espera ansioso para comprar en cuanto salga?
El siguiente de Fito. Es un tío que me sorprende. me gusta desde Platero, aunque me gusta más esta etapa suya con los Fitipaldis.
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