Valencia

F. José Gan: "Los españoles creemos que la seguridad es un don del cielo"

Francisco J. Gan, junto a la Basílica del Pilar de Zaragoza, donde reside en la actualidad.
GUILLERMO MESTRE

Nacido en Figueres (Girona) en 1958, Francisco José Gan lleva ligado a las Fuerzas Armadas desde 1975. Testigo de su transformación e integración en estructuras supranacionales, es, además de viajero y lector, un apasionado de la geoestrategia y de la divulgación geopolítica. En diciembre pasó a la reserva y volvió a Zaragoza tras dejar València, donde ha sido el jefe del Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad, integrado en la OTAN.

Acaba de pasar a la reserva, ¿cómo lleva la nueva situación? Al principio da un poco de vértigo. Los tiempos están tasados. Cuando se cumple el plazo, sin ningún drama, se acepta perfectamente, hace uno su equipaje, una vez más, que han sido muchas, y se va a su casa.

¿Qué diferencia ve respecto a las Fuerzas Armadas que encontró en 1975? La más evidente es la plena profesionalización. En 1975 teníamos un ejército de reclutas. Había un servicio militar obligatorio, de duración y formación limitada, lo que no obsta para que la gente diera lo mejor de sí misma.

¿Queda camino por recorrer en conocimiento social? La sociedad española tiene una dicotomía cuando piensa en las FFAA. Cuando lo hace en general, las valora muy bien. Sin embargo, cuando se le pregunta por aspectos concretos, o los desconoce o tiene una especie de rechazo que no es capaz de justificar. Existe un desconocimiento absoluto. Hay muchos tópicos todavía y, por supuesto, muchísimo camino por recorrer. Los españoles creemos que la seguridad es un don del cielo y no es así, evidentemente.

¿Cuáles son las principales amenazas que afronta España en la actualidad? Estamos en el extremo del continente europeo, a 14 kilómetros de un supercontinente como es África, con fachada atlántica y mediterránea. En primer lugar, el terrorismo salafista yihadista, que se ha ido extendiendo y amenaza con seguir actuando en Europa. Otra es el control de los tráficos ilícitos y otra la regulación de la inmigración irregular, que no se puede producir solo con medidas de carácter policial, necesita una protección de poder, no solo militar sino económico, para estabilizar a los países origen. También tenemos que mantener nuestras líneas de comunicación abiertas porque somos dependientes de derivados de hidrocarburos, necesitamos libertad de movimientos en el ámbito terrestre, marítimo y aéreo, y asegurar el espacio y el ciberespacio.

¿Qué papel juega la seguridad de Internet para los Estados? Son espacios de carácter global, que disfruta todo el mundo, pero en los que no hay ni acuerdos de carácter internacional que fijen unas normas ni mecanismos de verificación en las redes y se prestan, en algunos casos, a muy malas prácticas, en ocasiones delictivas.

¿Pueden influir países en elecciones por esos agujeros de seguridad? Por supuesto que sí. Esto no es especular: existe un problema esencial a la hora de determinar cuál es el origen. Volviendo a la antigua Roma hay que preguntarse quid prodest, quién gana. Se ha influido en procesos electorales, no solo países, sino también particulares y grandes firmas.

¿Qué misión desempeña hoy en día la OTAN en el contexto mundial? Tiene el muy honorable récord de ser la organización de seguridad y defensa que más éxito ha tenido y más ha contribuido a mantener la paz mundial en los últimos 70 años. A través de no guerras o de conflictos de muy baja intensidad ha conseguido estabilizar, generar un clima de seguridad, disuadir en muchos aspectos y fortalecer a Estados incipientes. La OTAN, ahora mismo, es una garantía de libertad y seguridad.

¿Ve posibilidades de un conflicto real entre EEUU e Irán? Ya lo hay. Que el presidente de EEUU no ha querido escalarlo después de haber dado el primer paso con la aniquilación del general Soleimani es evidente. En la nueva definición de los conflictos está en la zona gris, donde es difícil decir quién hace qué y cuál es la finalidad.

Ha estado en los llamados tres polos. ¿Cómo definiría aquellas experiencias? Se llaman eufemísticamente los tres polos, aunque polos geográficos y magnéticos hay dos. Las vivencias son muy distintas. El primero al que accedí fue el Everest, que es una montaña, es la más alta, tiene unas dificultades objetivas dependiendo de la ruta. Fui dos veces: en 1989 y 1992. Hay que equipar campamentos y asegurar la ruta y garantizar la bajada. Pero también hay descanso, se baja al campamento base al final del día. Es extenuante y la montaña tiene sus riesgos, pero como elemento diferencial se puede descansar.

¿En qué se diferencian? En las expediciones al Ártico y a la Antártida no hay posibilidad de descanso. Lo que uno está cargando es lo que necesita para vivir: combustible y alimento. Si lo alargas y no tienes, mueres. En la Antártida el frío es extremo y muy seco, es un continente helado. El Polo Norte es el más peligroso porque se camina sobre un océano helado, pero no todo lo que uno quisiera. A veces se abre y aparece el mar abierto, las placas de hielo chocan unas con otras, está el oso polar, con el que no hay posibilidad de negociación, si te cruzas con él, o lo aniquilas o te ataca y se te come. 

Parece muy estresante. El más estresante, el más extenuante y del que guardo un recuerdo más duro es con diferencia el Polo Norte.

¿Qué balance hace de sus años al mando de las FFAA en València? No puede ser más positivo. He tenido el honor y la satisfacción de mandar a gente extraordinariamente motivada, muy bien preparada, la élite del Ejército de Tierra. Con la guinda del componente multinacional del Cuartel de la OTAN en Bétera. Además, el marco de València es incomparable, por su calidad de vida en todos los sentidos. La sanidad pública tiene una calidad extraordinaria. Muchos valencianos no saben lo que tienen.

Desde algunos sectores se ha criticado el uso militar del antiguo convento de Santo Domingo. ¿Debe conservarlo? No es un problema de uso militar, lo tiene desde la desamortización, cuando pasó al ramo de Guerra. A lo largo del tiempo, el mantenimiento ha sido impecable, aloja un cuartel general en tiempo de paz y se compatibiliza perfectamente con Palaus Transparents de la Generalitat. Está abierto a visitas públicas y a asociaciones sin ánimo de lucro para eventos. No está ni segregado ni vetado a la sociedad valenciana, muy al contrario, es un espacio compartido.

¿Cómo ha sido su relación con las autoridades civiles: Ayuntamiento, Diputación, Generalitat? Los militares nos basamos en este aspecto en los principios institucionales, que son la cortesía, el respeto y la limitación de las áreas de competencia. Yo no he tenido ningún problema en ninguno de los tres ámbitos: ni en el local, con el Ayuntamiento de València, ni en el provincial, donde he establecido una excelente relación con el presidente de la Diputación, ni con el autonómico, ya que me he llevado extraordinariamente bien con el president, con los consellers y con el presidente de Les Corts. Y con la estructura periférica del Estado, impecable, tanto con la Delegación del Gobierno como con el Tribunal Superior de Justicia. Como no puede ser menos en una sociedad civilizada.

¿Qué planes tiene para el futuro más próximo en su nueva vida? Tengo muchas cosas pendientes que se han ido acumulando a lo largo de la vida. Algún rincón que visitar, muchos libros, y me siento particularmente vinculado al ámbito de la divulgación geopolítica, de las conferencias en ámbitos universitarios.

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