Cine

Jaime Rosales: "Yo soy tranquilo y moderado, pero mi cine no"

El director, durante el rodaje de su última cinta.
AGENCIAS
A través de un teleobjetivo, sin actores famosos ni diálogos audibles. Tras La Soledad
regresa el Rosales más radical, adentrándose en un mundo tan espinoso como el de ETA. La cinta llegará a las salas comerciales el 3 de octubre.
¿Cómo es Tiro en la cabeza?

Muy original.
Las horas del día y
La soledad tenían innovaciones, pero también referentes. Esta película es única.
¿Por qué hacerla?

Lo ocurrido me desconcertó: no era un atentado, sino un cúmulo de errores. Enseguida vi una forma y una estructura dramática para una película, y mi conciencia de ciudadano me pedía rodarla.
 ¿En qué sentido?

Porque fue una desgracia evitable. Perjudicó a todos: a los guardias civiles, a sus familias y a los terroristas, que fueron capturados o están a punto de serlo. Pero, sobre todo, era necesario introducir una nueva conciencia en la sociedad. Buscar soluciones no exploradas. No podemos permirnos dejarle este problema a las nuevas generaciones.
¿Por qué el teleobjetivo?

Conjugar la parte dramática y estética me suele exigir mucho tiempo, pero esta vez lo resolví en un día. Usar el teleobjetivo, sin oir los diálogos, era mostrar cotidianidad e incomunicación. Fue un momento de lucidez, mezclando convicción e insensatez.
Algunos le acusan de olvidar al público con sus propuestas estéticas...

Mi cine nace desde la subjetividad, pero está dirigido al espectador. Ninguna de mis obras es un acto de creación autocomplaciente, sino de la necesidad de comunicar algo. Retrato a terceras personas;no soy una fuente dramática interesante.
La cinta tiene dos partes...

Siempre supe que haría una primera ficticia, con la presunta vida cotidiana de un etarra, y otra recreando lo ocurrido.
¿Cómo son los etarras?

No puedo generalizar:los hay moderados y también psicópatas. Pero parto de la base de que un etarra puede llevar, al menos en apariencia, una vida normal.
¿No teme dañar a alguien ?

Sé que es un tema que produce mucho sufrimiento. Por eso he intentado afrontarlo con mucho rigor y seriedad, pero también con libertad. Tengo un profundo respeto hacia las víctimas de ambas partes pero quiero, desde la libertad y la ética, aportar una visión sin estereotipos que permita desmitificar el terrorismo. El terrorista no es un héroe, pero tampoco un simple psicópata. Puede ser alguien recuperable. Si todos nos moderamos quizá sea él quien deje las armas, aunque hacen falta políticos con soluciones.
Como por ejemplo...

No sé de política sino de ideas, y hay que apostar por las nuevas. Escuchar al otro desde la moderación, explorando los puntos comunes y no sólo las diferencias. Los mecanismos, instrumentos, herramientas y tiempos políticos no están en mi radio de acción. Son los políticos moderados los que tienen que encontrar el camino.
 ¿Existen esos políticos?

El concepto, la intención, existen, pero hay gente interesada en extremar las diferencias. Es un problema de comunicación y percepción. Las ideas moderadas sólo esperan que las activemos.
¿Puede hacerlo el cine?

Los artistas inyectamos ideas que maduran y son recogidas por los políticos. Las manipulan, las rechazan o las tienen en cuenta. Pero no, no soy tan ingenuo como para creer que una película puede cambiarlo todo.
Le llaman provocador...

La sociedad se construye a base de seísmos. De lo contrario se da un adormecimiento extremo:a veces es necesario agitar conciencias. Yo soy tranquilo y moderado, pero mi cine no lo es. Habla de violencia, yo violento el cine convencional. Las antiguas ideas no dan respuesta a las preguntas de una sociedad moderna. 
¿Será el nuevo Medem?

Le tengo mucho cariño, porque es  buena persona y sus intenciones con
La pelota vasca también lo eran . Pero creo que se confundió en la forma al querer equilibrar la balanza. Eso polarizó y despertó a los más extremistas. No comparto su equidistancia: lo único que  quiero es aportar ideas, no juicios.
LA SOLEDAD TRAS LA CAMARA
Los premios no han cambiado a un realizador muy valorado en Cannes, y aún algo incomprendido en España: su
Tiro en la cabeza recibió ayer silbidos y aplausos en San Sebastián, y decenas de espectadores abandonaron la sala. La polémica alcanza a su protagonista, el escenógrafo Ion Arretxe, que fue acusado con 21 años de pertenecer a ETA y al que le fue aplicada la ley antiterrorista.
Nació en 1970 en Barcelona. Licenciado en Empresariales, estudió cine en Cuba y Australia. Con
La soledad ganó el Goya a la mejor película y al mejor director.
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