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Cómo evitar las discusiones cuando tu pareja no quiere celebrar San Valentín pero para ti es importante

El 14 de febrero puede ser el detonante de desagradables discusiones cuando los miembros de la pareja tiene expectativas muy distintas de cómo debería vivirse ese día.
GTRESONLINE

A pesar de que pueda sonar feo decirlo (o leerlo), San Valentín es un día consagrado al amor pero también al desembolso de la cartera y a las peleas de pareja. Según una encuesta publicada el pasado año, el 63% de los españoles celebra el llamado Día de los Enamorados (un porcentaje no excesivamente alto si la comparamos con el 90% de los estadounidenses) y nos gastamos una media de 71 euros por persona (aquí también nos llevan ventaja al otro lado del Atlántico, donde alcanzan los 142 euros).

Flores, bombones, perfumes, alguna que otra joya y/o cenas románticas serán el culmen de una celebración que, sin embargo, para muchos otros puede desembocar en discusiones subidas de tono e, incluso, rupturas. No lo decimos nosotros sino las estadísticas, ya que hay estudios que aseguran que las navidades, las vacaciones de verano y el día de San Valentín funcionan como fechas catalizadoras de la mayoría de las rupturas en todo el mundo.

Sin ir más lejos, uno de ellos, publicado por el diario británico Daily Mail y basado en las actualizaciones de estados sentimentales de 10.000 usuarios de Facebook, concluyó que las parejas tendían a romperse dos semanas antes de Navidad y el 15 de febrero. ¿Los motivos? Son momentos que suelen invitar a las parejas en crisis a reflexionar sobre la verdadera situación de su relación y que se convierten en puntos de inflexión para hacer borrón y cuenta nueva.

Sin llegar a la peor de las situaciones (o sea, la ruptura), el 14 de febrero también puede ocasionar más de un quebradero de cabeza y ser el detonante de desagradables discusiones cuando los miembros de la pareja tiene expectativas muy distintas de cómo debería vivirse ese día

¿Qué ocurre cuando a una de las partes le apetece celebrarlo pero la otra cree que solo se trata de una operación de marketing solo ensalza el amor al consumismo? ¿Cómo debemos actuar si se nos plantea una situación de este tipo para evitar el conflicto?

Los expertos aportan una serie de recomendaciones para tener la fiesta en paz:

A distintas expectativas, caminos intermedios

Tener expectativas pro celebrabración y ver que no se cumplen o no hay ganas desde la otra parte, unido a a la supuesta algarabía del resto de los enamorados de nuestro entorno, podría llevarnos a sacar de quicio una situación a la que probablemente no daríamos la misma importancia el resto de los 364 días del año. Vendría bien no hacer una montaña de un grano de arena porque sobran días para demostrar el cariño.

De igual forma, si no hay ánimo de celebrar o no somos excesivamente románticos pero a nuestra pareja sí le apetece hacer algo, quizás es conveniente mostrarse más proactivo y hacer un esfuerzo por contentar al otro. Sin duda, es algo que nuestra media naranja sabrá valorar.

Lo más importante es estar dispuestos a llegar a un acuerdo, ser capaces de ver la situación desde el punto de vista de la otra parte y plantearse cómo se puede complacer a la pareja sin traicionarse a uno mismo. Si la caja de bombones o el ramo de rosas no encajan en la idea que uno tiene del amor pensemos en otras alternativas menos materialistas que puedan mostrar el cariño y la pasión.

No comparar ni idealizar

Algunas personas pueden tender a hacerse una idea excesivamente idealizada de lo que deber ser el día de San Valentín por la imagen que de éste proyectan las películas, la publicidad… Ni todo es tan perfecto como lo pintan ni debemos esperar que todo sea tan estupendísimo como en la ficción para evitar frustraciones.

Tampoco conviene compararse con otras parejas: habrá quienes prefieran pasar el día con una cena romántica o un regalo costoso y otras que resuelvan la jornada con un pequeño detalle como una flor, un libro, una postal o una pirueta de corazón. Lo importante no es lo material ni el valor del regalo sino la intención de celebrar el amor.

Entender por qué se quiere (o no se quiere) celebrar

Hablar con la pareja y conocer los motivos por los que desea o no desea celebrar el 14 de febrero ayudará entenderle mejor y a reducir la presión por la que se ha originado el conflicto. Habrá personas a las que les guste festejar su amor en público y otras que prefieran demostrar su amor en la intimidad. También es posible que las actividades que suelen ir asociadas a San Valentin no resulten atractivas a la pareja o que se sienta presionada por las connotaciones culturales que este día trae consigo y esto le impida disfrutarlo.

No hay un solo día para el amor al año

Ser lo suficientemente maduros para entender que no hay un único día para celebrar el amor que cada uno siente por el otro. El año tiene 52 semanas para sorprenderse, emocionarse, regalarse, hacer planes originales… y todos ellos, además, exentos de la presión social y cultural que imponen los 14 de febrero.

Si a pesar de todo lo anterior, surge el conflicto y la pelea por no llegar a un entendimiento, conviene recordar que no merece la pena guardar ese San Valentín en la memoria como el de la “bronca descomunal”. Hay que intentar no llevar la situación al límite ni poner como excusa ‘un día tan señalado’ para echar en cara al otro todo tipo de reproches, que a lo mejor se tienen guardados en el interior desde hace tiempo. Estos reproches generan distanciamiento, quedarán grabados en el inconsciente y pueden perseguirnos durante mucho tiempo. Hay que ser conscientes del poder de las palabras y no meter el dedo en la llaga para hacer más daño.

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