Madrid

El primer domingo sin rastro, museos, Retiro ni libertad para los madrileños

La Puerta del Sol, desolada
EDUARDO MENDEZ

Una pancarta publicitaria desglosa la esencia del mercado más auténtico de Madrid: “Un domingo de sol y el rastro es muy difícil de mejorar”. Hoy es domingo, hace sol y ni rastro de gente.

A las 10 de la mañana apenas cinco personas se cruzaban por Ribera de Curtidores, una calle por la que en cualquier otro domingo habría que pelearse por abrirse paso. Con el periódico recién adquirido en el quiosco- de los pocos negocios que pueden mantenerse abiertos – Roberto, de 81 años, continúa con su trayectoria bien perfilada. “Me voy a comprar unos contramuslos de pollo, pero voy a ir a otro supermercado, que del que vengo hay largas colas”, cuenta. Es vecino del barrio desde hace 35 años y “nunca había visto esta imagen”. Aun perteneciendo a la población vulnerable se resiste a protegerse del virus. “No tengo guantes ni mascarilla y tampoco me gustan, aunque lo veo conveniente”, se excusa.

La plaza y la pancarta.
EDUARDO MENDEZ

En la acera de enfrente, un joven de 27 años se dirige a su casa después de haber localizado un contenedor amarillo. “He tenido que ir hasta Tirso de Molina para reciclar el plástico”, relata con acento italiano. Matia es de Nápoles y siente cómo toma el testigo de su familia. “Es más o menos la misma situación; ahora (como viene haciendo Italia), si la policía viene, hay que justificar por qué estás en la calle”, sostiene..

Perros en su paseo matutino, algún que otro transeúnte con bolsas de compra y tan solo un curioso. “Yo soy de otro barrio, pero he venido a ver cómo estaba esto”, participa sin remordimiento un madrileño que asiste en primera persona a un inédito mercadillo sin puestos, a La Latina más desértica y, en definitiva, a un Madrid sin precedentes.

Sin tiendas ni ventas, la Ribera de Curtidores.
EDUARDO MENDEZ

La Policía Nacional y Municipal vigilan las calles. En las inmediaciones de la Plaza Mayor un corredor cambia el sentido de su marcha para dirigirse a su domicilio por orden de la autoridad. “Iba a Templo de Debod y la Policía me ha parado diciéndome que no tenía que estar en la calle y que iba a multarme si volvía a verme otra vez”, explica un joven oculto bajo una mascarilla. “Yo pensaba que todo era a partir de mañana lunes… ¡Sin deporte vamos a engordar todos!”, bromea el treintañero francés.

La Policía vigila las calles durante el confinamiento.
EDUARDO MENDEZ

Felipe III custodia la gran plaza. Terrazas vacías y balcones abiertos. Una pareja de asiáticas asoma la cabeza por una de sus soportales. Como si pudieran pasar desapercibidas, toman multitud de fotografías, pero se alejan cuando ven venir a la Policía. “No estamos teniendo muchos problemas”, dicen los nacionales; “no hemos detenido a nadie, pero sí hemos mandado a algún que otro a su casa, por ejemplo uno que iba corriendo”, añade un agente, sentado en el asiento del copiloto del coche patrulla.

Felipe III custodia una plaza desierta.
EDUARDO MENDEZ

La norma da excepciones para aquellos que trabajan en supermercados, quioscos, peluquerías (faltan horas para que Isabel Díaz Ayuso las clausure), estancos, tiendas de alimentación o de reparto a domicilio. Estos últimos se reúnen a las 11 de la mañana en la puerta de la Chocolatería San Ginés. Los madrileños podrán respetar el confinamiento pero no olvidan sus tradiciones. “Hoy llevamos alrededor de treinta pedidos”, detalla el encargado de la emblemática cafetería, que ya aprecia las pérdidas. “Es cuestión de fuerza mayor y tenemos que asumirlo”, lamenta el encargado.

Churros y chocolate a domicilio.
EDUARDO MENDEZ

Los leones del Congreso se hacen compañía el uno al otro. Están solos en medio de la Carrera de San Jerónimo. Apenas un par de perros dan su paseo reglamentario. “Es el primero de la mañana, pero vamos con cuidado, manteniendo la distancia de seguridad con las personas que nos podamos cruzar”, dice María, que confiesa haber acogido a su amiga en casa durante la cuarentena para “no volvernos locas”.

Una carrera sin obstáculos.
EDUARDO MENDEZ

Locos podrían volverse los turistas que han venido a conocer Madrid esta misma semana. María José y Sergio aterrizaron ayer desde Chile y tienen dos días por delante. Caminan como sonámbulos junto a las verjas del Botánico y del Museo de El Prado. "Estamos caminando, viendo qué hay abierto, pero está todo cerrado". Otros dos extranjeros se acercan al parque de El Retiro con esperanzas, hasta que se topan con el mismo cartel: Cerrado.

“Me parece fatal, porque necesitamos más que nunca desfogarnos”, lamenta una vecina del barrio de Ibiza, que suele acudir a El Retiro a diario. “No es lo mismo entrar en un parque que andar por las calles con contaminación”, explica. Ahora bien, “entiendo que hay gente que no respeta las normas y el resto tenemos que sacrificarnos”, razona más tarde. Su vecina opina lo contrario: “Todas las medidas que se adopten para controlar la contaminación me parecen adecuadas porque… [interrumple la Policía]: "Por favor, vuelvan a sus domicilios”. Es el eco de un megáfono en pleno Cibeles.

La Puerta de Alcalá sin tráfico.
EDUARDO MENDEZ
Redactora '20minutos'

Soy redactora de Política en la sección de Nacional desde 2022. Sigo de cerca al PP desde Génova, el Congreso y, a veces, el Senado. Antes, estuve encargada de la información municipal de Madrid durante tres años, aunque primero me formé en Cultura a mi llegada a 20minutos en 2019. Hice prácticas en El Mundo y en Europa Press. Colaboro en Capital Radio. Graduada en Periodismo por la UNAV. Madrileña con sangre navarra.

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