Los centros de menores tutelados viven con dificultad el confinamiento por el coronavirus

Un niño dibujando en una clase.
Un niño dibujando en una clase.
EUROPA PRESS - Archivo
Un niño dibujando en una clase.

La pandemia por coronavirus dificulta la situación de los centros de menores tutelados donde, tal y como aseguran algunos educadores sociales, es imposible mantener la distancia de seguridad y faltan todo tipo de recursos, como material de protección, personal en los centros y realización de test.

“Los educadores nos transmiten que hay falta de equipos de protección, que falta gente y que no se cubren bajas, pero luego nos reunimos con la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) y nos dicen que no es así”, afirma Xavi Campos, gerente del Colegio de Educadoras y Educadores Socials de Cataluña (CEESC).

David Rodríguez, del Colegio Oficial del Trabajo Social de Cataluña (TSCAT), confirma que han recibido algunos materiales, pero que no son los adecuados para trabajar con niños, como, por ejemplo, las pantallas rígidas.

Por su parte, Ester Cabanes, directora de la DGAIA, asegura, que las bajas se están cubriendo y que, respecto al material, han enviado el que han podido y el que les ha recomendado el departamento de Salud. “Posiblemente haya cosas mejores, pero hemos enviado lo que hemos podido encontrar. Hay falta de material en todos sitios y no siempre hemos conseguido lo que queríamos”, lamenta.

Test para educadores y niños

Cabanes recalca que los test dependen de Salud y afirma que se están llevando a cabo donde se considera necesario. “Todas las pruebas que se han hecho han dado negativo. Los niños llevan cinco semanas confinados y no contagiarán a nadie, pero los educadores pueden dar negativo hoy y contagiarse mañana al ir a comprar”, afirma.

“Es imposible mantener la distancia con los niños pequeños y, por eso, queremos tener la seguridad de que no estamos contagiados"

Precisamente por eso, Rodríguez considera necesaria la realización de test de forma periódica. “Es imposible mantener la distancia con los niños pequeños y, por eso, queremos tener la seguridad de que no estamos contagiados. De esta manera se evitarían también las bajas por precaución”, comenta.

Una educadora social, que prefiere mantener el anonimato, confirma que en su centro hubo cinco bajas de profesionales con síntomas y que no se les realizaron las pruebas. Además, señala que, de manera voluntaria, diferentes profesionales decidieron confinarse en el centro durante 15 días.

Nuevos ingresos

Rodríguez también reclama más instrucciones sobre qué hacer con los nuevos ingresos. “Imagina que viene un niño de ocho años que ha sufrido maltrato en casa y lo primero que se encuentra es que lo aíslas dos semanas en una habitación”, cuenta Rodríguez.

Por su parte, Cabanes asegura que, cuando se produce un nuevo ingreso, se realiza la prueba y el niño sólo permanece aislado el tiempo que se tarda en obtener los resultados. 

El gerente del CEESC advierte que, aunque desde la dirección manden indicaciones, cuesta mucho que éstas lleguen a los profesionales y que, además, muchas son contradictorias.

Día a día en los centros durante el confinamiento

Los infantes y los adolescentes están respondiendo de forma fantástica, pero están saturados", cuenta Rodríguez. “No es fácil convivir con 10, 15 o 30 personas en un sitio cerrado”, añade.

Las actividades deportivas, las salidas y las visitas están canceladas. Para hacerles el confinamiento más ameno, cuenta, se han ampliado las vídeollamadas y se han habilitado salas de ocio y de estudio, pero la falta de espacio hace que esto no sea fácil.

“Se intenta mantener la estructura y la rutina. Como cualquier otro niño, se aburren, pero los profesionales están poniendo mucho de su parte”, destaca.

Los educadores, desbordados

Genís Ferrero, secretario de acción sindical y jurídica de CNT Vallés Oriental, asegura haber recibido informaciones bastante alarmantes, como propuestas de turnos de 12 horas o más y confinamientos de toda la plantilla.

"Los trabajadores, por vocación, asumen cargas de trabajo impensables en otros sectores"

“El sector social vive mucha precariedad desde hace una década y los trabajadores, por vocación, asumen cargas de trabajo impensables en otros sectores”, señala Ferrero.

“Todos los sectores que se dedican a la asistencia de personas con alguna dependencia salen siempre malparados cuando hay una crisis”, lamenta otra educadora social, que también prefiere mantener el anonimato. “Nos dan lo mínimo confiando en que nosotros lo aceptaremos por pasión y amor a nuestra profesión y a la humanidad”, añade.

La directora de la DGAIA asegura estar de acuerdo con las demandas de los profesionales del sector social. “En sus peticiones, a mí me encontrarán de su lado. Me he dedicado a esto 27 años. Pero no es tan fácil.”

Cabanes señala que muchos centros dependen de entidades locales y que, en esos casos, la DGAIA puede proponer, pero no decidir, y añade que sería necesario un acuerdo pactado entre todos: Generalitat, entidades locales, sindicatos, etcétera.

Para Cabanes, el sector social no tiene el reconocimiento que se merece. Recuerda que los trabajadores sociales son los que consiguen que esos niños se conviertan en adultos con trabajo y familias.

"Los aplausos de las ocho también deberían ser para los niños y para los que trabajan cuidando de ellos”, añade.

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