Así está siendo la nueva vida americana del príncipe Harry y Meghan Markle

Meghan Markle y el príncipe Harry, en marzo de 2020.
Meghan Markle y el príncipe Harry, en marzo de 2020.
Paul Edwards/ The Sun/ GTRES
Meghan Markle y el príncipe Harry, en marzo de 2020.

No se sabe aún si el príncipe Harry y Meghan Markle habrán sacado tiempo durante esta semana, con tanto trabajo como voluntarios como el que están ejerciendo contra el coronavirus en Los Ángeles, para llamar y felicitar a Isabel II, que ha cumplido 94 años.

Lo que sí se sabe es que han sacado tiempo más que suficiente para llegar a su destino americano, hacerse a su estilo de vida y cortar lazos con el británico, con el que además tienen un litigio con varios medios de comunicación a raíz de los mensajes que la actriz intercambió con su padre cuatro días antes de la boda con el hijo de Carlos de Inglaterra.

Resumiendo rápidamente, el matrimonio ha vetado mediante una carta a cuatro de los periódicos más famosos del Reino Unido (The Sun, The Daily Mail, The Mirror y The Express) por "destrozar" la vida de muchas personas, atendiendo, según ellos, a que hacen caso de "chismes maliciosos" para aumentar sus "ingresos por publicidad".

Sea como fuere, tanto ellos como el pequeño Archie de once meses (cumplirá su primer año el próximo 6 de mayo) ya están viviendo en la ciudad natal de ella, alejándose cada vez más su primera idea de vivir a partir de ahora en Canadá, lo que, dentro de lo que para ellos se interpretaba como algo malo, era sin embargo más del gusto de la familia real.

Sea como fuere, lo cierto es que la rutina del matrimonio, dado que en el estado de California también están restringidas las salidas, está siendo quedarse en casa el mayor tiempo posible que les deja su labor repartiendo comida a los más necesitados.

Apenas si salen, sobre todo, para sacar al cuarto y al quinto miembro de su familia: sus perros. Lo hacen con ropa informal y zapatos deportivos, amén del rostro siempre completamente embozado con bragas por encima de la nariz, gafas de sol y gorras.

El mayor de ellos es Guy, un beagle que ya vivía con Markle desde antes de que entrara a formar parte de la familia Windsor, y el segundo, Oz, una hembra negra de labrador que adoptaron hace año y medio y que suple el hueco que dejó Bogart, que se quedó con unas amistades de Meghan en Canadá cuando esta se trasladó a vivir a Reino Unido.

En el tiempo que le dejan su pequeño Archie, el litigio con los medios, las mascotas y repartir comida con Project Angel Food, lo cierto es que los duques de Sussex no paran: Harry en sus funciones de embajador de la Fundación WellChild, para la que participó en un coloquio mediante videollamada acerca de cómo están lidiando los padres de familia numerosa este confinamiento; y Meghan apareció en Good Morning America (aunque en diferido) para hablar sobre su reciente película sobre elefantes.

Sin embargo, lo más llamativo es que ya están buscando piso para mudarse en cuanto se normalice la situación. Ahora mimo, y de forma temporal, están viviendo en el barrio de Bel Air, alejados del centro, pero para su residencia futura estaban pensando en algo que ya esté contrastado.

¿Cómo? Pues habiendo pertenecido a una celebrity. Parece ser que los duques se han decantado por la casa que tiene en Malibú el actor y director Mel Gibson, que posee unas espectaculares vistas del Océano Pacífico y por el que están dispuestos a llegar a los 14 millones de dólares.

Se trata de una mansión de 6.000 metros cuadrados (sobre una parcela de 20.000) en la que antes vivía el actor de Expediente X y Californication, David Duchovny, construida siguiendo el estilo rústico, en el que predomina la madera y la piedra en su inmenso jardín con dos piscinas, gimnasio y su propia casa de invitados.

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