Madrid

Los madrileños viven un San Isidro “soso” y de luto

El alcalde de Madrid y la vicealcaldesa han inaugurado un pebetero.
Ayuntamiento de Madrid

Una pradera vacía y un fuego ardiente en el corazón de Madrid. Es 15 de mayo de 2020, día de San Isidro, pero los madrileños, en lugar de prenderse claveles, lucen un crespón. A las 10 de la mañana, bajo un cielo gris, el alcalde y la vicealcaldesa inauguran un pebetero, el nuevo monumento ubicado en la plaza de Cibeles en homenaje a las víctimas del coronavirus. 

José Luis Martínez- Almeida y Begoña Villacís colocan una corona de laurel a los pies de la escultura al tiempo que los pocos representantes políticos que han sido invitados escuchan El cant dels ocells (El canto de los pájaros), una pieza a violonchelo de Pau Casals. “Es una obra muy solemne que se toca en situaciones tristes, casi siempre en homenajes a los caídos”, cuenta la violonchelista Teresa Lli al término de su actuación. En medio de la solemnidad, la joven se dice honrada de haber sido escogida para este acto. “Ha sido muy sentido aunque no hayamos podido acercarnos entre nosotros”.

La plaza de Cibeles comienza a recibir a los primeros curiosos. “¿Esto qué es?”, “¿pero se va a quedar encendido?”, “es muy bonito”, dicen los primeros en llegar. Los viandantes se paran ante el fuego ardiente. Ante su vista todo un cuadro con perspectiva: en primer plano el pebetero, al fondo, la rica fachada del palacio de Cibeles de la que cuelga una gran pancarta con la palabra gracias. Y, en el plano superior del cuadro, un enorme crespón negro cuelga, allí al cabo de la cuesta del arco de la Puerta de Alcalá.

Un cuadro elocuente para Víctor (40 años). “Todo es poco para homenajear a toda una generación que ha caído de esta forma tan desastrosa”. “Se merecen esto y más, que no queden en el olvido”, añade su madre. El adorno tiene buena acogida entre los transeúntes. A Salvador (80 años) le parece un homenaje “magnífico”, igual que a Antonio a quien, no obstante, le resulta tardío: “Ya se debería haber hecho algo antes por ellos”, dice este madrileño. Celia, de 70 años, le responde: “A las víctimas se les va a recordar igual y esto va a permanecer para siempre”.

Mientras, en el interior del Palacio, el escritor premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa pronuncia el discurso previo a la entrega de la Medalla de Oro de San Isidro que este año ha sido concedido al pueblo de Madrid. "Creíamos haber alcanzado con el progreso el dominio de la naturaleza; pensábamos que la naturaleza no podía sorprendernos y menos derrotarnos, y la experiencia del Covid-19, de esta plaga medieval, para la que nadie, ningún país estaba preparado, nos ha vuelto seguramente menos arrogantes, más humildes". Tras las ineludibles palabras, pegadas a la actualidad, el escritor manda un mensaje esperanzador. "Madrid abre sus puertas y ventanas; hay pocos madrileños de origen. Madrid es una historia sin racismo. Ese amor a la libertad se ha manifestado de una manera ejemplar pues quizá es la ciudad más cosmopolita de todas".

Tras el premio Nobel, Mónica López, una prestigiosa médica internista del Hospital Ramón y Cajal de Madrid recoge la Medalla de Honor a los madrileños a los que ha trasladado su "amor por la ciudad y la tristeza por quienes se han marchado. Con el premio en la mano ha pedido a los madrileños "distancia, prudencia y responsabilidad".

Vecinos de San Isidro aprovechan su hora del paseo para acercarse a la Ermita. 
B.S.

En el otro lado de la ciudad, los vecinos de San Isidro, mayores de 65, aprovechan su hora de salida para acercarse a la ermita. “He venido a ver si han abierto la fuente del agua”, dice Pilar, poco esperanzada. Ella ha escogido ropa de calle para dar su paseo matutino, pero quizá en el de las 19.00 cambie de vestuario. “Estoy pensando en ponerme mi traje de chulapa, aunque sea una hora”, cuenta esta vecina que pertenece a la agrupación de Castizos de Madrid.

Próxima al cementerio se encuentra Ana, una mejicana vestida con el traje popular. “Madrid me ha recibido con los brazos abiertos y quiero devolverles el guiño vistiéndome de chulapa. Y, aunque no sea la fiesta real, todos tenemos la alegría en nuestro corazón en el día de San Isidro”.

Ana Velázquez celebra un San Isidro atípico.
B.S.

Una veintena de policías preparan la zona para la llegada oficial del alcalde y la vicealcaldesa a la misa de la ermita. Los agentes ocupan la calle y duplican en número a los propios viandantes. Paco (nombre ficticio) se ha vestido con el traje de chulapo para hacerse su tradicional foto junto a la fuente. Ya está bajando la cuesta de vuelta a casa. Sin foto, claro. “Es el día 15 de mayo y quiero seguir con la tradición pero no me han dejado hacerme la foto”, se queja.

A las 12.30 el escenario cambia. Los niños toman el relevo a los mayores y salen a la calle a pasear. Nuria tiene 11 años, los mismos que lleva celebrando San Isidro vestida de chulapa. “Es un día muy especial y no quería perdérmelo, cuenta la niña. “Está todo muy soso, no hay rosquillas ni feria…”, añade de la mano de su padre.

Nerea junto a su padre.
B.S.

Unos pocos metros más allá, unos cuantos vecinos esperan a que dé comienzo la Eucaristía. Guardan la distancia entre ellos e intercambian sus impresiones hasta que un agente les da una mala noticia. “¿Hoy no hay misa? Pues vaya”, lamenta una de ellas.

En realidad sí la hay, pero a puerta cerrada y con la previa bendición del agua del Santo. En la homilía- a la que acuden algunos representantes políticos como el alcalde, la vicealcaldesa y la presidenta regional- el cardenal Osoro asegura que la pandemia nos está llamando al encuentro con otros y con Dios como san Isidro. "San Isidro expresó con su vida ser un miembro de la Iglesia solidario, no dio rodeos y estuvo, con lo que tenía, al lado de los más pobres. Curó a los que necesitaban y recibió a todos los que lo buscaban o salía él a su encuentro", apunta. 

Almeida y Villacís asisten a la misa solemne de San Isidro.
Ayuntamiento de Madrid

A la salida, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, participan en la ofrenda floral ante el cuadro de la Virgen de la Paloma en la capital. Por la tarde la lluvia se convierte en truenos. Es un San Isidro triste. Pero la llama del pebetero sigue encendida.

Redactora '20minutos'

Soy redactora de Política en la sección de Nacional desde 2022. Sigo de cerca al PP desde Génova, el Congreso y, a veces, el Senado. Antes, estuve encargada de la información municipal de Madrid durante tres años, aunque primero me formé en Cultura a mi llegada a 20minutos en 2019. Hice prácticas en El Mundo y en Europa Press. Colaboro en Capital Radio. Graduada en Periodismo por la UNAV. Madrileña con sangre navarra.

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