Del libro al tablero: así es el juego de 'El monstruo de Colores' para aprender a identificar las emociones

La educación emocional ha cogido mucha fuerza en los últimos años, tanto dentro del aula como fuera. Los adultos nos hemos dado cuenta de que es fundamental que los niños aprendan, cuanto antes, a identificar aquellas emociones básicas que les acompañan desde edades muy tempranas, bien sea para ganar autonomía, para aprender a gestionar la frustración cuando las cosas no salen como quieren o, simplemente, para perder el miedo a hablar con nosotros de aquello que les preocupa o les hace sentir inseguros. Sin embargo, los padres no siempre sabemos cómo enfocar un tema tan delicado (¡y complicado!) sin hacerles un lío. Entonces, ¿cómo podemos ayudarles a entrar en materia sin que salgan espantados después de un rato de ardua conversación?

Para hacerlo sin dificultad a través del juego, pues ya se sabe que la diversión es un gran vehículo para asentar ideas y conceptos, han llevado la historia del multipremiado libro infantil El monstruo de colores al tablero, para que, tirando dados y moviendo fichas, los niños aprendan a identificar las emociones y a explicarlas para intentar ayudar al confuso protagonista a saber qué le ocurre. A la venta en Amazon, con este pasatiempos padres e hijos podemos estrechar lazos y fortalecer la confianza de los unos en los otros a la hora de enfrentar un problema, al tiempo que nos divertimos y trabajamos en equipo para ayudar al monstruo. ¿Os animáis a poner a prueba vuestras emociones?

¿En qué consiste este juego?

Lejos de presentar ninguna dificultad estratégica, puesto que está dirigido a niños de entre tres y seis años, la dinámica de juego de El monstruo de las emociones es sencilla y rápida de entender, algo fundamental si queremos que triunfe entre los más pequeños de la casa. Así, el objetivo que vamos a tener que perseguir en familia no es otro que el de ayudar, de forma colaborativa, a que el Monstruo pueda descubrir sus emociones al tiempo que los niños aprenden a identificarlas y a relacionarlas con casos concretos. Para ello, hay que ir tirando el dado y recogiendo las fichas que representan a la felicidad, el miedo, la ira o la calma, entre otros, y, por turnos, uno de los participantes deberá contar una historia (real o inventada) que refleje una experiencia relacionada con dicho sentimiento.

Así, además de ayudarles a fomentar su vocabulario y a entrenar la creatividad, estaremos dándoles a herramientas fundamentales para que sean capaces de aprender qué se siente cuando uno está enfadado o triste, pero también cómo deben actuar para no sentir miedo o soledad ante estas emociones que les van a acompañar a lo largo de su vida.

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