La chispa del racismo vuelve a incendiar Estados Unidos

Un grupo de manifestantes, ante un comercio en llamas en Minneapolis.
Un grupo de manifestantes, ante un comercio en llamas en Minneapolis.
EFE
Un grupo de manifestantes, ante un comercio en llamas en Minneapolis.

La tensión racial ha vuelto a estallar en Estados Unidos tras la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco en la ciudad de Mineápolis (Minesota), hace hoy justo una semana.

Las protestas contra la violencia policial que empezaron en esa metrópolis del medio oeste americano se han ido extendiendo, poco a poco, por todo el país y, lo más preocupante, han derivado en disturbios cada vez más violentos. Este fin de semana, más de 50 grandes ciudades norteamericanas, como Nueva York, Los Ángeles, Miami o Chicago, han sido escenario de graves enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden, unos altercados que por la noche han ido acompañados de numerosos actos de vandalismo: quema de vehículos y mobiliario urbano, rotura de escaparates de comercios, saqueo de tiendas...

Los disturbios ya se han cobrado, al menos, una víctima, pues la madrugada del sábado al domingo una persona murió en Indianápolis y otras dos recibieron disparos durante las protestas que tenían lugar en el centro de la ciudad. En Nueva York, la tensión también está siendo palpable en las calles: un coche patrulla arrolló a varios manifestantes que le bloqueaban el paso e incendió aún más la ira contra la policía. Los arrestados superan ya el millar en todo el país y hay cientos de heridos, entre ellos numerosos agentes.

Ni siquiera el toque de queda declarado en 40 ciudades, entre ellas Los Ángeles, ha podido frenar los disturbios nocturnos y muchos puntos de la segunda urbe más poblada de Estados Unidos amanecieron en llamas. Tampoco la activación de la Guardia Nacional por parte del presidente, Donald Trump, ha servido para aplacar las protestas. Unos 5.000 efectivos de este cuerpo de la reserva se han movilizado en 15 estados y en la capital, Washington DC, mientras que otros 2.000 están a la espera de hacerlo.

También la Policía Militar está preparada para intervenir. Fiel a su estilo, Trump atacó ayer a la prensa por "fomentar el odio y la anarquía" y defendió la labor de la Guardia Nacional en Mineápolis, donde cargó muy duramente contra los manifestantes para pacificar las calles. Varios periodistas, sin embargo, denunciaron haber sido heridos por los cuerpos de seguridad mientras cubrían esas protestas.

Por su parte, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Robert O’Brien, achacó este domingo a "unas pocas manzanas podridas" la brutalidad policial contra los afroamericanos y rechazó que exista "un racismo sistémico" dentro del cuerpo. "Creo que el 99,99% de los agentes de las fuerzas del orden son estadounidenses estupendos", dijo O’Brien en una entrevista en la CNN, en la que recordó que muchos efectivos  policiales son afroamericanos, latinos y de origen asiático.

La indignación, no obstante, ha calado en buena parte de la sociedad americana. Incluso celebrities como Beyoncé, Madonna, Oprah Winfrey, Kanye West o Ariana Grande han pedido públicamente que se haga justicia y que la muerte de Floyd no quede impune, ya que la violencia policial contra las personas de raza negra es demasiado frecuente en EE UU.

En 2016 ya hubo disturbios violentos en Charlotte (Carolina del Norte) por el tiroteo de un afroamericano a manos de agentes armados y se pueden contar incidentes similares prácticamente cada año. El FBI está ahora investigando la muerte de Floyd, de 46 años, asfixiado por un agente durante un arresto. Su muerte fue grabada en vídeo y se ha viralizado en internet.

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