El detective Sherlock Holmes y su ayudante Harry Taxon deben resolver el secuestro una mujer y evitar que un hombre inocente sea condenado por él. Para ello, tendrán que adentrarse e indagar en los bajos fondos londinenses, entre estibadores del Támesis y prostitutas de Whitechapel en La hija del usurero… Pero, ¡un momento! Cualquier conocedor del canon holmesiano de Conan Doyle sabrá que algo falla en lo anteriormente escrito. Sin ir más lejos, ¿dónde está el doctor Watson?

Efectivamente, este Holmes no salió de la mente de Arthur Conan Doyle, padre del más famoso detective de la literatura. Fue parte de unas historias anónimas llamadas El detective Sherlock Holmes y sus más famosas aventuras, una serie de aventuras que salieron publicadas en Alemania entre 1907 y junio de 1911 y llegaron a las 230 entregas con gran éxito. Además, llevan otro misterio incluido: ¿quién escribió estas historias si no fue Conan Doyle?

Sus redescubridores españoles son la editorial Funambulista y el escritor, filólogo y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, David Felipe Arranz, y creen que tienen la respuesta a tal enigma. “Los encontré de manera fortuita en 2012, frente a la librería Shakespeare & Co, a orillas de Sena”, rememora “sin fecha de edición ni autor, pero en buen estado. Los compré, los traje y años después hablé con el editor de Funambulista, Max Lacurz, sobre editarlos. Él me planteó el reto: editarlos como anónimos, pero lanzar una hipótesis sobre su autoría”.

EDITORIAL FUNAMBULISTA

Arranz se lanzó a investigar archivos alemanes y a los estudiosos de la novela pulp y halló su respuesta: los autores fueron el polaco Kurt Matull y el alemán Matthias Blank. Un dramaturgo y guionista y un autor de novelas de kiosko. Dos autores prolíficos, probablemente contratados para escribir estas historias. Dos desconocidos autores a los que se pierde la pista tras el auge del nazismo y la Segunda Guerra Mundial. “Es una hipótesis, pero con muchas posibilidades de ser ciertas, hay pruebas de archivos”, afirma este filólogo, que deja la puerta a que hubiera algún ‘negro’ más.

Estas novelas, de las que ahora se publican en este único volumen titulado Archivos secretos de Sherlock Holmes (que incluyen las historias La hija del usurero, La Kodak traidora, El enigma de la casa de juegos y El vestido de la reina ) son buena prueba de esta segunda vida de Holmes que tuvieron un éxito arrollador en Alemania y Rusia. Además, aparecen con ilustraciones originales de Alfred Roloff. La editorial Lutz, que tenía los derechos de Sherlock Holmes en Alemania, sabía de estas ediciones y hay constancia de que en la décimo primera entrega solicitan formalmente que no usen el nombre del detective en los títulos, con los que los siguientes aparece bajo el calificativo de las aventuras de “el detective más famoso del mundo". Parece que no se necesitaba especificar más.

“Conan Doyle conocía estas historias y las consentía relativamente”, explica Arranz, “tenía un concepto diferente de autoría: creo que pensaba que que su héroe viviera otras aventuras repercutiría muy positivamente en las ventas e imagen de la serie original”.

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Pero, ¿son estas aventuras un mero plagio de las historias originales? No, “suponen un nexo entre el Sherlock Holmes original de Conan Doyle y los guiones cinematográficos: tiene más acción, más peleas, es más dinámico... Recuerda más al personaje que encarnó Robert Downey Jr en las películas de Guy Ritchie. Se nota que sus autores trabajaron en el cine porque son más rápidas. Incluso en La hija del usurero, Sherlock hace una encendida defensa de género al salvar de los malos tratos a una prostituta. Quizá el lector más holmesiano eche en falta más disgresiones filosóficas y deductivas de las obras de Doyle”.

Lo que parece indudable para este editor y estudioso es que estas historias influyeron en numerosas visiones cinematográficos del célebre detective como Estudio de Terror (1965), de James Hill, La vida secreta de Sherlock Holmes (1970) de Billy Wilder, Asesinato por decreto (1979) de Bob Clarck o las mencionadas películas de Ritchie.

¿Y Watson? ¿Qué pasa con el célebre ayudante y, en ocasiones, narrador de los casos de Holmes? “Parece que hicieron el cambio para diferenciarse y porque en la saga original se casaba”, explica Arranz. Por eso se inventan a Harry Taxon y adentran estas historias en el género de la novela de aprendizaje: Holmes y Taxon mantien una relación de maestro y discípulo, y el segundo va aprendiendo el método del detective.

Y así fue como sin su fiel Watson y sin su autor original, Sherlock Holmes vivió y amplió su universo más allá de la mente de su creador.