Barcelona

Más personas que nunca durmiendo en las calles de Barcelona: 1.239 en pleno confinamiento

Una persona sin hogar durmiendo en la calle, cerca de la Estación de Sants de Barcelona, durante la noche del recuento de personas sin techo organizada por la Fundació Arrels el pasado 14 de mayo del 2020, durante la epidemia del coronavirus.
FUNDACIÓ ARREL

El pasado 14 de mayo, en pleno confinamiento de la población barcelonesa, y con un pabellón de Fira Barcelona Montjuïc dedicado a acoger de emergencia a personas sin hogar, la Fundació Arrels contabilizó hasta 1.239 personas sin techo durmiendo en las calles barcelonesas, una cifra nunca vista en la ciudad, según ha asegurado este jueves el director de la entidad, Ferran Busquets. "Es la mayor cifra registrada hasta ahora", ha insistido Busquets, así como un indicador de que la situación de los sintecho "no mejora sino que empeora". Es un 80% superior a la de hace 12 años.

Sumadas a las 836 personas que habitan en asentamientos en la capital catalana y a las 2.171 sin hogar que duermen gracias a recursos residenciales públicos y privados, son 4.200 las personas en la calle "como mínimo", ha indicado durante la presentación del informe 'Viure al carrer a Barcelona". 

Preocupa a Arrels, y mucho, que este colectivo altamente vulnerable sea "cada vez más joven". Un 13% de los contabilizados el pasado 14 de mayo tienen entre 16 y 25 años (y han aumentado en un 63,5% en cuatro años) y en un 95% de los casos se trata de migrantes, sobre todo de países extracomunitarios. Tres de cada cuatro sintecho en Barcelona han nacido fuera de España. Un 73% no están empadronados y un 56% no dispone de tarjeta sanitaria, 

Jóvenes extracomunitarios

Aquí aflora otra problemática social urgente, la de los menas (menores extranjeros no acompañados) que se ven en la calle al cumplir la mayoría de edad y tener que abandonar los centros en los que les aloja la administración.

"Hasta el 86% de este colectivo que vive en la calle procede de Marruecos", ha dicho Busquets, y en su mayoría vienen de centros de menores. "Al cumplir los 18 años los hemos desprotegido y condenado a la calle", se ha lamentado el director de Arrels. "Su desprotección es absoluta", ha añadido. 

Una voluntaria de Arrels, en el servicio ropero de la entidad en Barcelona, durante la pandemia del coronavirus
FUNDACIÓ ARRELS

La media de edad del sinhogar es de 40 años. Los hombres son el 81% del colectivo frente a un 11% de mujeres y un 4% que no especifica su género. En el último recuento, Arrels ha comprobado que "la edad de los hombres está bajando respecto a la media mientras que la de las mujeres está aumentando". 

Cerca del 30% de hombres sintecho 
en Barcelona "están en un estado de vulnerabilidad muy alto", alerta Arrels

Busquets recuerda que "cuando una mujer llega a la calle lo hace en peores circunstancias que un hombre". Aunque especifica que cerca del 30% de hombres sintecho en Barcelona "están en un estado de vulnerabilidad muy alto".

Cuatro de cada 10 hombres son víctimas de agresiones. En las mujeres, el porcentaje sube a cerca del 50%. En este punto, Busquets ha recordado que este año se tiene que lamentar el asesinato de tres sintecho en Barcelona a manos de una única persona que "aprovechó" la indefensión extra que vivían durante el estado de alarma. 

También ha criticado que en el confinamiento, las personas sin hogar han estado "expuestas a presión policial y a sanciones, especialmente en el inicio del encierro". Y que Arrels ha tenido que entregarles acreditaciones para revertir estas multas. 

El pabellón de emergencia en Fira, insuficiente

Sobre el recurso para el colectivo habilitado en Fira de Barcelona, ha indicado que muchas personas "se han quedado en la calle y sin poder confinarse porque no cumplían los requisitos". Ante esta desprotección, la entidad ha repartido unos 700 mapas con los recursos para ellos disponibles en la ciudad y se ha habilitado un teléfono de atención que ha recibido 250 llamadas. Otras 300 han sido de gente "a punto de quedarse sin casa". 

"Agradecemos mucho el esfuerzo del pabellón de la Fira y de las 600 plazas de emergencia habilitadas, pero este recurso tendría que servir para que las personas que se alojan allá puedan reconducir su situación y evitar la calle". En cuanto a los recursos existentes, los califican de "lejanos y saturados" y abogan, como desde hace tiempo, por crear espacios pequeños en cada barrio. 

La lista de espera para alojarse en alguno de los tres albergues municipales de Barcelona (centros de primera acogida) era de entre cinco y siete meses a antes de la pandemia. 

Tres años y cinco meses de media en la calle 

Es un hecho que vivir en la calle dispara la vulnerabilidad de una persona. Y en el caso de Barcelona, donde la media de estancia es de tres años y cinco meses, la situación se agrava porque "es más difícil de revertir y pone de manifiesto, además, que no les estamos dando los recursos adecuados para salir de ello", ha indicado la educadora de calle Gemma Gassó. 

Uno de cada 10 sintecho llevan más de una década en la calle

Ha remarcado que una de las causas de esta "cronificación" es que los servicios sociales municipales se centran en cubrir las necesidades básicas del colectivo más que en proporcionar un alojamiento estable. 

Hay que tener en cuenta, ha puntualizado, que con solo seis meses en la calle "ya se produce un deterioro muy importante de su estado de salud física y mental" y también "baja la autoestima y el sentimiento de exclusión de la persona". Se pone de relieve, entonces, el hecho de que los sintecho nacidos en España lleven de media 4 años en las calles de Barcelona, que un 30% del total (independientemente de su procedencia) lleven entre seis meses y dos años y que un 10% del total, más de una década. 

"Me he sentido como un animal"

"Las humillaciones afectan a su autoestima", ha querido destacar Gassó, poniendo algunos ejemplos de entre las personas a las que atienden diariamente. Ha hablado dl caso de un sintecho que dormía en un portal junto a una peluquería y que una noche se encontró con que habían esparcido un polvo harinoso mezclado con agua en el suelo. "Me he sentido como un animal", les explicó a los educadores. "Me siento mal, ¿Por qué no se acercaron a mi y me lo dijeron?, les relató sobre este capítulo de 'arquitectura hostil' intencionada.

"Estoy cerca de una escuela 
y esto no queda bien"

"Yo ya entiendo que moleste estando allí", les dijo otra de las personas a las que atienden en la calle. "Estoy en una calle turística" o "Estoy cerca de una escuela y esto no queda bien", son otros testimonios que han escuchado estas semanas y que supone para Gassó "una autopercepción incorporada cuando llevas mucho tiempo en la calle".

"Me rapé la cabeza para que crean que soy un hombre mientras duermo"

A una de las mujeres a las que dan apoyo se la encontraron un día con la cabeza rapada. "Nos explicó que lo está probando para que mientras duerma se piensen que es un hombre e intentar así disuadir de ser agredida", comenta la educadora, que destaca que cada día realizan unas 60 visitas a mujeres que duermen en la calle, doblemente estigmatizadas, por su condición de mujer y por sufrir adicciones o problemas de salud mental.

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