El camino de la Covid desemboca otra vez en las residencias de ancianos: "Siempre viene de fuera hacia dentro"

Van poco a poco, pero los casos de covid19 vuelven a colarse en las residencias de mayores y ya suponen el 14 % de los nuevos contagios. En el Puerto de Santa María, en Cádiz, una única residencia acumula ya 127 positivos, varios de ellos han sido trasladado ya al hospital y hay, inlcuso, un anciano fallecido. Una situación muy preocupante que se repite por todo el territorio. Solo en el País Vasco, durante esta segunda ola, se han registrado ya 33 mayores fallecidos y, al menos, 300 contagios en las residencias. Por eso, en San Sebastián hoy se han concentrado muchos familiares de estos residentes, piden que se cambien las medidas en estos centros, que puedan pasar a ver a sus familiares para ayudarlos y estar con ellos.
Se multiplican los casos en las residencias de mayores de todo el país.
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Van poco a poco, pero los casos de covid19 vuelven a colarse en las residencias de mayores y ya suponen el 14 % de los nuevos contagios. En el Puerto de Santa María, en Cádiz, una única residencia acumula ya 127 positivos, varios de ellos han sido trasladado ya al hospital y hay, inlcuso, un anciano fallecido. Una situación muy preocupante que se repite por todo el territorio. Solo en el País Vasco, durante esta segunda ola, se han registrado ya 33 mayores fallecidos y, al menos, 300 contagios en las residencias. Por eso, en San Sebastián hoy se han concentrado muchos familiares de estos residentes, piden que se cambien las medidas en estos centros, que puedan pasar a ver a sus familiares para ayudarlos y estar con ellos.

Fueron los más castigados por la primera ola de COVID-19, y la segunda amenaza con golpearlos duramente de nuevo. Los ancianos de los centros de mayores se convirtieron en marzo y abril en las principales víctimas del coronavirus y la actual difusión de la pandemia ha conseguido traspasar una vez más las puertas de las residencias, a las que ya azota con virulencia.

El número de contagios en este tipo de espacios se ha disparado en los últimos días, lo que ha llevado a las administraciones públicas a actuar para frenar el avance del virus. Así lo ha hecho la Xunta de Galicia, que ha intervenido ya la gestión de dos centros: el último este martes en el municipio lucense de Outeiro de Rei, tras detectar al menos 139 positivos. El primero fue una residencia de la misma provincia, afectado por un brote con 16 fallecidos. También la Junta de Andalucía ha optado por medicalizar un geriátrico en El Puerto de Santa María con 129 casos entre usuarios y trabajadores. 

La nueva difusión de la pandemia en estos centros no es sino el triste reflejo de lo que ocurre fuera, con España erigida como el país europeo con mayor incidencia acumulada. "Actualmente, con la subida de los contagios en la población general, está aumentando el riesgo de transmisión en residencias. Estamos teniendo nuevamente un incremento", explica el secretario general de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), Alfredo Bohórquez, que apunta a la detección precoz y al aislamiento inminente de los infectados y los sospechosos como clave para reducir la expansión del virus.

"Con la subida de los contagios en la población general, está aumentando el riesgo de transmisión en residencias"

Pero, ¿cómo entra la COVID-19 en estos recintos? El acceso al interior de estos centros, donde causó estragos en la primera oleada de la pandemia, se produce a través de los trabajadores, las visitas o tras el regreso de los usuarios después de una salida, detalla el geriatra. Es en el exterior donde alguno de ellos puede tener contacto con un positivo e infectarse, con la consecuente introducción del virus en la residencia. "Siempre viene de fuera hacia dentro", señala.

¿Cómo gestionar esta nueva ola?

Para hacer frente a esta segunda ola en los centros geriátricos, la SEGG ha elaborado un decálogo de recomendaciones para evitar las cifras dramáticas de la primera. Entre ellas, enfatizan la necesidad de practicar PCR a todo nuevo ingreso en la residencia, a cualquier persona con síntomas y a quien haya mantenido contacto con un positivo. Asimismo, apuestan por test periódicos a los profesionales que trabajan en las residencias.

Sin embargo, desde la Federación LARES, que agrupa a los centros y servicios de atención a los mayores sin ánimo de lucro, denuncian que no se han hecho pruebas suficientes a los empleados y usuarios de este sector para garantizar su seguridad. "Es imprescindible que se les dé prioridad. La realidad que tenemos es que a los temporeros se les hacen pruebas, a los profesores, a los trabajadores de instituciones penitenciarias, pero a los de las residencias no", lamenta Juan José García Ferrer, secretario general de este organismo.

Otro de los grandes retos para proteger estos espacios de la entrada del virus es el correcto aislamiento de los contagiados, algo que habrá que llevar a cabo en las instalaciones de la propia residencia o fuera, según las condiciones de la misma. Para tener éxito en este desafío, la SEGG reclama la elaboración de un mapa que caracterice los recintos y LARES exige centros intermedios a los que derivar a los enfermos que no puedan permanecer en los geriátricos.

También el aumento de las plantillas ayudaría a afrontar con más garantías esta crisis, y es precisamente un incremento de la ratio de personal una de las solicitudes de ambas instituciones. Una petición a la que se une el Consejo General del Trabajo Social, cuya presidenta, Emiliana Vicente, califica el modelo de residencias vigente de "obsoleto" y "decimonónico", con las consiguientes deficiencias para encarar la pandemia.

Las visitas, imprescindibles

A causa del riesgo que suponen las visitas para los residentes desde el punto de vista epidemiológico, cada comunidad ha adoptado unas restricciones al respecto en sus planes de contingencia. Sin embargo, tanto Bohórquez como García Ferrer lo tienen claro: son "indispensables" para garantizar el bienestar de los ancianos. "Hay que permitir el contacto con las familias, aunque sea más restringido, con distancia, en lugares bien ventilados y un tiempo limitado", recalca el secretario general de la SEGG.

"En la anterior ola se cerraron los centros. Muchos residentes estaban incluso confinadas en las habitaciones y esto ha generado muchas complicaciones de salud de las personas mayores. Este confinamiento total no hay que volverlo a hacer", apunta Bohórquez, que incide en que también es fundamental que los ancianos mantengan su actividad y reciban estímulos para evitar que se depriman o su condición se agrave.

"Este confinamiento total no hay que volverlo a hacer"

En esta necesidad de evitar la clausura de estos recintos, coincide el secretario general de LARES, que añade: "Lo importante no es solamente vivir, es tener ganas de vivir, y, para eso, uno tiene que tener una mínima calidad de vida".

Una situación "gestionable"

A pesar de las cifras que diariamente arrojan los informes de Sanidad y del aumento de los casos en residencias, Bohórquez considera que la coyuntura todavía puede controlarse. "La situación actualmente es gestionable, incluso en sitios como Madrid, con tasas más elevadas, en la que los equipos de las consejerías y de Salud Pública están trabajando intensamente", dice.

"Estamos ante una situación que puede ser muy controlada", afirma, y recuerda la importancia de las mascarillas, el distanciamiento y el mejor conocimiento del virus. No obstante, alerta de lo que puede ocurrir si no se actúa de forma responsable y coordinada. "Todos estamos trabajando para que la coyuntura no sea tan compleja ni tan grave como lo fue, pero, si hay un descontrol de los contagios y volvemos a tener saturación de todos los recursos, podemos vivir una circunstancia exactamente igual. Esperemos que no sea así", desea.

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