Susana Molina confiesa sus secretos más íntimos: desde sus 'piercings' hasta sus gustos sexuales

La 'influencer' Susana Molina, en noviembre de 2019.
La 'influencer' Susana Molina, en noviembre de 2019.
Tristan Fewings / GTRES
La 'influencer' Susana Molina, en noviembre de 2019.

Normalmente, cualquier influencer iría contando sus pequeños secretillos de uno en uno, como migas de pan, para ir acrecentando el número de seguidores con pequeñas píldoras. Pero como ya ha demostrado en televisión, a Susana Molina no le van las medias tintas, así que ha decidido contarlo todo de buenas a primeras.

La murciana de 30 años necesitaba contenido para su nuevo vídeo en MtMad, la plataforma de Mediaset, y, como estaba borrando sus antiguos vídeos de Youtube y entre ellos estaba el 50 cosas sobre mí que realizó hace varios años optó por confesar ahora hasta 15 secretos que pocos saben de ella.

Y hay para todos los gustos ("hay algunas que ya sabéis porque he contado varias veces pero otras nunca las he hablado", alcara),  aunque las más jugosas para los fans, desde luego, son aquellas que ha revelado y que tienen un extra de morbo por entrar en terrenos a veces prohibidos para las vloggers.

La ganadora de Gran Hermano 14, como sabe perfectamente cómo funcionan estas cosas, ha optado por hacer un in crescendo y empezar, tras decir que ha engordado cinco kilos, por los más suaves, como que tiene una tremenda obsesión por un peluche de oveja (por su tejido, llega a comentar) o que fue a una universidad católica después de GH y que, aunque reconoce que "no le pega mucho", tuvo que hacerlo porque vivía en Sevilla y la universidad de Murcia en la que estudiaba requería las clases presenciales.

También trató uno de los mayores problemas de su adolescencia. Básicamente, de un complejo de altura que poco a poco la participante de La isla de las tentaciones fue superando. Lo que sin embargo no ha superado es el reto que hizo con su hermano y por el que se hizo un piercing en el pezón que, aunque ya no lo lleva, le hizo perder una de sus prendas favoritas.

"Ya no lo llevo, pero hice una broma con mi hermano, '¿A qué no te atreves?', había un sitio, entré y me hice el piercing. Me dio tanta vergüenza al hacérmelo que me dejé allí la chaqueta que llevaba y nunca más volví a por ella", ha desvelado Molina en la primera parte de este vídeo (en el título se deja entrever que habrá más confesiones).

También ha comentado que es cero escrupulosa, que no le tiene nada de repulsión a los bichos, aunque le tiene "muchísima fobia a los pájaros". "No sé por qué, no sé si me dan entre asco o repelús o miedo, pero es el único animal que me produce rechazo", asegura.

Después de esto afirma que tiene "una especie de fetiche" con los skaters. "Desde pequeña, ¿eh? Ya puede ser súper feo, que como tenga rollo skater o vaya con la tabla [de monopatín], me encantan... Pelo largo, gorra, ropa que si está rota incluso mejor. De hecho, hasta que no tuve un novio skater no paré", reconoce.

Tras hablar de su paso por La isla de las tentaciones y de cómo Gonzalo se equivocó al decir que le gustaban los "surferos", Susana Molina explica la vez que vio "sexo en directo". "No que vas por la calle y te encuentras una pareja, sino que estaba de viaje en Ámsterdam e íbamos por el Barrio Rojo, haciendo el típico tour y le pregunté al guía si había algún sitio en el que se viese sexo en directo", narra la influencer.

"Me comentó que sí, que hay unos espectáculos que tienen como un elefante rosa en la puerta, pero eran supercaros y había que reservarlos con mucho tiempo y nosotros nos íbamos al día siguiente", afirma, antes de desvelar que ella quería dos cosas: "entrar a un coffee shop y probar marihuana [algo que dijo hizo pero al intentar liarse el porro siguiendo un tutorial de Youtube desperdició gran parte de la marihuana] y ver sexo en directo".

"De repente el guía nos dijo que había otra opción, solo que era más cutre y yo, por dentro, diciendo 'me encanta; más cutre, más me gusta'. El guía preguntó quién quería ir y fui la única que levantó la mano... pero luego al final todos querían. No la levantaron por vergüenza, así que fuimos a un sitio donde había como un círculo donde iban entrando parejas, y alrededor estaban las cabinas y tú veías también a la gente que estaba mirando. Fue una de las mejores experiencias del viaje", contó.

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