Salud

Cómo hablar del consumo de pornografía con nuestros hijos: lo antes posible y desde los valores que deben respetarse

Una pareja manteniendo relaciones sexuales.
GTRES

Aunque intentemos negar la evidencia la realidad es que el acceso a contenidos pornográficos se produce cada vez a una edad más temprana. Tanto, que en algunos casos se anticipa ya a la etapa infantil sin esperar a la adolescencia.

Así lo demostró el pasado 2019 la investigación Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales, realizada por la Universidad de les Illes Balears y la red Jóvenes e Inclusión. Un estudio realizado entre 2.500 jóvenes de entre 16 y 29 años de siete comunidades autónomas de España, que arrojó el dato de que la edad media del inicio en el consumo de pornografía es de 14 años entre los adolescentes hombres y 16 en el caso de las mujeres.

Sin embargo, al menos uno de cada cuatro varones declaraban haberse iniciado antes de los 13, mientras que la edad más temprana se anticipaba hasta los 8 años. Algo que según la coordinadora del estudio y catedrática de la UIB Carmen Orte se debe a que “los menores tienen un móvil, en el que, aunque no busquen la pornografía, se la encuentran”.

El estudio, de hecho, pone el foco en el fácil acceso de los mas jóvenes a esta ‘nueva pornografía’ a través de internet, con un precio asequible (en muchos casos gratuita), de naturaleza anónima y donde hay una ausencia total de límites en cuanto a las prácticas sexuales mostrando, por ejemplo, sexo sin preservativo o presencia de violencia abierta con estrangulamientos o fuertes golpes. Algo que puede llevar según Lluis Ballester, otro de los coordinadores del estudio, a que los adolescentes vean como algo normal este tipo de acciones o se les incite a pedírselas a su pareja o a acudir a la prostitución para realizarlas.

Prácticas sexuales de riesgo

La investigación también constata que esta nueva pornografía está detrás del aumento de prácticas sexuales de riesgo entre los jóvenes que pueden tener un efecto negativo para la salud: sexo en grupo, con diversas parejas, sin preservativo... Según el estudio, la mitad de los chicos y chicas encuestados reconocían haber incrementado estas prácticas después de consumir pornografía. Por otro lado, también distorsiona la imagen que ellos y ellas tienen de su mismo género y el opuesto.

Pero, sin duda, uno de los datos más reveladores del estudio tiene que ver con la manera en que los adultos tratan - o mas bien no tratan- este tema con los adolescentes. Un 80% de ellos dicen no haber recibido una educación afectivo-sexual satisfactoria o no la han tenido en absoluto. Siete de cada diez, además, no acuden a los adultos para resolver estas dudas sino a internet o amistades. Los padres y los profesores son solo una opción para el 27% de ellos.

¿Cuáles serían las recomendaciones para abordar un asunto tan peliagudo que a la mayoría de los progenitores suele dar pudor? Los responsables de la investigación recomiendan, en primer lugar, no censurar el tema de la pornografía en casa sino tratarlo con los hijos desde una perspectiva crítica, igualitaria y responsable, abordando ya el tema de las relaciones interpersonales, desde los 10 u 11 años.

Siete de cada diez jóvenes no acuden a los adultos para resolver sus dudas sobre sexo sino a internet o amistades

También insisten el el papel de la escuela incorporando experiencias educativas que rompan con los estereotipos de género, advierta sobre los peligros de la prostitución como espacio de experimentación y la violencia masculina.

Otros expertos en sexualidad y jóvenes aseguran, además, que es necesario que los padres no estigmaticen este tipo de contenidos para poder generar un diálogo con sus hijos basado en la confianza e informarse para tener control sobre lo que hablamos y saltar con mayor facilidad la barrera generacional.

Los padres deben estar abiertos a la conversación. Si el niño o adolescente comparte información sexual explícita con ellos hay que mostrarse receptivos a abordarla y charlar para que no pierdan la confianza y recurran a terceras personas u otras vías. También se puede recurrir a experiencias propias y ponerse como ejemplo para crear una mayor proximidad: que vean que sus mismas dudas o interrogantes también se los plantearon antes sus progenitores cuando tenían su misma edad.

Conviene, al mismo tiempo, proporcionarles rutas de acción y explicarles qué deben hacer y por qué cuando se les abre una página pornográfica en el ordenador o móvil o cuando sus amigos comparten determinados contenidos. En cuanto al control parental de tabletas, móviles y otros dispositivos se desaconseja imponer prohibiciones pero sí tener herramientas para poder bloquear páginas indebidas, conocer el historial de búsqueda, controlar las claves de acceso... y acercarse a los hijos a través del respeto y la apertura de mente pero dejándoles claro los valores que deben respetarse.

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