Manuel, el restaurador catalán que se niega a cerrar su bar: "¡A mí el cierre me arruina y me deja en la puta calle!"

  • El hostelero acumula multas por valor de 60.000 euros por desobedecer las restricciones de la Generalitat.
  • “La primera vez he tragado, pero la segunda ya no", dice recordando el estado de alarma.
Manuel Fernández en la barra de su bar de Malgrat de Mar (Barcelona), abierto a pesar de las restricciones, este martes 20 de octubre de 2020.
Manuel Fernández en la barra de su bar de Malgrat de Mar (Barcelona), abierto este martes a pesar de las restricciones.
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Manuel Fernández en la barra de su bar de Malgrat de Mar (Barcelona), abierto a pesar de las restricciones, este martes 20 de octubre de 2020.

Manuel Fernández Castro es propietario del bar restaurante 'Los Olivos' de Malgrat de Mar (Barcelona) y se niega a cerrar a pesar de las restricciones anti-Covid decretadas por la Generalitat, que solo le permiten vender comida para llevar. A su local, la gente continúa entrando para sentarse a comer y beber, y no tiene ningún problema en aclarar el por qué: “¡A mí el cierre me arruina y me deja en la puta calle!”, manifiesta en una entrevista con este diario, y asegura que no piensa echarse atrás a pesar de que ya le han puesto dos multas de 30.000 euros cada una por desobedecer.

Fernández argumenta que, después del cierre de tres meses por el estado de alarma, no aguanta pasar por lo mismo otra vez: “La primera vez he tragado, pero la segunda ya no. Porque ya he visto que el primer encierro no ha dado resultados", dice, y añade: "¿Qué voy a perder? Si ya estoy en el precipicio”.

Además, el hostelero no se fía de que las medidas vayan a durar solo dos semanas, como se ha anunciado en un principio: “Conociendo a los gobernantes que tenemos, no van a ser solamente 15 días; van a ser más. Luego, cuando digan que la curva ha bajado y puedan abrir los bares, yo no sé qué bar abrirá”, opina el hostelero.

Abierto, pero con medidas de seguridad

Así mismo, Fernández considera que la apertura de su negocio, aunque ilegal, la hace de forma responsable, tomando todas las precauciones para evitar contagios: “Aplico las medidas de metro y medio de distancia, aforo del 30%, nadie consume en la barra, tengo puertas y ventanas abiertas, un sistema de ventilación para renovar el aire y gel hidroalcohólico. Todo lo que no hay en un metro ni un autobús, lo tengo yo”, sentencia.

"Todo lo que no hay en un metro ni un autobús, lo tengo yo"

De la misma manera, la clientela de 'Los Olivos' tampoco renuncia a sentarse en sus mesas, y el propietario agradece el soporte que recibe por su parte: “Ellos me apoyan, dicen que van a seguir viniendo y que p’alante”, explica. Eso sí, subraya que hace que se sienten en “una mesa sí, una mesa no”, y que no deja entrar “a nadie más” en cuanto llega al 30% del aforo. “Si yo tengo las medidas de seguridad, bajo mi punto de vista no tengo que cerrar”, insiste.

Sobre las dos multas que le han interpuesto por abrir, que de momento suman 60.000 euros, Fernández afirma que intentará recurrirlas. No obstante, si las tiene que pagar, su intención es conseguir el dinero trabajando: “Ese es otro de los motivos por los que tengo que estar abierto. Para que ellos puedan cobrar yo tengo que seguir trabajando”, dice.

"La unión hace la fuerza"

A pesar de las consecuencias, el hostelero ya ha encontrado algún compañero dispuesto a unirse a su lucha: “Hace un rato ha venido a verme otro restaurador del pueblo con tres criaturas a su cargo, una de ellas con discapacidad. Me ha dicho que no tiene un duro y que va a abrir”, cuenta. 

"El que se quiera unir que se una, pero que se atenga a las consecuencias"

En esta línea, Fernández anima a otros hosteleros a hacer lo mismo: “La unión hace la fuerza", declara, aunque haya comenzado su desobediencia en solitario: "Mi lucha es mía, yo la he empezado y yo la acabaré. A partir de ahí, el que se quiera unir que se una, pero que se atenga a las consecuencias”, concluye. 

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