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Enrique Iglesias: ¿el triunfo del talento o del 'marketing'?

Enrique Iglesias, durante una actuación en 2018 en Nueva York.
GTRES

Enrique Iglesias acaba de recibir el premio Billboard al cantante latino más importante de todos los tiempos. Un reconocimiento que le llega a los 45 años y tras haber logrado posicionar en el número uno la práctica totalidad de los temas que ha sacado al mercado. 

Un éxito que no ha estado exento de polémicas y que grandes críticos han puesto en entredicho tras haber salido a luz grabaciones, sin 'autotune', en las que su voz poco o nada tenía que ver con la que sonaba en sus discos y que, a día de hoy, siguen sirviendo como muestra de una realidad difícilmente discutible: el marketing ha hecho tanto por él como en su día lo hizo por su padre. 

Polémicas que también han afectado a algunos de sus conciertos, en los que no solo ha sido acusado de usar playback, sino de mostrarse frio y distante con el público. Ocurrió, por ejemplo, durante su último recital en Santander, cuando se ganó la pitada de 30.000 personas al abandonar el recinto sin despedirse ni cantar algunos de sus temas más famosos.

Su vida personal tampoco ha estado ajena a la controversia. Las insinuaciones sobre su orientación sexual, la ruptura familiar o el tamaño de su corchea -que él ha avivado continuamente- han sido algunos de los temas más recurrentes. Rumorología que en parte acabó aplastada el día en que se hizo pública su romance con la tenista Anna Kournikova

Los nacimientos de Lucy, Nicholas y Mary han estado sido siempre marcados por el secretismo y la falta de naturalidad

Una relación, para algunos poco ortodoxa, que le ha llevado a conocer la paternidad en tres ocasiones. Con el mismo misterio con el que aborda todo lo de su esfera íntima, los nacimientos de Lucy, Nicholas y Mary han estado sido siempre marcados por el secretismo y la falta de naturalidad. La obsesión de Ana por no aparecer embarazada públicamente llevó a despertar el recelo de quienes aseguraron que su embarazo gemelar nunca había existido. Tanta presión se ejerció sobre la pareja que, finalmente, Ana se vio obligada a compartir una imagen en la que decía estar de 37 semanas subida a unos tacones de infarto.

Enrique no se siente cómodo siendo el centro de atención. Atrás quedan los años en los que el más pizpireto de los Iglesias-Preysler se mostraba más cercano visitando los programas punteros de la televisión española, confesaba su atracción infantil por Ana Obregón o permitía charlas en las que poderle preguntar por sus asuntos familiares. 

Ahora apenas concede entrevistas y cuando lo hace es imposible derribar el muro levantado para, dice, protegerle de quienes pretenden hacerle daño. Porque Enrique asegura que su lucha por ser artista le ha hecho andar por caminos intransitables. Y en soledad, porque la ayuda o el consejo de su padre han sido nulos.

Padre e hijo ni siquiera han llegado a cantar juntos, a pesar de que pocos saben que hubo un proyecto en 2017

Tanto es así que ni siquiera padre e hijo han llegado a cantar juntos, a pesar de que pocos saben que hubo un proyecto que acabó convertido en cenizas en 2017. Julio aceptó grabar unas canciones con Enrique y Julio José (su otro hijo casi filipino), pero las pretensiones económicos no fueron finalmente consideradas por la discográfica. Que este asunto lo negociaran sus agentes y no ellos evidencia la difícil relación que mantienen. 

Son muchos los que sostienen que a Julio nunca le ha hecho especialmente ilusión que su hijo haya conseguido vender más de 100 millones de discos en todo el mundo y ser considerado el cantante español con mayor influencia allende nuestras fronteras.

Mientras que con su padre la relación es altamente conflictiva, con Isabel Preysler es todo lo contrario. La musa de los bombones dorados siente adoración por su hijo y resalta de él la sencillez y la generosidad. Isabel siempre cuenta que Enrique le presta el avión privado siempre que lo necesita y que la fama no le ha cambiado. Lo normal, vaya cosas.

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