La misteriosa pieza de cerámica que encierra un sentido oculto en 'Las Meninas'

Imagen del cuadro 'Las meninas' de Velázquez.
Imagen del cuadro 'Las meninas' de Velázquez.
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Imagen del cuadro 'Las meninas' de Velázquez.

El cuadro Las meninas, obra maestra de Velázquez, encierra un mensaje oculto en un pequeño objeto que resalta a la vista, pero que ha pasado desapercibido por muchos. Se trata de un búcaro rojo con el que la menina María Agustina Sarmiento ofrece agua a la infanta Margarita en la famosa escena plasmada por el pintor sevillano.

En realidad, esa pieza de cerámica era uno de los codiciados objetos de artesanía que traían de América los exploradores españoles en los siglos XVI y XVII —la obra data del año 1656—. Según el historiador del arte Byron Ellsworth Hamann, el brillo característico de la jarra y su tono rojizo indican que se trata de un objeto de Guadalajara, México, recoge la BBC.

Al parecer, la arcilla de este pequeño jarrón contiene una mezcla secreta de especias locales que aseguraban que cualquier líquido que contuviera estuviese perfumado. No obstante, el experto apunta a que el búcaro cumplía otra función sorprendente, más allá de aportar sabor al agua.

Según Hamann, este tipo de búcaros se convirtió en el objeto de moda entre las niñas y mujeres jóvenes de los círculos aristocráticos españoles del siglo XVII, ya que los mordisqueaban lentamente hasta devorarlos por completo.

El objetivo de este sector femenino era puramente estético, ya que, según explica este historiador, el consumo de arcilla provocaba un aclaramiento en la piel y hacía a las mujeres adquirir un tono en sus rostros casi fantasmal, lo que simbolizaba la riqueza, en contraposición con las pieles más oscuras, que entonces implicaba el trabajo bajo el sol.

Asimismo, la ingesta de arcilla de búcaro también causaba una reducción peligrosa de los glóbulos rojos, parálisis de los músculos, la destrucción del hígado, y provocaba alucinaciones.

La BBC cita a la autobiografía de Estefanía de la Encarnación, pintora y mística de aquella época, que en 1631 publicó sobre la adicción a morder búcaros. Según indicó, tardó "un año completo" en librarse "de este vicio", pero sus efectos le provocaban visiones que le permitían "ver a Dios con mayor claridad".

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