Salud

El invierno castiga nuestra piel, es el momento de cuidarla más que nunca

Imagen de archivo de una crema facial.
PEXELS

Le debemos mucho a nuestra piel. Gracias a ella nos relacionamos con los demás, podemos trabajar, obtenemos placer y, en el sentido literal, le debemos la vida. Porque sin piel no se puede vivir. Cuidémosla con más cariño en invierno. Es una época difícil para ella. Y no siempre se lo ponemos fácil.

Existen otros órganos de los que podemos prescindir y que pueden ser sustituidos por máquinas o medicamentos, pero la piel sigue siendo insustituible. Por eso, su cuidado es una de las rutinas más importantes, no solo para la belleza, también para la salud. En una piel mal cuidada siempre se dan, con más frecuencia, infecciones y distintos problemas y donde se multiplica la tendencia a la aparición de tumores.

Esta rutina tiene que adaptarse a las condiciones de nuestra epidermis, que se modifican con variados factores como las alteraciones hormonales, el estrés, la mala alimentación y muchos elementos que deben ser revisados por un experto. Pero los cambios de estación son uno de los factores más a tener en cuenta.

Cada estación tiene su influencia en nuestro órgano más grande, que es la piel. El verano, por la exposición al sol y al aire libre, la primavera por la reactividad y las alergias; el otoño, por el declive y el enlentecimiento de la renovación de las células. Pero el invierno es siempre una época especialmente dura porque provoca una enorme deshidratación.

Por un lado, el frío nos afecta porque durante estos meses la piel fabrica menos grasa y está, por lo tanto, más desprotegida. Las calefacciones secan el ambiente y reducen la humedad relativa, y lo sufren nuestra piel, ojos y garganta porque se deshidratan. Además, la contaminación aumenta desmesuradamente.

Por otro lado, el invierno produce, con su carga de óxidos y radicales libres, una reacción de hiperoxidación que inflama la piel y la seca aún más, agrietándola en forma de pequeñas microfisuras que permiten que los agentes externos, los contaminantes, el polvo y las bacterias, hongos y virus que nos rodean, se introduzcan en la epidermis castigándola.

Para cambiar este cuadro tan devastador tenemos que conseguir, en estos primeros meses del año, que la hidratación sea lo más completa y cuidadosa posible. Hay que tener en cuenta que podemos mantener una piel grasa y, sin embargo, deshidratada.

Existen, afortunadamente, una gran variedad de respuestas al problema de la deshidratación. En primer lugar, hay que limpiar la piel con más cuidado que nunca, utilizando productos muy suaves como el agua de manzanilla, el agua de rosas o el agua de Angélica. Arrastran la posible suciedad sin eliminar la capa protectora de la epidermis, donde están los factores de hidratación natural.

La piel nos muestra en este campo un ejemplo de perfecto reciclaje ecológico. Al igual que en un bosque se aprovechan las hojas caídas para formar el mantillo que abona las raíces de los árboles, la epidermis aprovecha los productos que quedan al morir las células para autoabonarse. Y estas sustancias, mezcla de proteínas y filagrinas, ceramidas y azúcares, forman la más perfecta crema hidratante existente.

La cosmética consigue reproducir esta fórmula mágica que mantiene en perfecto estado las constantes de la piel. Y las plantas, y sus principios activos, contribuyen a la fórmula perfecta.

Jerónimo Ors, Farmacéutico y Director de Laboratorios Paquita Ors.

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