Salud

¿Por qué algunas fantasías sexuales pueden generar malestar? ¿Hay que preocuparse por ello?

Es importante diferenciar la fantasía sexual del deseo erótico.
GTRES

El psicólogo catalán Antoni Bolinches autor de numerosos libros sobre la pareja, entre ellos el bestseller Sexo Sabio, dice que "en cuestiones de sexualidad, la imaginación es capaz de volar más alto que la realidad". Y eso es lo que hace precisamente nuestro cerebro cuando da vida a una fantasía sexual. Pero, ¿qué es exactamente una fantasía erótica y por qué las tenemos? Los expertos consideran que una fantasía es la capacidad de tener ideas o pensamientos que ponen en juego nuestra creatividad sexual y aseguran que todos los seres humanos han tenido alguna vez una fantasía. De hecho, según los estudios, nueve de cada diez personas acostumbran a fantasear con cuestiones relacionadas con el sexo de modo habitual.

En este punto los especialistas también insisten en diferenciar la fantasía sexual del deseo erótico ya que la primera no se construye para que se convierta en realidad mientras que el deseo sí. Digamos que el deseo es un paso más que la la fantasía: la fantasía suele quedarse en nuestro pensamiento y pone a trabajar nuestra mente en cuestiones sexuales y el deseo tiene una intención de convertirse en realidad.

Sin embargo, y a pesar de que la fantasía vive solo en nuestro cerebro, son muchos los que no pueden evitar sentirse culpables ante tales pensamientos porque por desgracia la sexualidad, por cuestiones relacionadas con la educación y los valores sociales sociales del momento, está rodeada de numerosos tabúes y prejuicios.

Pero antes de adentrarnos en la llamada ‘culpa sexual’ hagamos un repaso de las fantasías más recurrentes de los seres humanos. Aunque para gustos colores y a pesar de que existen numerosos estudios sobre las fantasías más típicas en cada sexo, es importante tener en cuenta que para muchas personas éstas son inconfesables por lo que pueden que muchos pensamientos nunca se lleguen a verbalizar.

Aún así las fantasías más típicas entre los hombres suelen relacionarse con aspectos visuales y papeles más activas. Entre las principales encontramos:

  • Recordar cosas que ya han hecho con su pareja o que les gustaría hacer con ella.
  • Imaginarse un encuentro con una persona conocida o famosa.
  • Imaginarse haciendo un trío.
  • Ver o ser visto practicando sexo.
  • Roles de agresión-dominación versus roles de sumisión.
  • Tener sexo en lugares prohibidos.
  • Juegos de rol.

Por su parte, las mujeres le dan más importancia al argumento y suelen elegir un papel más pasivo. Entre sus fantasías favoritas:

  • Recordar escenas sexuales con la pareja.
  • Imaginar un encuentro sexual con una persona conocida o famosa.
  • Probar algo nuevo o prohibido como ser atada, sexo en un lugar público o sexualidad en grupo.
  • Revivir una experiencia sexual pasada.
  • Hacer el amor en plan romántico e idílico.
  • Ser forzadas a mantener una relación sexual.

¿Qué hacer entonces cuando tener estas u otras fantasías se convierte en una tortura, nos hacen sentir mal e, incluso, culpables? Los expertos que han estudiado el tema dictaminan, en general, que excitarse imaginando, por ejemplo, que nos someten no deben ser motivo de alarma. Entre ellos, el psicoterapeuta británico Brett Kahr, autor del libro Sexo y fantasías (Planeta), miembro del departamento de investigación clínica de psicoterapia y salud mental en el Centro de Salud Mental Infantil de Londres y delegado del Consejo Británico de Psicoanálisis, expone en ese mismo libro que las fantasías "suponen un respiro de nuestros problemas cotidianos y permiten una liberación física inmediata, así como psicológica, cuando estamos abrumados por la ansiedad y la depresión".

Responsable de numerosas investigaciones en torno a las fantasías asegura que, “según el cálculo conservador cerca del 30% de la población adulta” disfruta de las fantasías de carácter sadomasoquista. Otros colegas, como la psicóloga Patricia H. Hawley elevan ese porcentaje al 50% para ambos sexos.

Otro trabajo sobre fantasías relacionadas con la violencia sexual presentado en 1986 por la prestigiosa revista Journal of Sex Research, se centró en un estudio realizado con mujeres. En primer lugar se les hizo ver un vídeo mostraba una fantasía erótica de violación y la respuesta femenina fue de interés y excitación. Posteriormente visionaron un segundo vídeo en el que se escenificaba una violación de forma más realista. En este caso, las mujeres sintieron disgusto, miedo, enfado, dolor y depresión, y los investigadores concluyeron que sus reacciones se asemejaban a las de las víctimas reales de violación. Por lo tanto, el cerebro distinguió perfectamente entre fantasía y realidad.

La fantasía, por tanto, - y sobre todo cuando las asociamos con aspectos negativos como las relaciones sexuales con violencia, la dominación o la sumisión-, pueden provocarnos conflicto y malestar al no llegar a entender por qué somos capaces de fantasear con temas que están muy alejados de nuestros deseos conscientes. ¿Somos por ello seres perversos? La respuesta es negativa ya que las fantasías enriquecen nuestra vida sexual, nos ayudan a aprender más de nosotros mismos, estimulan la imaginación y liberan tensiones.

El doctor Justin Lehmiller, investigador del Instituto Kinsey, autor del blog Sexo y Psicología y del libro Tell Me What You Want: The Science of Sexual Desire and How It Can Help You Improve Your Sex Life (Dime lo que quieres: La ciencia del deseo sexual y cómo puede ayudarte a mejorar tu vida sexual) lo resumía a la perfección en un artículo publicado en la revista Vice: "Deja de rechazar tus propias fantasías y empieza a aceptar que forman parte de tu personalidad. Para ello, necesitas asimilar lo que algunos psicólogos llaman la sombra, la parte de nosotros que concentra todos los deseos y necesidades (ya sean sexuales o no) que nos dan miedo porque pensamos que no deberían existir", explica. 

Y añade a continuación: "De esta manera, mientras tus fantasías sexuales permanezcan ocultas te preguntarás constantemente qué te pasa y cómo puedes arreglarlo. Sin embargo, si empiezas a darte cuenta de que tus fantasías sexuales son comunes podrás iniciar el camino hacia la autoaceptación, ya que una de las mayores ventajas de aceptar las fantasías que viven en nuestras sombras consiste en tener un mayor control sobre la incertidumbre y elegir la mejor manera de manifestarlas”.

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