Gatos

Acaricio a mi gato y me muerde. ¿Es normal?, ¿cómo lo debo gestionar?

Un gato mordiendo a su cuidador.
UNSPLASH / ALBERTO BIGONI

Los mordiscos son tan propios de la naturaleza felina como los bigotes o los arañazos. Pero, ¿por qué muerden los gatos? No existe una única razón pero todas tienen su justificación, incluso, cuando es el propio gato en que se acerca a nosotros y terminamos con un mordisco en la mano. Pero antes de entrar mas en detalle sobre este asunto, diseccionemos primeros los principales motivos que pueden llevar a un gato a morder así como qué opinan los etólogos de este comportamiento.

Son muchos los motivos que puede tener un gato para morder:

- En primer lugar, por problemas durante la etapa de socialización del gato. Ésta se produce cuando el gato todavía es un cachorro, por eso se recomienda que no sea separado de su madre y sus hermanos al menos durante los dos primeros meses de vida. Si el gato tiene que abandonar su camada de una forma prematura, este hecho puede ocasionar que no aprenda a gestionar bien la mordida ni a reconocer el daño que hace con ella.

- Porque tiene una predisposición genética al mordisco. Es decir, los gatos son cazadores por naturaleza y aprenden de forma instintiva a convertirse en depredadores. ¿Cómo ocurre esto? Pues a través del juego con sus hermanos y su madre durante la etapa de socialización. Los cachorros juegan a ser presas y cazadores indistintamente y es la mamá gata quien establece los límites en esos mordiscos y de quien los gatitos aprenden hasta dónde pueden o no pueden llegar. De ahí la importancia, como comentábamos antes, de que durante este periodo el cachorro permanezca cerca de sus iguales.

- Cuando el gatito abandona a su camada es cuando el ser humano debe suplir el papel de la madre y establecer esos límites. Es decir, si respondemos a su juego de caza, alentando sus mordiscos - por muy leves que estos sean cuando es cachorro- el gato lo interpretará como un refuerzo/consentimiento por nuestra parte. Si no se detiene el juego, el gato lo verá como algo permitido, y seguirá haciéndolo en la edad adulta. Por eso, es muy importante, que mientras sea pequeño se le enseñen los límites y, por ejemplo, utilicemos algún juguete para desviar hacia ellos su instinto natural de morder. De esta manera se evitará que las manos o los pies humanos se conviertan en sus potenciales ‘víctimas’.

- Por último, el gato puede morder porque tiene miedo, se siente amenazado y como un mecanismo de defensa. Y esto puede suceder, incluso, cuando el propio animal ha dado el primer paso y se ha acercado a su cuidador ronroneando o frotando la cabeza contra sus piernas. Lo normal es que el ser humano responda a estos gestos con caricias pero también es habitual que, en más de una ocasión el felino, responda al poco tiempo con un mordisco. ¿Por qué ocurre esto? Los etólogos lo denominan 'agresividad inducida por caricias' y explican que aunque este comportamiento, a ojos de los humanos, puede parecer muy chocante porque son los propios felinos quienes se acercan y piden mimos, tienden a responder de manera agresiva cuando creen que ya han tenido suficiente.

Los expertos aconsejan verlo desde la perspectiva felina: los gatos saludan al ser humano de la misma manera que lo harían con un igual - un comportamiento amistoso que se denomina allorubbing- pero eso no quiere decir que el cuidador tenga carta libre para acariciarlo todo el tiempo que quiera. Es el ser humano quien interpreta mal las señales y el gato, por su parte, para evitar una caricia que no ha pedido muerde o araña.

Por este mismo motivo, sugieren ponerse en su lugar, entender que sus necesidades de contacto físico son distintas (ya que son animales más solitarios) y que no les gusta ser tocados por un espacio de tiempo prolongado. También explican que a aunque a la mayoría de los gatos les gustan las caricias y los mimos no toleran tener los movimientos limitados. Por eso, ante la mínima señal de que el gato comienza a estar molesto o a disgusto es mejor dejarle tranquilo para que las consecuencias no sean el incómodo mordisco.

Por su parte, los expertos de Purina ofrecen cinco consejos clave que resumen lo anterior y pueden evitar comportamientos agresivos indeseados:

1. Nunca limitar los movimientos del gato si este muestra alguna señal de que no está a gusto.

2. Si por algún motivo hay que limitar sus movimientos, no hay que olvidar nuestra seguridad ni la suya. Por ejemplo, se puede utilizar una toalla o solicitar la ayuda de alguien que agarre al gato mientras le administras una medicina oral.

3. Intentar jugar siempre de forma segura y no utilizar nunca los dedos de las manos ni los pies para provocar un ataque del animal, incluso si se juega con gatitos. De lo contrario, le estaremos enseñando que los dedos son objetos de presa.

4. Nunca golpear ni gritar al gato, aunque haya mordido o arañado. Lo único que provocará es una reacción de miedo que podría agravar la situación.

5. Premiar siempre el buen comportamiento e ignorar el comportamiento que no se desea que se repita.

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