Las residencias dejan atrás su año más triste: "Desde que nos vacunaron puedo ver más a mi familia y eso me da la vida"

Margarita Herrán, junto a su hijo Ángel García, en la residencia La Florida, de Sanitas.
Margarita Herrán, junto a su hijo Ángel García, en la residencia La Florida, de Sanitas.
Jorge París
Margarita Herrán, junto a su hijo Ángel García, en la residencia La Florida, de Sanitas.

A las once de la mañana aún faltan cuarenta y cinco minutos para que los familiares puedan entrar a ver a los residentes de La Florida pero algunos ya aguardan en la puerta. Hace pocos días que este centro del Grupo Sanitas, ubicado en el madrileño barrio de Aravaca, amplió los turnos de visitas pero ha sido demasiado el tiempo de estar con sus mayores que la pandemia les ha robado y no quieren desaprovechar ni un solo instante. A quienes viven y trabajan aquí ya les han puesto las dos dosis de la vacuna contra la Covid y, aunque manteniendo todavía las medidas de seguridad que marcan los protocolos, todos respiran con mayor tranquilidad.

Ángel García es uno de esos familiares. Ha venido a visitar a su madre, que le espera sentada al sol en uno de los bancos del jardín. "Desde que nos han vacunado la familia puede venir más que antes. Puedo verles más y eso es lo que a mí me da la vida, ver a mis hijos y a mis nietas", comenta Margarita Herrán al verle llegar. Una vez a su altura y, aunque aún las normas solo permiten los abrazos en determinadas circunstancias, él le agarra la mano en una estampa bien distinta de la que vivieron el pasado 10 de junio. Aquel día se veían por primera vez en persona después de tres meses de confinamiento domiciliario. La Comunidad de Madrid acababa de estrenar la fase 2 de la desescalada y las residencias volvían a abrir sus puertas, pero con mucha precaución. Entonces el contacto físico seguía completamente vetado.

El virus se ha cebado especialmente con los geriátricos, que llevan registrados cerca de 30.000 decesos por esta causa desde el inicio de la crisis. Por eso la vacunación comenzó en ellos y hoy, dos meses después de que se empezaran a inyectar las segundas dosis, el número de contagios que registran se ha desplomado un 96%. En el caso de Sanitas, por ejemplo, sus centros cuentan ya con un nivel de inmunización que ronda el 90% y no notifican actualmente ningún positivo. Esto ha permitido retomar las actividades colectivas, las salidas y lo que es todavía más importante, aumentar las visitas y el contacto de los familiares.

"Hasta que empezaron a vacunarlos podíamos venir media hora a la semana una sola persona. Yo me turnaba con mi hermana. Ahora podemos venir de dos en dos durante una hora y tenemos asignados tres días", relata Ángel. Este sistema ha arrancado recientemente después de que se haya comprobado que el antídoto ha generado el suficiente nivel de anticuerpos. Previamente, desde el 1 de enero y hasta completar el proceso de inmunización, las visitas volvieron a quedar interrumpidas.

Margarita acaba de cumplir 99 años y cuenta que la vacuna no le ha provocado ningún efecto secundario. "Me vacunaron dos veces y no tuve ni fiebre ni nada. Ni me dolió el brazo. Es más, ni siquiera noté el pinchazo", afirma una mujer con una salud de hierro. Ya en los peores momentos de la crisis sanitaria dio positivo en coronavirus. Sin embargo, y pese a ser una persona de alto riesgo, pasó la infección de forma totalmente asintomática y su caso contribuyó a aportar luz en una enfermedad muy cruel con los abuelos.

"Sabiendo que estoy vacunada estoy más tranquila. Además hemos vuelto a hacer actividades y en el comedor ya podemos sentarnos de cuatro en cuatro. Al principio comíamos en las habitaciones y después, de uno en uno en las mesas", añade mientras el jardín se va llenando de otros residentes acompañados de sus allegados. "Ya hemos recuperado los bingos, la terapia ocupacional, la gimnasia en grupo, las barbacoas…", apostilla Natalia Granados, con una alegría que se le refleja en la mirada y en la sonrisa que se intuye tras la mascarilla quirúrgica. Ella es la directora de esta instalación con 130 plazas y unos 70 empleados. Todos han recibido los dos viales, independientemente de que hubiesen pasado la enfermedad. La única excepción han sido aquellos con alergias o determinados problemas de salud.

La normalidad previa a la explosión de la pandemia no ha regresado, pero después de meses muy duros, estos pasos suponen un gran avance. "Ha sido un año de mucho miedo y de mucha tristeza. De llevar el día a día y de encajar los sentimientos como ibas pudiendo. Lidiábamos con algo que no sabías por dónde iba a venir y hacíamos todo lo posible y más por mantener protegidos a los residentes pero tampoco estaba nada garantizado. Hemos perdido a gente. También hemos vivido momentos de mucha calidad humana, con personas lo han dado todo", señala la directora a la hora de hacer balance cuando se cumple un año del decreto de estado de alarma

"Hace unos días hicimos una actividad para evaluar este tiempo con ellos y fue muy emotiva. Les preguntamos cómo se habían sentido y fue muy bonito cuando al final nos dijeron: 'Nos habéis preguntado a nosotros pero ¿vosotros qué? ¿Cómo os habéis sentido?' Las emociones nos afloraron a todos", continúa con los ojos vidriosos y remarca que los más difícil para ella "ha sido que no hayan podido estar con la familia": "Ha sido muy sacrificado verles tristes porque no venían. Pero también se han agarrado a las pequeñas cosas y les veíamos muy contentos cuando iban a hacer una videollamada". Videollamadas y mensajes a través de la aplicación móvil de la residencia que han venido para quedarse como una nueva forma de que los mayores tengan un mayor contacto con los suyos.

Margarita y Ángel también recuerdan lo complicado que ha sido un año en el que han estado tanto tiempo separados. Ni siquiera las Navidades pudieron pasarlas juntos. Ahora esperan organizar en breve una salida. "Estamos deseando poderle dar de verdad un achuchón y llevarla a casa para que se tome unas gambas y una cerveza", comenta él entre risas. "Por eso es por lo que estoy deseando salir", responde ella con el mismo humor y las mismas ganas de dejar atrás esta etapa, las mismas ganas de recuperar tantos abrazos y momentos perdidos. 

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