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El paso de Iglesias a Madrid convierte el 4-M en unas elecciones de cariz nacional y abre la sucesión en Podemos

Madrid volvió a ser este lunes la zona cero de una bomba política que tendrá una amplia onda expansiva no solo en la región, sino también en el Gobierno central, el futuro de la legislatura y el porvenir de Unidas Podemos. La decisión del líder morado, Pablo Iglesias, de dejar su puesto como vicepresidente segundo del Ejecutivo para ser candidato a presidir la Comunidad de Madrid eleva las elecciones a un choque a escala nacional. Y su decisión de ceder su Vicepresidencia a la actual ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, clarifica el futuro a largo plazo del liderazgo de Unidas Podemos y da mando en plaza a la ministra morada mejor valorada.

El anuncio de Iglesias fue una enorme sorpresa para prácticamente todo el mundo. Ni siquiera el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo conocía hasta este mismo lunes por la mañana, como confirmó él mismo, quien explicó que fue entonces cuando pudo hablar con el líder morado para desearle "suerte" y reconocerle su "aporte" en el Ejecutivo. Está en manos de Sánchez nombrar a Díaz vicepresidenta segunda y ascender a Ione Belarra de su actual puesto como secretaria de Estado a ministra de Derechos Sociales, aunque ambas cosas parecen un mero trámite.

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La noticia tiene efectos inmediatos y también a medio y largo plazo. La salida de Iglesias del Gobierno central deja a Unidas Podemos sin su principal baza comunicativa y política en el Ejecutivo, el dirigente que ha capitaneado los órdagos lanzados –y algunos de ellos, vencidos– por su formación al PSOE en asuntos como la regulación de los alquileres, la prohibición de los desahucios o la puesta en marcha del ingreso mínimo vital. Pero también permite a los morados respirar más tranquilos de cara a las elecciones madrileñas, donde los primeros sondeos dejaban a Unidas Podemos al borde del precipicio del 5% de los votos.

Haber quedado por debajo de ese porcentaje, el mínimo que hay que conseguir para obtener representación parlamentaria, hubiera acabado de un plumazo con las esperanzas de la izquierda de hacerse con el Gobierno de la Comunidad de Madrid. Pero, además, hubiera supuesto un durísimo varapalo de consecuencias impredecibles para Unidas Podemos en la comunidad donde nació y donde siempre ha tenido su principal fortín, agravado además por el hecho de que Más Madrid, el proyecto de Íñigo Errejón, se hubiera confirmado como la primera fuerza a nivel regional a la izquierda del PSOE.

La candidatura de Iglesias acaba con esos temores, y de paso pone en un aprieto a Más Madrid, que tiene que decidir ahora si se une en una lista conjunta a Unidas Podemos o se arriesga a perder el foco durante la campaña en favor del líder morado. Porque lo que parece claro, y así lo entienden varias de las fuentes consultadas, es que la candidatura de Iglesias va a movilizar al electorado, tanto a parte del progresista como al conservador, y va a fomentar la ya elevada polarización de la campaña fijando dos opciones claras: la presidenta Isabel Díaz Ayuso y el propio Iglesias.

Buena muestra de ello la dio Ayuso, que nada más conocer la noticia fijó a Iglesias como objetivo a batir con una disyuntiva: "Comunismo o libertad". Y el propio líder de Unidas Podemos asume gustoso ese papel de dique frente al "enorme riesgo" para "Madrid pero también para toda España" que supone que "haya un Gobierno de ultraderecha con Ayuso y con Vox".

Cambios en el Gobierno de Sánchez
Henar de Pedro

Díaz, un estilo totalmente diferente a Iglesias

A medio y largo plazo, no obstante, las consecuencias son si cabe más profundas. Para empezar, en el Gobierno: Sánchez se queda sin el contrapeso político y mediático que durante el primer año de coalición le ha forzado a negociar varias medidas que, en algunas ocasiones, solo han salido adelante por la sintonía entre ambos. En sustitución de Iglesias entra Yolanda Díaz, con un perfil mucho menos dado a la batalla mediática, aunque también firme en los choques internos que ha protagonizado con ministras como la de Economía, Nadia Calviño, por asuntos como el salario mínimo o la reforma laboral.

Pero, sobre todo, Podemos abre ordenadamente su proceso de sucesión después de que Iglesias haya anunciado su intención de dar "paso a nuevos liderazgos" y haya puesto en manos de Díaz la responsabilidad de ser el próximo cartel electoral morado. El movimiento, confirman fuentes próximas a Iglesias, está medido y cuenta con el apoyo de todos los pesos pesados del partido. Y el ascenso de la ministra de Trabajo a la Vicepresidencia Segunda le permite ganar capacidad de mando y aumentar su exposición mediática de cara a esas próximas generales.

Está por ver si el estilo menos polarizador de Díaz permite a Unidas Podemos morder en el electorado del PSOE y salir del estancamiento que sufre en las encuestas, donde se mantiene más o menos en los mismos porcentajes desde hace meses. Lo que sí está claro es que genera más simpatías o, al menos, menos antipatías en el electorado, ya que las encuestas del CIS la muestran como una de las ministras mejor valoradas. Por ahora, Díaz se ha limitado a dar su apoyo a la candidatura de Iglesias en Madrid y a anunciar que "será un honor" ser vicepresidenta "en este Gobierno y con Pedro Sánchez".

Redactor '20minutos'

Redactor de Nacional. Me hice mayor en Infolibre y llegué a 20minutos a finales de 2019. Sigo a Sumar y a Podemos y me paso la vida en el Congreso, donde también me encargo de la crónica parlamentaria. Cosecha de 1993.

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