La Avenida de la Constitución cumple 15 años libre de coches y humo
- El 17 de abril de 2006 se cerró definitivamente al tráfico rodado para comenzar las obras de peatonalización.
- Espadas: "Los sectores reacios a los cambios que mejoren la movilidad cada vez tienen menos argumentos".
- Sevilla, presente y futuro de una ciudad cada vez más peatonal.
Hay obras que marcan para siempre la fisonomía de una ciudad, que la transforman definitivamente y señalan el camino para construir el futuro. Echando la vista atrás, pocos sevillanos son capaces de visualizar ahora la circulación de coches y autobuses por la Avenida de la Constitución. Algunos, incluso, ni siquiera lo han vivido. Pero fue un hecho consumado hasta el 17 de abril de 2006, hace ahora 15 años, fecha en la que esta arteria de la ciudad se cerró para siempre al tráfico rodado.
Empezaron entonces unas obras de peatonalización que, en tiempo récord, concluyeron un año después, el Viernes de Dolores de 2007, con la consiguiente transformación de la Avenida y de su entorno: la calle San Fernando (donde las obras comenzaron en 2004 para la construcción de la línea 1 del metro), la Puerta de Jerez y la Plaza Nueva.
Esta última albergaba entonces las terminales de 11 líneas de Tussam, con acceso y salida por la Avenida, que soportaba una media de 20.000 vehículos diarios, lo que suponía la emisión de cerca de 600 toneladas de gases contaminantes. Una polución nociva tanto para los pulmones de los ciudadanos como para las entrañas de los monumentos del entorno declarados Patrimonio de la Humanidad. Así lo han demostrado las posteriores restauraciones de las fachadas de la Catedral, que han conseguido devolverle al templo el lustre perdido a lo largo de los años por culpa de la contaminación ambiental.
El entonces alcalde de Sevilla, el socialista Alfredo Sánchez Monteseirín, dio con esta obra el pistoletazo de salida definitivo a un modelo de ciudad más sostenible y pensada para el peatón, la "ciudad de las personas", como el propio regidor la llamaba. Porque a esta transformación, precedida muchos años antes por la de la calle Tetuán, en 1991, y un poco antes la de O’Donnell (2005), siguieron otras como la remodelación del entorno de la Alfalfa, de la Alameda de Hércules, de la Encarnación y la de la calle Asunción y parte de San Jacinto. Un testigo que, tras el parón de peatonalizaciones que se vivió durante la Alcaldía del popular Juan Ignacio Zoido, ha recogido el actual alcalde, Juan Espadas.
La transformación de Sevilla en 2007, con la Avenida ya peatonalizada, fue más allá del veto al coche privado. Y es que ese fue el año en el que se puso en marcha el Metrocentro, inaugurado en octubre, desde la Plaza Nueva hasta el Prado de San Sebastián en un inicio para su posterior ampliación hasta San Bernardo y, en un futuro, hasta Nervión y Santa Justa. Y también el año en el que estalló en Sevilla el boom de las dos ruedas, con una extensa red de carriles bici que empezó a forjarse en 2003 de la mano de IU y que alcanzó en 2007 su punto álgido con la aprobación del Plan Director de la Bici y la puesta en servicio del sistema público de alquiler de bicicletas, Sevici.
Hoy es difícil imaginar que los coches y autobuses siguieran circulando por alguna de las calles mencionadas, algunas de ellas consideradas las más comerciales de la ciudad. Pero no siempre fue así. Y es que las peatonalizaciones de Sevilla, algunas más que otras, tuvieron en su día una fuerte oposición por parte de comerciantes, vecinos y taxistas, que consideraban que el cierre al tráfico supondría la "muerte" de estas calles y de los negocios. El tiempo, en cambio, ha demostrado lo contrario, y ejemplo de ello es la revalorización del metro cuadrado que se registró en estas vías después de su peatonalización. Una tendencia que ahora, como consecuencia de la pandemia del coronavirus, se está invirtiendo.
La balanza, por tanto, pesa más por el lado de los beneficios, aunque entre tantas luces hay en la Avenida, y nunca mejor dicho, una sombra destacada. Esa que precisamente falta a lo largo de la calle como consecuencia de la tala de árboles durante las obras de peatonalización. Ahora hay ejemplares, pero insuficientes para dar sombra en una ciudad que supera de largo los 40 grados en verano. De momento, la solución pasa por la instalación de toldos a partir del próximo año, una actuación que volverá a dibujar una nueva imagen de la Avenida, que hace ya 15 años dejó para siempre de ser lo que había sido.